Estaba Todo Oscuro
No hay una pizca de ternura en Interpol. Erguidos sobre el desnudo escenario del Caupolicán, Paul Banks y compañía lucen uniformados, marciales, disciplinados y solemnes. Son serios, su música es cosa seria y para el público, este concierto también lo es. No me cuesta demasiado imaginarlos como simpatizantes de algún movimiento absolutista, totalitario. Tan totalitario como sus ritmos militares que absorben toda mi atención.
Interpol llegó a promover ‘Our Love to Admire’, su trabajo menos interesante desde que arremetieran en la escena con el sobresaliente ‘Turn on the Bright Lights’. En rigor, salvo el single de promoción, venimos a ver y escuchar “el sonido Interpol” y no un álbum en particular.
Lo dicho: son ásperos, no toman en cuenta al público. Sin calcular mucho, las luces se apagan pero ellos no abordan la escena. Son 10 minutos en la nada y a oscuras, con un público que aúlla excitado y desconcertado por partes iguales. Luego, una intro precede ‘algo’ pero el anuncio se desdibuja cuando la intro envasada se repite. Todo el embole se remedia cuando Interpol finalmente sale a la cancha. El ‘factor sorpresa’ ya se perdió.
De riguroso negro, el cuarteto arriba con un tecladista como soporte adicional. ‘Pioneer to the Falls’, el track que inaugura su última placa, abre el fuego a ritmo cansino, pero desde la primera nota que emite la dotada garganta de Paul Banks, queda claro que este no es un show más. Sobrevolemos la obvia comparación con Joy Division, y nos encontraremos con un sonido que invita al trance individual. Estás solo: ¡baila, idiota!
‘Obstacle 1’ inaugura una imagen recurrente de la noche: basta un acorde para desatar el delirio. Los 4.500 presentes son militantes (nunca mejor dicho) de la religión Interpol. Y se saben mejor que Banks eso de ‘She Can Wait, She Can Wait’. La ovación se redobla con ‘Narc’, ese temón del ‘Antics’. Y se nos van develando los personajes de esta historia: a tu izquierda, Daniel Kessler, terneado y muy peinado, parece jugar con su guitarra pero en realidad está haciendo todo el gasto para que tú lo pases bien esta noche. En cambio, el bajista Carlos D se refugia apático en su bajo metalero, tocando de espaldas al público con un look que ya se quisieran los Jesus and Mary Chain. El pegamento de ambos se llama Sam Fogarino, un baterista cuya predilección por el jazz se adivina en sus muñecas y esos redobles endiablados.
Pasan ‘C’mere’ y ‘The Scale’. La audiencia femenina en la cancha goza con el tono grave, el pelo rubio y el look perno-con-onda del cantante, Paul Banks. Se ganó fama de divo en Chile, pero en escena queda claro que Interpol no existe sin su prosa narcótica. ‘Say Hello to Angels’ juega al rockabilly dark, y a mi me suena parecida a ‘Pobre Corazón’ de Los Bunkers.
‘No in Threesome’ invita a hacer palmas al unísono hasta que llega el coro y explota en una catarsis masiva; la contracara de ello llega con ‘Hands Away’, que baja la guardia al mínimo y profundiza la claustrofobia de Interpol, su marca registrada. Banks se limita a emitir un respetuoso y ‘españolao’ ‘Graziaz’, remitiendo a su estadía cuando niño en México y España.
Un punto aparte del show es la sexy ‘Rest my Chemistry’. La guitarra de Daniel Kessler toma completo protagonismo y contagia a los presentes con su cadencia aletargada. Es uno de los buenos momentos de la noche, y precede a la muy ambiental ‘Lighthouse’.
Pero Interpol se guarda sus balas más ganadoras para el final, ‘Evil’ emerge gloriosa con su línea de bajo impenetrable y un solo susurro: ‘Rosemaaaryy, heaven restores you in life…’ Es la más representativa de Interpol y la más coreada de la noche. Pegadita llega ‘The Heinrich Maneuver’, un single magnético que gana desde el primer segundo y hace creer que ‘Our Love to Admire’ merece una segunda oportunidad (aunque sea mentira). El set se cierra con ‘Not Even Jail’, una que bebe bastante de la fuente de Arcade Fire a punta de crescendos emotivos y cambios de ritmo.
Llega el momento de salir de escena y esperar. Sin tardar demasiado, Interpol está de regreso para cumplir la faena. El bloque final guarda solo perlas de su brillante trabajo debut: ‘Untitled’ invita a cerrar los ojos y mirar todo negro, mientras que ‘NYC’ es un lento apoteósico que no hace más que despegar. Como era de esperar, todo acaba con la redonda ‘PDA’. El track final suena tan punk, como post punk, moderno y clásico.
El cuarteto se retira del escenario. A pesar de una desafortunada jugarreta con la bandera chilena de Paul Banks, Interpol no está para demagogias. La banda transmite emociones rudas, extremas, intensas. Y sienten que basta con su música. Coincidimos.
Setlist: Pioneer to the Falls / Obstacle #1 / NARC / C´mere / The Scale / Say hello to angels / Mammoth / Not in threesome / Hands Away / Slow hands / Rest my Chemistry / Lighthouse / Evil / The Heinrich Maneuver / Not even Jail / Untitled / NYC / PDA
0 Comments:
Post a Comment
<< Home