felipe arratia

Monday, May 26, 2008

Operación Comando

Cómo Asesinar a Felipes’ (en adelante, CAF) no es una casualidad: es una consecuencia. El debutante combo nacional es fruto de un desarrollo de la música negra made in Chile que ha tenido el suficiente ensayo y error como generar proyectos con la originalidad y factura de CAF.

El lugar común es sostener que el hip hop chileno es de exportación. Y yo lo creo absolutamente: pocos en Sudamérica tienen el flow de Tea Time o Zaturno, la capacidad creativa de Cenzi (Makiza, Némesis) o Piedra (CHC), la oreja musical de DJ Raff o Bitman o la genialidad de C Funk y Pablo Ilabaca.

El último gran disco del género había sido el del brillante y efímero proyecto Los Mono, pero la escena nacional estaba esperando por un sonido como el de CAF, tras un par de recientes debuts solistas más bien decepcionantes (en función a las expectativas) de Solo Di Medina y Anita Tijoux.

Así llegamos a la Sala Master el sábado 17 para el lanzamiento de CAF. La info previa los situaba al lado de grupos de hip hop instrumental como The Roots, gracias al contraste entre su cadencia jazzera y la agresión verbal de su MC, ‘Koala’ Contreras (ex FDA). La sala fue certeramente aggiornada para la ocasión: sillones gigantes, iluminación oriental, y los instrumentos, cercanos entre ellos como si de un ensayo con público se tratara.

Nada Más, Nada Menos’ es el prólogo del viaje: comienza y termina en Felipe Salas, baterista e ideólogo del proyecto agitando las baquetas, pero por sobre todo, impone una premisa que debes tener clara: ‘Koala’ no rapea de forma amable. No tiene el flow de Chico Claudio ni el fraseo pop de Juan Sativo. Su registro nasal y afectado impone respeto y se convierte en sello inconfundible de CAF. Para bien o para mal, eso lo defines tú.

La impronta jazzera de CAF se ve pocas veces tan evidente como en ‘Formo Parte de un Engaño’. Las trompetas sampleadas de Dj Spacio y los gritos compartidos de los integrantes dan un aire a jam que les otorga frescura. Por lo demás, siempre se agradece que la música esté orientada a que muevas el culo. Esta lo logra.

Lo más parecido a un single en CAF se llama ‘En Busca de un Nuevo Sueño’. Es su momento más cercano a la canción popular, gracias al respeto por el estribillo y ese acertado sample de Los Prisioneros. Sobre el escenario, ellos se van relajando: gritan a coro cuando la canción se los pide y aunque no haya un micrófono de por medio, todos cantan las letras.

Viene el momento midtempo con ‘Para el Recuerdo de los Nuestros’ y ‘Alerta Roja’. Este es un momento diseñado para el piano de Marcos Meza. Durante todo el show, el bajo de Sebastián Muñoz ha sonado a mayor volumen que el resto de los instrumentos y eso se convierte en una delicia en ‘Ya Perdimos la Paciencia’, una canción con un ‘walking bass’ que recuerda al de ‘Camino’ de Los Tres, y se convierte en soundtrack ideal de una caminata sin destino o tal vez, de un instante muy tenso. Es el minuto drum and bass de CAF.

Influencia’ y ‘En el Jardín’ son fieles ejemplos de mi definición de CAF: síntesis. En ellos se resume la brillante historia de la black music de Chile de los últimos 15 años: pasajes instrumentales ajustados, samples originales, rimas que mezclan lo coloquial y lo formal, guiños a otros géneros y un MC que no podría haber nacido en otro país.

CAF salen de escena tras ejecutar completo su álbum debut en riguroso orden correlativo. Para el regreso, tocan un track más bien oscuro creado pocos días antes (y se nota). Es un final mucho más reflexivo que eufórico, un final atípico tal vez. Creo que yo habría escogido otra canción para terminar. Pero ellos se miran y se ríen: lo lograron. CAF no tiene más de un año de existencia, y ya están para grandes cosas. Son el más reciente eslabón de una exquisita tradición de brillantes exponentes, y van por más. Por ahora, ya han hecho el mejor disco chileno del 2008.

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