Richard Wright (1943 – 2008)
En una banda con ese nivel de ego y ambición, había que tener el cuero duro. Primero, con los desbordes de Syd Barrett y luego, con la megalomanía de Roger Waters, Richard Wright entendió rápido que debería pelear para que sus ideas musicales fueran integradas en Pink Floyd. Su bajo perfil, sin embargo, no fue impedimento para que las texturas de sus teclados se convirtieran en marca registrada del histórico proyecto.
Richard William Wright nació en Pinner, Middlsex en julio de 1943. Fue criado por sus hermanas y desde muy chico, tuvo una determinación total por aprender a tocar instrumentos con maestría. Además del piano, la trompeta, el trombón y la guitarra también pasaron por sus manos. En 1962 entró en la Escuela Politécnica de Arquitectura de Regent Street, en el centro de Londres. Junto a dos compañeros, -Nick Mason y Roger Waters-, armó un grupo de Blues, que bautizaron Sigma 6. La vocalista de ese proyecto, Juliette Gale, se convertiría en la mujer de Wright dos años después.
En 1964, además de casarse, Rick Wright decidió que la arquitectura no era lo suyo e ingresó a la Escuela de Música de Londres. Eso sí, la banda siguió adelante, y con un nuevo miembro: Syd Barrett; a petición de este último, el grupo se rebautizó como “The Pink Floyd Sound”, hasta luego llegar al nombre que todos conocemos.
En esa primera etapa, el músico fue un elemento clave: podía tocar todo tipo de teclados, además de otros instrumentos. Esa multiplicidad de funciones permitió que el grupo desarrollara su espíritu sicodélico, claramente demostrado en temas como ‘Interstellar Overdrive’. Junto con su condición de músico, Wright tenía buena voz y, a su pesar, pasó al frente para cantar himnos clave como ‘Astronomy Domine y ‘Matilda Mother’, tracks esenciales del disco debut, “The Piper at the Gates of Dawn”.
Tras sus sabidos problemas con el LSD, Syd Barrett tuvo que retirarse del proyecto pero años después, Wright junto a Dave Gilmour produjeron sus dos trabajos como solista: “Barrett” y “The Madcap Laughs” (y tocaron en ellos). Ya sin Barrett, el grupo grabó su segundo trabajo, “A Saucerful of Secrets”, en el cual Richard Wright contrbuyó con temas como el que titula el disco, una canción experimental de 12 minutos. De ahí en adelante, el aporte compositivo de Rick se convertiría en una constante en discos posteriores como “Atom Heart Mother”, “Meddle” y otros.
Pero si hubiera que definir donde está el legado más inmortal de Richard Wright, sin duda hay que buscar en “The Dark Side of The Moon” (1973). Para la legendaria placa, el tecladista compuso ‘The Great Gig in the Sky’, co-escribió ‘Any Colour you Like’ y ‘Breathe’, y retomó una idea descartada por el director Michelangelo Antonioni (para el score de su película ‘Zabriskie Point’) para dar fama a la ultra clásica ‘Us and Them’. En los siguientes discos, -‘Wish You Were Here’ y ‘Animals’-, se haría evidente el protagonismo absoluto de las composiciones más depresivas de Roger Waters, lo cual forzaría a Wright a generar su primer álbum solista, ‘Wet Dream’ (1978).
La distancia entre Waters y Wright llegaría a su punto más extremo cuando el bajista decidió separar a Richard del grupo para la grabación del disco ‘The Wall’. Lo curioso es que Wright igual fue contratado como músico invitado, lo cual permitió que fuera el único que registró ganancias, ya que los excesivos costos del tour sólo generaron pérdidas monetarias entre los miembros formales. Wright sólo volvería al grupo tras el retiro de Waters. En ‘The Division Bell’ (1994), el último disco de estudio del grupo, Richard Wright aportó con cinco composiciones propias, y dos años más tarde, lanzó su segundo disco solista, ‘Broken China’, el cual incluyó temas cantados por Sinead O Connor.
Sólo en 2005, Waters, Gilmour, Mason y Wright volverían a reunirse en un escenario. Fue en el Hyde Park de Londres con motivo del evento benéfico Live 8. En la ocasión interpretaron ‘Breathe’, ‘Money’, ‘Wish You Were Here’ y ‘Comfortably Numb’. La emoción recorrió cada rincón del planeta, pero sobre el escenario hubo un par de palmoteos y no mucho más. Fue el canto del cisne para Pink Floyd como lo conocemos. Cualquier nuevo anuncio de regreso, lo sabemos, ya no será lo mismo.
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interstellar overdrive
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