felipe arratia

Monday, November 02, 2009

Rey por un Día

(**Están pendientes los reviews de Depeche Mode y Cómo Asesinar a Felipes. Ya van.)

Si presenciar un hecho histórico es emotivo, formar parte de él y sentir que en alguna medida eres responsable de que haya ocurrido, es derechamente la gloria. Cuando mi amigo Leo me preguntó si quería ser el encargado de prensa de la visita de Faith No More en Chile, no había mucho que pensar: más bien costaba creerlo. 15 años atrás, FNM, los Red Hot, Beastie Boys (a los que vimos juntos en el ‘95) y otras bandas eran el menú habitual de nuestras conversas de fin de semana, viendo algún VHS pirateado. Ahora, él y un grupo de valientes estaban a cargo del regreso de uno de los nombres más queridos por el público local. Inaudito.


No es raro el culto por Faith No More. Es una banda que creó un imaginario en Chile: su visita a Viña no sólo fue el freakerío que todos insisten en leer, sino un hito fundacional. La chance cierta de que los nombres más alternativos de la música también podían desembarcar aquí, y hacerlo con éxito. Fue el primer show de metal para muchos chascones que se juntaban en el Paseo Las Palmas y como ya sabemos, la primera no se olvida. Quienes fueron optando por seguir a otras bandas, igual mantenían el cariño por ese recuerdo imborrable. Lo del ‘95 en el Caupolicán sólo contribuiría a robustecer la mitología.


Entendíamos que teníamos algo grande entre las manos, pero el primer día de venta de tickets fue una locura: 8 mil boletos en un día. Uf. Y ni hablar de ese 12 de junio en que parecía que todo Chile se había colgado al webcast del ahora mítico show del festival Download: esa partida con ‘Reunited’ de Peaches & Herb es candidata fija para postal del año.


Mientras tanto, yo mandaba y mandaba comunicados de prensa: el récord de ventas, el segundo show, la aparición de Sepultura, los teloneros chilenos. Noticias y más noticias. Hasta una entrevista con Billy Gould conseguimos, y salimos a dos páginas un día domingo en La Tercera. Nada mal para una banda de rock separada hace más de una década. Sin embargo, vendría la parte ingrata de mi pega: Tim Moss, el manager del grupo, exigió no más de 20 periodistas por día, entre fotógrafos, camarógrafos y claro, periodistas. Ese número ridículo me forzó a cortar a la mitad la lista originalmente elaborada, teniendo que dejar a varios colegas sin chance de cobertura. Una lata.


Ojo que también hubo un montón de medios (en especial, programas de TV) que aparecieron a última hora, pidiendo ‘cubrir’ el evento. No los nombraré, pero no son precisamente los que ponen a la música como prioridad en sus pautas. No los culpo: a mí también me gusta ir a conciertos gratis. Si hasta me llamó la asistente de José Miguel Viñuela para pedir tickets. Qué caras de raja. Finalmente se hizo un esfuerzo y logramos meter a la mayor cantidad de posible de medios que, a nuestro parecer, no podían faltar.


Y llegó el gran día. En este escenario tan intenso, no sólo estás pendiente de que tu pega salga bien y de intentar compartir unos minutos con el astro, sino que también entablas relaciones con muchas personas: algunas, muy breves y otras, que pueden durar para siempre; algunas son ásperas y tensas; otras, de complicidad y genuina amistad. Es lo que yo llamo mi propio ‘Almost Famous’: esos dos días y medio en que por distintos motivos estuve con Alberto Fuguet, el Nene, Arturo Lovazzano, Diego, el jefe de escenario, Fernando Mujica, la gente de Caba, Andrés Varnava, el manager de Sepultura, Tim Moss, los jefes de seguridad, los promotores neozelandeses de visita, el Gigio, y la Dani, mi asistente, entre muchísimos otros.



Una foto para la historia


Mi propio momento peak llegó por casualidad: la noche del miércoles partí al glamoroso hotel W, con el antecedente de la caótica llegada de la banda y la consiguiente ofuscación. Tras algunas horas y después de ir a dejar a una amiga, la Dana y yo nos encontramos en un salón con Gonzalo Frías, Alberto Fuguet y…Mike Patton. Junto a sus dos acompañantes (Eric, un gringo freak y el hermano policía de Patton), tres personas de la producción (Leo, Dana y Seba), Fuguet, Patton y yo partimos a comer al ‘Tahití’, una marisquería del barrio Brasil.


En ese contexto tan íntimo, finalmente se pudo conversar de todo mientras comíamos ostiones, camarones, locos y otros mariscos. Le contamos a Patton que tocaría en el mismo lugar de los escupos y él se acordó de inmediato de la escena y se la explicó a sus acompañantes. También dijo que durante los últimos años, el truco más barato que podía tener un cantante gringo era pedir disculpas por George Bush (¿Escuchaste, Trent?) Trató de aprender todas las palabras en español que pudo, y como buen fan de Brasil, se mostró feliz por el triunfo de Rio para los JJ.OO. El Seba le dijo que lo había visto tocando con Rahzel en Coachella y él confesó que le cargan los festivales. Ahí yo le dije que fui a Lollapalooza el 2008 a ver a Rage Against the Machine y él dijo que ‘Zack es un buen chico, pero sus letras son algo inocentes’. Cuec.


Tras esa amena y surrealista cena, partimos a tomar algo a Bar Constitución. Al llegar, estaban tocando los brasileños de Autoramas. Me pregunto si a su muy atractiva bajista le habrán contado que tocó para Mike Patton. Predeciblemente, Patton duró 10 minutos de incógnito y luego todo se convirtió en un incesante desfile de fotos y autógrafos. Fin de la primera noche. En el próximo post, los entretelones de los shows y la fiesta final en Cienfuegos. Reunited.

2 Comments:

Anonymous Pablo said...

escuchaste, Reznor jajajaj

11:52 AM  
Blogger Adriano said...

vamos, felipe! postea la parte 2 de esto!
Saludos, Adrián (periodista de Buenos Aires)

4:33 AM  

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