Hasta la Victoria, Siempre
“Prefiero la música directa. Respeto a los artistas que no construyen un misterio a su alrededor, los que evitan el mito del músico torturado. Odio cuando la gente usa el adjetivo ‘espiritual’ para la música, me enferma: bailar también es demostrar tu espiritualidad”.
No está a favor de la Paz Mundial. De hecho, sus letras llaman a levantarse en armas y no ceder espacios frente al enemigo. Y si es necesario, disparar. No le canta a amores perdidos ni al tamaño de sus ‘humps’: M.I.A. no puede perder un minuto en eso porque repartir su mensaje es urgente. Es tan necesario como hipnóticas y adictivas son sus letanías percusivas que prohiben bajo pena de lapidación quedarse sentado sin mover las caderas.
M.I.A. tiene los estribillos de una popstar: la gracia de Beyoncé, la sensualidad de Fergie y la belleza exótica de Rihanna; pero a ello debemos agregar la rabia contenida de los Rage, la denuncia de Public Enemy y el compromiso de The Clash. La de Sri Lanka lo ha hecho de nuevo: acaba de firmar el disco del Año. Se llama ‘Kala’ y es más pegote que un chicle de frutilla.
La historia de Maya Arulpragasam da para un libro incluso ANTES de que revolucionara la escena más callejera de la música bailable. Nació en Londres, pero siendo un bebé su familia retornó a Sri Lanka movilizada por su padre, un guerrillero de los Tamil Tigers, agrupación subversiva contraria al gobierno central. Fueron años de moverse de un pueblo de otro, vivir en la clandestinidad, no ver a papá por largas temporadas, y sufrir innumerables ‘visitas’ de militares a su hogar.
Finalmente, cuando Maya tenía 11 años, su madre logró que retornaran a Inglaterra en calidad de refugiados. En la multicultural capital británica, la traumada adolescente se empapó con la música de los barrios inmigrantes, y el hip hop se convirtió en religión. Al optar por una vocación, Maya sólo sabía que quería expresarse, sacarse algo de adentro, y optó por la Escuela de Artes. Ganó premios y participó de diversas exposiciones colectivas gracias a su maestría para combinar técnicas e incluir siempre en sus obras una dosis pop de sarcasmo y radical visión política.
Eso mismo llevó a que Justine Frischmann del grupo Elastica (¿les suena ‘Connection’?) la convocara para hacer la carátula de su dilatado segundo álbum, ‘The Menace’. Luego, la invitaron a la gira por EE.UU. para registrar imágenes, y en un encuentro con la canadiense Peaches, surgió una revelación: Maya también podía hacer música. En ese momento nació M.I.A. (iniciales de ‘Missing in Action’).
Su disco debut, ‘Arular’ (2005) arrasó en las listas de los mejores álbumes del año, y ello le permitió dar la vuelta al mundo con su dancehall-electro-funk. Pero con lo que no contábamos es que el contraataque sería aún más mortífero. ‘Kala’, su segunda producción, es una granada de mano sin el seguro puesto.
Distanciada y peleada de DJ Diplo (su ex pareja y colaborador principal), Maya viajó por varios países en busca de inspiración. Y quizás la mejor la encontró en EE.UU.: los agentes de inmigración objetaron su ingreso para grabar unos tracks con Timbaland y le negaron la VISA; sólo la mediación de su sello (y del mismísimo Bono) le permitieron la entrada. La situación simplemente le confirmó a Maya quién es el enemigo. Y luego en su paso por países como Jamaica y Liberia volvió a darse cuenta cuál es su trinchera.
‘Kala’ abre con M.I.A. evocando a Somalía, Angola, Ghana y Sri Lanka en medio de un funk brasileño sacado de la última favela de Sao Paulo; ‘Bird Flu’ pone la vara alta rápido con su beat incesante que te lleva a una calle de Calcuta, donde las batucadas no se van a ir y los pollos escapan de sus jaulas. Si creías que eso podía levantar a un muerto, es porque no has escuchado ‘Boyz’: la apuesta se dobla y permite cerciorarse de que M.I.A. llegó al reggaeton por otro camino.
La base disco-electro-bollywood de ‘Jimmy’ descoloca al principio, pero les aseguro que esa coreografía la tendrán controlada en cosa de días; lo que los mareará pueden ser los bajos hipnóticos de ‘Hussel’, donde Maya juega con el grime y relega a Dizzee Rascal y The Streets a nivel de adolescentes malcriados.
Tras el lounge perverso de ‘Mango Pickle Down River’ retomamos el aliento para encontrarnos con ’20 Dollar’, secuela de la '10 Dollar’ de ‘Arular’ donde M.I.A. se instala a mirar desde el callejón de las prostitutas con una secuencia de acordes que evocan a ‘Blue Monday’; la base rítmica de ‘The Turn’ es una por la que los Calle 13 hubieran asesinado a alguien, y en ‘Paper Planes’ la nena usa el tan gangsta cliché del sonido de gatillo como nunca lo escuchaste antes. A esa canción de verdad pónganle ojo. El final con ‘Come Around’, su colaboración con Timbaland, está OK pero creo que M.I.A. lo dejó ahí para que no interfiriera con su mensaje más inmediato.
M.I.A. no hace música por opción: es un testimonio de su vida, que así mismo es la vida de millones que no salen en las noticias. O como ella dice: ‘Es difícil que un niño refugiado tenga la chance de hacer música, pero si alguna vez la tiene va a ser mucho más relevante que la que pueda hacer un niño británico de clase media al que dieron una guitarra en su cumpleaños sin que la pidiera. Esa música vendrá de un lugar muy diferente”.
3 Comments:
Revisando tus últimos post valoro enormemente que a pesar de tu cargo laboral sigas considerando la música, y más allá de las preferencias personas, revisando actualidad y por qué no, a todos aquellos que hasta hoy marcan pauta.
Saludos estimado.
pd: y si, yo bailo MIA
muy buen blog! es un gran espacio para leer la música que nos interesa.
Un link:
http://guaucomic.blogspot.com
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Guau!
justo estaba buscando más info de MIA y me topé con tu post... es que en vdd ella es genial... ultra power su mensaje, además es una artista completa...
Sobre tu post mismo, me encantó onda dan ganas de escuchar el disco y cuando lo escuchas más razón le encuentras a tu post...
Saludos varios =)
y tírate más críticas de discos...
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