felipe arratia

Tuesday, September 30, 2008

Let’s Get Physical

Cálzate tus patas de lycra, cubre tus ojos con unos Wayfarer y prepárate para bailar con unas Caña Alta. Vamos camino al show de Yelle, la francesita de flequillo y ojos vivos que llegó a mostrar su electropop revivalista en medio del enorme hype con las bases pisteras de hace un cuarto de siglo: Simian Mobile Disco, Crystal Castles, Sam Sparro, Hercules and Love Affair y CSS (en su primer CD) son sólo ejemplos al azar de la locura por el flúor.

En una movida maestra, mi amigo Leo de discoteque Kubix captó el negocio e hizo las movidas a tiempo: Yelle sólo venía al festival OneDotZero de Buenos Aires (que también trajo a Peter, Bjorn and John), pero la atinada permitió tener a la gala por acá con mínimo desfase respecto de su magnífico debut, ‘Pop Up’ (2007).

El sábado 27, el recinto de Domínica era un hervidero: casi 1300 personas y una larga fila de guapas que no lograrían entrar. No está de más recordarlo otra vez: no importa que los discos de Yelle no estén editados, o que sólo suene en un par de radios. Con Youtube, Pitchfork y Taringa, hoy sólo se necesita tener buenas canciones. Los mecanismos de distribución son otros y el público hoy escucha más música que en toda la historia.

La francesa emergió a las 23:45 horas. Argollas luminosas colgaban desde el techo del escenario: a la izquierda, un baterista (sí, un baterista en un show de electrónica) y a la derecha, el multifacético Grand Marnier en tornamesas y teclados. Pero seamos sinceros: todos los ojos están sobre Julie Budet, la francesa que se inventó un alter ego para poder bailar, saltar y gritar sin vergüenza. Zapatillas gigantes, calzas rojas y una polera azul XXXL con la imagen de una mujer en lentejuelas y una leyenda en su espalda que dice ‘ON/OFF’.

Lo primero es ‘Tristesse-Joie’ y aunque no lo crean, es justo mi canción favorita. Yelle parte calentando motores con un midtempo que tiene mucho del ‘West End Girls’ de Pet Shop Boys y eso jamás puede ser malo: la cadencia es precisa y hace que todos los presentes nos sintamos sexys por 5 minutos.

Yelle recibe una ovación y agradece en español, aunque cuando se vaya relajando optará por su lengua natal. Ahora invita a seguirla en la coreografía que propone para ‘Mal Poli’ y de pronto, Kubix se convierte en un torneo de cheerleaders. La gente se mueve eufórica y la propuesta de la francesa cobra sentido: su música es física, de gratificación automática, una oferta que no podrás rechazar a crear tu propio estilo de baile.

También hay tiempo para bajar las revoluciones y los resultados son sorpresivamente igual de efectivos que en los temas marchosos: ‘Les Femmes’ y en especial, ‘Tu Es Beau’ definen atmósferas distendidas y exploran el acento y la entonación tan voluptuosos de la parisina. Pero de vuelta a la pista, la audiencia explota al instante con ‘Je Veux te Voir’, una bomba discotequera que le debe su estructura nada menos que al olvidado one hit wonder ‘Short Dick Man’ de Gillette. Por lo demás, su ritmo no sonaría raro en un compilado de Axe Bahía.

Tras arrojarse al piso, acercarse al público, insinuar un striptease y tocar el bombo, Yelle se relaja y lanza su canción más redonda; ‘Ce Jeu’ suena perfecta: los cansados toman aire, las chicas besan a sus novias y los galanes hacen lo mismo con los suyos. Yo gozo con su pronunciación y con la chasquilla de Yelle, que me tiene hipnotizado. Antes de retirarse, la gala hace la parada obligada con ‘A Cause De Garcon’, su mayor hit. En el medio metro cuadrado que tienen los apretados presentes se baila tecktonic, o al menos eso se intenta.

Yelle se despide en tres idiomas. Imagino que no lo puede creer: la rompió a millones de kilómetros de esa habitación donde una vez alucinó con un disco de Daft Punk, y ahora ha logrado el mismo efecto con las mismas armas: inspirarnos para movernos. El sudor es la mejor prueba de que acaba de terminar un gran show. Ahora, a dormir. Estoy raja.

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