No me Olvides
El contexto no era el más óptimo. Las piernas desgastadas, la capacidad de asombro puesta a prueba (tras Peter Gabriel, Patton, Cornell y dos noches de Radiohead) y la condición de ‘artistas del recuerdo’ de los números a presenciar, hacían de la noche ochentera del Pepsi Fest una total incógnita.
La primera sorpresa fue que Blondie se encargara de abrir los fuegos. Pensaba en ella como el artista más influyente y con mayor repertorio de la jornada; sin embargo, la mandaron al frente de inmediato. Debbie Harry apareció con un sobrio vestido blanco y negro, tratando de mostrarse sugerente aún a sus 63 años. ‘Hangin’ on a Telephone’ arremetió con intensidad punk, pero la mesa de sonido aún estaba calibrando niveles y la voz de Harry casi no se escuchó.
Cinco músicos cubrían la espalda de la rubia; entre ellos, los fundadores Chris Stein (pareja de Debbie Harry) y el baterista Clem Burke. La banda quiso dejar en claro que, a pesar de su innegable talento para el pop, tienen un origen mucho más callejero. Ahí estaba el logo del CBGB en la batería para atestiguarlo. Tras ‘Will Anything Happen’, la gloriosa ‘Atomic’ prendió al púbico gracias a ese bajo saltarín y la entrega de Harry que suple con tremenda actitud su registro resquebrajado por el tiempo.
La banda cubrió la mitad del show con temas menos difundidos como ‘Two Times Blue’, ‘The Hardest Part’ y ‘Fade Away’, que llegó con dedicatoria especial a una fan. Un poco de romance ((I’m Always Touched by Your) Presence, Dear’) y algo de presencia Ramonera (‘I’m Gonna Love You Too) dieron paso al bloque estelar que llegó con la bella ‘Dreaming’, tema que cerró con una reverencia de Debbie Harry. Luego, ‘María’ provocó el primer karaoke masivo de la noche.
Harry amaga con irse, pero los músicos no se mueven y dan paso a una excelente versión de ‘Call Me’, esa sólida creación de Giorgio Moroder. Sobre el final, Debbie pide en español que ‘la llamen’ (igual que en la versión original) y hace señas como si tuviera un teléfono en su mano. Lo que viene es puro calado: la cadenciosa ‘The Tide is High’, una extraña versión de ‘Rapture’ (con Harry cambiando el tempo de su interpretación y rapeando como si fuera 1979) y pegadita, una soberbia versión de ‘One Way or Another’. En el cierre, ‘Heart of Glass’ provoca el delirio a pesar de que la ex rubia olvida un par de estrofas del tema.
Blondie dice adios y 35 minutos después, María Laura Donoso (¿?) presenta a Rick Astley. Todos los comentarios aludían a su show como el punto bajo de la noche y se preguntaban de dónde sacaría repertorio para completar una hora de show. Qué errados estábamos: el inglés entró golpeando con ‘Together Forever’ prendiendo a todo el Arena. Cinco músicos y dos coristas se subieron con el galán que apareció de polera, pantalón y camisa negra, además de pelo corto con su clásico jopo y un rostro que por ningún lado evidencia sus 43 años.
Tras la romántica ‘The Love has Gone’, el astro saluda a sus fans y comienza a hacer su stand up comedy: “ustedes, las chicas, están bien después de 20 años; los hombres, esa es otra historia.” Desde la cancha, Astley recibe una flor y dice: “Este es el timing perfecto, porque lo que viene ahora es muy romántico’ y se manda una balada llamada ‘When I Fall in Love’. Tras otro par de temas, se siente en la necesidad de explicar su set: “No puedo cantar muchas canciones rápidas seguidas. Tengo 43 años, que no es tan viejo, pero igual”.
Tras ‘Hold me in Your Arms’ y ‘The Ones You Love’ (en la que muestra que también tiene conciencia social), llega un momento muy esperado: ‘Cry for Help’, prueba concreta de lo intacta que mantiene su garganta el británico. La versión es perfecta y deja prendido al crooner para ofrecer ‘un poco de Motown’, y mandarse con ‘Ain’t Too Proud to Beg’ el estándar de los míticos Temptations.
Lo que viene es memorable: una mujer le lanza un voluminoso sostén al escenario y él pide que la suban a escena. La mujer asciende y no se lo puede creer: el propio Rick le pide que cante ‘My Heart is Missing You’ y ella, lejos de achuncharse, la entona muy afinada. Astley le hace masaje y ella aprovecha para correrle mano. La delirante escena termina con un beso y las carcajadas del recinto completo.
Para el cierre, Astley hace mover las caderas con una excitante ‘Whenever you Need Somebody’. Tras una breve pausa, el cantante vuelve solo con guitarra acústica y entona ‘Never Gonna Give You Up’ con un mini guiño a ‘I Should be so Lucky’ de Kylie, otro de los hits de Stock, Aitken y Waterman. Pero no nos podemos ir sin escucharla como correponde y es el cierre preciso: el hit ochentero convierte al Arena en una discoteque y despide a Astley como ídolo. Quién lo hubiera dicho. Son las cosas que pasan cuando uno es capaz de reirse de sí mismo.
Cuando las piernas ya comienzan a flaquear y hay ganas de escuchar un set bien arriba, A Ha lee todo al revés y llenan su presentación de midtempos que permiten lucir la intachable voz de Morten Harket, pero no mueven a un público con ánimo de fiesta. Recién al tercer tema, ‘Cry Wolf’ consigue el objetivo en parte.
Sobre el escenario, el grupo se para con el tecladista Magne Furuholmen a la izquierda y haciendo de vocero; Harket al centro, recibiendo todos los alaridos femeninos y a la derecha, el flaco guitarrista Paul Waaktaar-Savoy, el genio silencioso y responsable por TODOS los hits del grupo. Completan la escena dos tecladistas adicionales al fondo del stage.
Definitivamente será un set que priorizará la sutileza por sobre la energía. Guitarra acústica mediante, el trío olvida el sonido sintetizado por un rato y ‘Hunting High And Low’ derrite a la audiencia. Los noruegos suman dos tracks más a su mini unplugged y llama la atención la mínima comunicación del frontman con la gente, casi una caricatura de la frialdad nórdica.
Eso sí, con canciones como ‘Crying in the Rain’, no hay mucho que criticar. Para el bis, el trío agradece el apoyo incondicional y se mandan la mamona ‘The Sun Always Shines On TV’. Como ya es obvio con cual deberían cerrar, me pregunto qué debería sonar ahora: ¿la sexy ‘Move to Memphis’? ¿la bailable ‘Touchy’? ¿la clásica ‘Early Morning? Ninguna de las anteriores: el grupo opta por ‘Analogue’, tema que da nombre a su último CD de estudio. Como toda la noche, una impopular decisión.
Sólo ‘Take on Me’ y su tecladito invencible parecen aminorar en algo la desazón. Pero el daño ya está hecho: A Ha hizo su set pensando en sí mismos y no en la audiencia. Es un error que ya sería grave en cualquier concierto, pero en un evento que vende nostalgia es aún peor. Chicos, no necesitan probar nada: ya sabemos que son buenos. Tómenselo con humor. Y si no saben cómo hacerlo, pregúntenle a Rick Astley.
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