felipe arratia

Monday, August 06, 2007

Lee Hazlewood (1929-2007)

Era un vaquero, pero de los sicodélicos. Nació en Oklahoma en medio de la Gran Depresión y debió ir a la Guerra de Corea, donde las ofició nada menos que de DJ. Obsesionado con el sonido desde que su viejo organizaba las fiestas para la gente de su pueblo, encontró su vocación en hacer que las personas bailaran a su ritmo.

Tras trabajar por un tiempo con el cantante Duane Eddy, Hazlewood encaró la década de los ’60 con su colaboración más célebre: Nancy Sinatra venía de un divorcio y ya que era la hija de ya-saben-quién, no tenía caso apostar por una imagen inocente y virginal. ‘Cantarás para los camioneros’ le dijo Lee, quien le sugirió bajar un tono su registro y le compuso sus placas más difundidas y hits históricos como ‘Some Velvet Morning’ y ‘These Boots are Made for Walkin’.

Dueño de un humor mordaz, sus letras estaban plagadas de dobles sentidos y referencias a drogas, lo cual era detectable sólo para unos cuantos suspicaces. Sus grabaciones de fines de los ’60 con la International Submarine Band se consideran como piedra fundamental del country rock o alt-country. La banda nunca pudo promover el disco como correspondía debido a que su vocalista, el legendario Gram Parsons, se fue a The Byrds.

En 1970, Lee Hazlewood se fue a Suecia para evitar que enviaran a su hijo a Vietnam, y desde allá firmó una de sus obras mejor criticadas: la banda sonora para el especial de TV, ‘Cowboy in Sweden’. A pesar de mantenerse en actividad, sólo volvió al ojo público cuando Nancy Sinatra lo invitó a su gira de regreso de 1995.

Influyente en proyectos actuales como Lambchop y Tindersticks, la presencia de Lee Hazlewood cobró evidente actualidad con un disco como ‘Ballad of the Broken Seas’ la colaboración entre Mark Lanegan (ex -Screaming Trees) e Isobel Campbell (ex -Belle and Sebastian). El lobo y la caperucita otra vez juntos.

Ya enterado de su cáncer terminal al riñón, se dio tiempo para registrar un testamento sonoro del mismo modo en que lo hiciera Warren Zevon tres años atrás. La placa se llamó 'Cake or Death'. Como buen hombre de campo, su filosofía ante el final cercano fue simple: “He estado mucho tiempo dando vueltas. Viví una vida muy interesante: pocas tristezas, un montón de alegrías. Y muy pocas veces hice algo que no quería hacer”. Así fue, man.

Un legado atemporal a la cultura pop. 'These Boots Are Made for Walkin':

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