Sandro (1945-2010)
Sandro es una anomalía. Un bendito accidente. Una de-generación espontánea. No se sabe de dónde vino ni para dónde va. Creo que él tampoco lo sabía pero lo intuía, y su intuición siempre lo llevó por el camino de los iluminados. Yo creo que Sandro (o el Pre-Sandro, Roberto Sánchez, en este caso) es reacción: hizo lo que tenía más a mano para ganarle a la calle.
Miento: Sandro viene de Elvis. Pero con eso no alcanza. Mejor que eso: Sandro viene del rock, pero no sólo del rock and roll, sino de la cultura rock. De lo que los argentos llaman ‘bardo’. Del quilombo, de la incomodidad, de la campera de cuero y la mirada lasciva. Del ‘tomo lo que me gusta porque vos sabés que también te gusta’. Mucho, mucho antes de su muerte, he encuestado a mujeres de todas las edades, orientaciones, tendencias valóricas y estados civiles y parece no haber dos opiniones: Sandro no era un hombre. Sandro era EL hombre. Así, con mayúsculas. Como si uno buscara en wikipedia ‘macho’ y saliera una foto del ‘Gitano’.
Su pasado humilde en las calles de Valentín Alsina no sólo es útil para aggiornar un biografía de por sí perfecta: es una explicación práctica de la “moral Sandro”, de ese amor demencial por la madre, la patria y el barrio. De ser vivo, de ser ‘huacho’, como dicen los argentinos: de pillar pronto para qué sirvo y sacarle el mayor provecho posible. Roberto entendió rápido que el escenario era un habitat cómodo: ahí puedo mentir y seducir. Ahí puedo darme permiso de abandonarme y ser otro. Ahí puedo sobrepasar todos los límites que quiera y nadie saldrá lastimado (todo lo contrario). Ahí puedo montar una vida nueva. Ahí puedo convertirme en Sandro.
Si por ahí alguien sigue creyendo que Sandro no es una figura fundacional para el rock en español, no hay más que ir a los libros de historia y encontrarse con su presencia frecuente en “La Cueva”, el sótano donde Litto Nebbia, Miguel Abuelo, Tanguito, Moris y otros fundaron el rock argentino. Esa etapa inicial con el grupo ‘Los de Fuego’, con cuatro primeros álbumes anteriores a 1965, arde en guiños a Chuck Berry, Little Richard, Bill Halley y obviamente, a Elvis. Especialmente recordada de ese periodo es la versión de “Whole Lotta Shakin'" ("Hay Mucha Agitación") de Jerry Lee Lewis.
Lo recuerda el propio Sandro: “Los de Fuego salían vestidos de colorado, se tiraban por el piso a los gritos. Es más: solíamos romper una guitarra por show antes de que The Who existiera”. Alucinante.
Como ya es sabido, desde la segunda mitad de los ’60, y por recomendaciones externas y tincadas propias, Sandro giró progresivamente a la balada. De esa época en adelante viene casi toda la camionada de hits que le conocemos. Mi teoría es que Sandro ataca al enemigo desde dentro: se pone disfraz de crooner para cantarle a la señora empingorotada, pero tanto en esos tenebrosos arreglos de órgano (a lo Los Angeles Negros) como en su ultra-célebre performance eléctrica en escena, había trangresión en estado puro. Tal vez no lo sabía ni lo buscó, pero ya había corrido los límites un buen par de metros simplemente siendo Sandro.
Sandro es Rock. Mi mamá se sabe todas sus canciones, pero igual es Rock.
1 Comments:
Perfecto comentario, impecable.
como dicen por ahí: en la vida hay cosas que son ciertas, creamos o no creamos en ellas... el Gitano era una de esas. Larga vida al rock
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