felipe arratia

Wednesday, September 05, 2007

El Gen del Pop

Parecía que estaba escrito: Lily Allen nació para ser estrella. Padre comediante (el ‘Fernando Alarcón’ british), mamá productora de cine y padrino legendario (el difunto Joe Strummer, voz de The Clash). De su corta existencia ya se ha hablado mucho, llevando los hitos de su vida a status de cliché: recorrido por innumerables colegios, laburo ocasional de dealer en Ibiza, y claro, sus canciones expuestas en myspace, transformándola en popstar global.

Es como si Lily nunca hubiera tenido una vida normal. Sin embargo, el primer encuentro en persona es con una péndex que no puede pasar más piola: son las 17.35 horas del sábado 01 de septiembre y ella acaba de bajar al primer piso del Hotel Sheraton tras una larga siesta. Llegó a las 13 horas desde Buenos Aires y luce como esas personas que están TAN cansadas que ya no computan y dicen a todo que sí. Su polera laaarga roja y moño casual dan la sensación de que sólo le falta una almohada y el ‘tuto’.

Lo único que pide Lily es que no le saquen fotos, y se comprende perfecto. Nada de diva: es un recurso humanitario para sus ojeras que luchan por no ser protagonistas de su rostro. Tenemos 10 minutos para conversar y me toca compartir la nota con un negro gringo muy amable. A Lily se le saluda con la mano, nos sentamos y es lo más cerca que estaré de ella: tiene un gran lunar en el hombro, un mini tatoo de Homero Simpson en la muñeca izquierda, un exquisito acento british y una reiterativa mueca risueña.

Al segundo se hace evidente su pedigree en el entertainment: Lily tiene timing de comedia y cada línea que lanza tiene un remate. Parece sincera cuando habla de las cosas que le sorprenden de cada país; cuenta la razón real de cómo sabía de Chile (“De niña jugábamos un juego en el auto con mi mamá: ella decía un país y yo tenía que decir la capital, y siempre me acordaba de que Santiago estaba en Chile”), le declaró su amor al reggaeton, y fue lúcida para explicar su odio a Bush (“Algunos dicen: ‘Ella no debería opinar’, pero de algún modo ese gobierno es como el jefe del mío, así que sorry, pero siento que tengo derecho a hablar de alguien que tiene tanto control sobre como vivimos nuestras vidas”).

Lo último que hablamos es sobre su padrino, Joe Strummer. Lily se sorprende al saber que estuvo haciendo una película en Chile (‘Docteur Chance’, 1996), y dice que sólo entendió su enorme relevancia cuando estaba en su funeral. “La imagen que tengo de él es de un tipo tan ‘unpretentious’, siempre con su sombrero y tomándose algo con mi papá”, relata…

Como pocas veces, el tiempo se hace escaso. Lily tiene mucho para decir, y con diez minutos no alcanza. Me quedo medio frustrado, aunque con mi disco autografiado.

Cuatro horas más tarde estoy en el Arena Santiago. Fiel a TODOS los pronósticos, el lugar está lleno en un 25%, y la barrera que separa la cancha normal de la VIP, se convierte en la más absurda en la historia de los megaeventos en Chile. Se rumorea que las canchas se transan afuera del lugar a luca. Con esto seré muy breve porque la discusión es super simple: en un mundo así de globalizado, es EXCELENTE que traigan a los nombres que la están llevando en mercados más exigentes (¿Arctic Monkeys en Buenos Aires? Ese es un GOL), pero era obvio que sólo con dos hits rotundos, poner a Lily Allen en un lugar tan grande era un suicidio. El Teatro Caupolicán era la dosis, o por último, un Teatro Teletón bien caro para las pelolais.

El show fue calcado al del Luna Park. Lily entró con ‘LDN’ y luego, la cadenciosa “Nan, you’re a Window Shopper”. De vestido repolludo azul marino, zapatillas, con un copete en una mano y cigarro tras cigarro en la otra, la teen queen comenzó a hacer pausas cada vez más extensas entre tema y tema para compartir con la gente, cual show de stand up. La espléndida “Shame for You” y “Everything’ s Just Wonderful” completaron la postal de ska y dub, antes de la pausa melódica con ‘Littliest Things’, quizás lo más convencional de su primer esfuerzo, ‘Alright, Still’.

Para presentar ‘Not Big’, un texto predecible: ‘¿Tienen el pene grande los chicos de Chile?’. Las pelolais se dividieron entre las que no entendieron y las que hicieron como que no entendieron. Uno de los mejores momentos llegó con la primera versión: ‘Gangsters’, de los héroes ska, The Specials. La eficiente banda de Lily (bajo, batería, guitarra, teclado, 3 vientos) marcó el pulso del show con oficio en tracks como ‘Friday Night’ y ‘Knock’em Out’, hasta llegar a la explosión de los pocos asistentes con ‘Smile’.

De regreso a la cancha, Lily regaló ‘Oh, my God’ de Kaiser Chiefs, ‘Heart of Glass’ de Blondie (la mejor del show) y una que el público exigía a los gritos: ‘Alfie’.

Sigue siendo un orgullo y un agrado recibir a los artistas cuando son realmente relevantes. Creo que es algo que los que pasamos los 25 años valoramos aún más. Lamentablemente, eso debe ir de la mano de una proyección real de su público. De lo contrario, tendremos que agregar un apartado a los resúmenes de fin de año: ‘el mejor show que nadie vio’. Hasta acá, Lily Allen va ganando.

2 Comments:

Blogger xLisx said...

...son las 3:08 a.m y acabo de terminar de leer toooooooo tu blog...debo decir ke realmente es bueno...

mmmm...por la hora..y por la cantidad de info en mi kabeza, el komentario no será muxo ma largo...xD

bue..te mando mil saludos..y espero seguir deleitandome con tu blog.....

te kuidas


=*

12:13 AM  
Blogger María de Magdala said...

Tendré que ponerle más oreja... creo que ubico una sola canción, por estos días ebria de otro tipo de música.


Un beso.
Saludos al caballero querido.

9:57 PM  

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