Las Caderas No Mienten
Al arribar a Bogotá, lo primero que se escucha es ese exquisito sonsonete que lleva a imaginarse a una caderona diciéndote. ‘Ay, Señor Don Felipe, no me diga esoo’. Sí, los colombianos son molestamente amables, y su actitud dista mucho de la gris indiferencia nacional. Ello confirma que Betty la Fea y Pedro el Escamoso no son estereotipos del colombiano. SON los colombianos. Humildes, serviles, atentos. Y amables.
Sudamérica es el lugar de los contrastes, qué duda cabe. Y esa forma de hablar tan chévere es el opuesto perfecto de ese país tan señalado con el dedo como la tierra más violenta del mundo. La ecuación cliché sería:
Colombia=Cocaína=PabloEscobar=Guerrillas=FARC=M19=Realismo Mágico=García Márquez=Botero=Juanes=Shakira=el ‘Pibe’ Valderrama=Se va el caimán, "Se va el caimán, se va para Barranquilla..."
Las leyendas (negras y de las otras) en torno a Colombia son múltiples, y según reza la sabiduría popular, es un país que paga en violencia el triste tributo de tener algunas de las zonas más fértiles y ricas, y quizás, las mujeres más bellas del mundo (me adhiero a esa última moción).
Pero Bogotá es diferente. Bogotá es la capital, es la ‘ciudad del eterno otoño’, la del nublado eterno, No es Santa Marta, ni Cali, ni Cartagena, ni Medellín, ni Barranquilla.
Los secuestros y la inseguridad han llegado a su punto más bajo desde que está Alvaro Uribe en el poder. El consiguió lo que antes no pudieron Pastrana, Samper, ni Gaviria. Hoy Bogotá vive ‘en paz’, pero la paranoia sigue ahí. A toda hora se puede ver militares con armas largas en plazas, paseos, y centros comerciales.
En medio de todo esto, el bogotano igual sale a ‘rumbear’. La ‘Zona Rosa’ y el ‘Parque de la 93’ están instalados hace rato como los lugares precisos para ver y ser visto. Para tomar, una cerveza ‘Aguila’; para ver, algún partido de Millonarios o de Atlético Nacional, y para bailar, mucho vallenato. El resto de los ritmos también suenan en las discotecas (electrónica, pop, reggaeton, etc.), pero a la hora de poner una canción de Carlos Vives, el colombiano recuerda su naturaleza y se lanza a la pista. Son medio lentos, pero gozan como pocos.
Las mujeres son producidas al máximo. Cuesta ver en la noche chicas sin tacos, o sin el aspecto de ir vestidas como para un matrimonio. A la colombiana le importa MUCHO el look, y su lógica parece ser ‘si lo tienes, muéstralo’. La voluptuosidad de la bogotana es 100% cierta y cuesta concentrarse y mirar a una sola. Los pantalones apretados (casi dibujados al cuerpo) son regla, no importa el volumen de lo que se cubra. Todas quieren sentirse sexy, y eso les basta para serlo: sentirse cómodas consigo mismas.
“La Candelaria” es mi sector favorito de Bogotá. Es el barrio ubicado en el casco histórico de la ciudad. Allá abundan las construcciones con más de 400 años, se ubica el museo de Botero, hay espíritu adolescente (fruto del par de universidades ahí instaladas) y comes obleas compradas en la calle cuando te viene el bajón (le lleva mermelada, dulce de leche, manjar y queso rallado).
Si quieres, puedes ir a la Casa Quinta de Simón Bolívar, o al Museo del Oro. O simplemente a la Plaza de Bolívar, el mejor ejemplo de la convivencia de los cálidos colombianos con la violencia más atroz. El Palacio de Justicia cubre uno de los 4 costados de la plaza y jamás olvidará la toma sufrida en 1985, cuando un grupo de guerrilleros del M-19 se apropió del lugar desencadenando la masacre de 55 personas. Contrastes.
Y está la música. La de Shakira, si quieres algo más global y pasteurizado, y la de Juanes, si buscas algo más ‘Santana’. El sábado 15 de septiembre asistí al cuarto evento de la 40 Principales de Colombia que convocó a 60 mil personas en el Parque Simón Bolívar. Axel, Wamba, Airbag, Belanova, Moderatto, Alex Syntek, Miranda, San Alejo y Juanes montaron una fiesta que acabó sin un solo problema con el público, el cual a cada momento recibió ‘llamados a la paz’ por parte de los créditos locales.
Recuerdo que hace mucho tiempo vi un increíble reportaje en ‘El Mirador’ de Patricio Bañados donde recorrían la sierra colombiana buscando el pueblo de Macondo. Lo notable es que en cada pueblo se contaban historias tanto o más insólitas que la de la familia Buendía, y todos los campesinos aseguraban que conocían Macondo.
Eso es Colombia. Sólo acá pudo haber existido una figura como la de Pablo Escobar Gaviria, el mayor narcotraficante de todos los tiempos, idolatrado por muchos y temido por aún más. Pablo, la leyenda, hizo lo que quiso con su país: desde tener un sillón en el Congreso hasta una cárcel con rejas de oro. Hoy en día, los colombianos tratan de olvidar su pasado doloroso y de eliminar la huella imborrable de Pablo. Cuando les mencionas su nombre en un taxi, no les parece muy buena idea.
Sólo en Colombia pudo haber existido un tipo tan lleno de contrastes. Pablo Escobar también era Colombia. Y nada más colombiano que negar eso.
3 Comments:
‘Ay, Señor Don Felipe, no me diga esoo’
jajajajajaja... xD
cuando te vea utilizare mis dotes artisticos y te hablare como colombiana..=P
saluoz hombre..
=*
jaja
como que todos, cuando nos hablan de Colombia, pensamos en lo mismo: Droga, Mujeres voluptuosas, Shakira y el acento de telenovela
Mirá vos!! tú ahí chillin' con Juanes!! jajaja! y con ese bronceado medio jaiva!! nah, pero te queda bien!!
Sorry por haberte dejando hablando solo el otro día! me sentí medio mal después de eso! más encima hacía tanto que no hablabamos (hablamos), que me da cargo de conciencia. Hay que juntarse un día de estos. To catch up y todo eso! me cuentas más de tu viaje y de la emancipación de "Señor Don Felipe"! jajaja!
Un beso enorme!! Cúidate harto!
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