Piloto Automático

El piloto automático partió desde la aparición del grupo sin mayor aviso en escena, tras el fin de la música orquestada de Paul Potts. Sin más ni más, el quinteto se mandó con ‘This Love’, el mayor hit de su carrera, interpretado a velocidad crucero y con el ritmo ralentado por su líder, el larguirucho Adam Levine. De polera gris y pantalón blanco, el cantante asume desde el primer segundo que el grueso de las miradas se irán con él y se aprovecha de ello para regalar movimientos pélvicos y besos a sus fans.
El single sólo sirve para calentar gargantas y calibrar amplificadores, aunque a las quinceañearas presentes (que aquí son mayoría) no les podría importar menos. ‘If I Never See Your Face Again’ le sigue y aquí la ejecución mejora: se ven más apretaditos, cohesionados y el track reúne lo mejor del Prince modelo ’87, aunque la versión con Rihanna me parece mucho mejor. Adam Levine toma la guitarra y se da maña para puntear, dejando en segundo plano al guitarrista fijo, James Valentine.

El megaéxito ‘Makes me Wonder’ comienza a sonar y esto ya se torna preocupante. ¿Qué van a tocar después estos cabros, pienso? Mientras tanto, disfruto del tema mientras se comienzan a despejar los pasillos del sector Vip Top y las guardias tratan sin éxito de hacer que la gente se siente. Difícil, mientras Levine haga esos movimientos de cadera que obligarán a las beatas presentes a rezar 50 Padre Nuestro mañana en Capellanía.

‘Won’t Go Home Without You’ levanta el nivel del show, a pesar de los innecesarios solos vocales de Adam. Los lentos que vienen, ‘Secret’ y ‘Shiver’ son fogateros y provocan el frenesí de los presentes, mas para mí son una soberana lata. Recién el biorritmo se levanta para ‘Wake Up Call’ que acaba con el líder presentando al resto de los irrelevantes músicos.
Lo que viene es ‘Sunday Morning’, antecedido por un guiño vocal de Levine al ‘Easy’ de los Commodores, y para el final del set, una sorpresa: sólo Levine y Valentine en escena dan forma a una saludable versión de la mítica ‘Wicked Game’ de Chris Isaak que sirve como intro perfecta para ‘She Will Be Loved’, corolario idóneo para una noche no apta para diabéticos.

Para el final llega ‘Sweetest Goodbye’ en versión ultra extendida, y con final ‘rockero’. Es el epílogo más sintético para el show de una banda que careció justo de eso: poder de síntesis. Es un show para iniciados: siguiendo la escuela ‘Julio Iglesias’, Maroon 5 aglutinan todos los clichés del rock, los pasan por un filtro para adolescentes y los derraman en 70 minutos. Si tienes 15 años, seguro lo pasaste muy bien; yo ya no tengo 15 años.
Setlist: This Love / If I Never See Your Face Again / Makes me Wonder / Tangled / The Sun / Won’t Go Home Without You / Secret / Shiver / Wake Up Call/ Sunday Morning / Wicked Game-Sunday Morning / Harder to Breathe / Sweetest Goodbye
2 Comments:
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Ahora sí...
Totalmente de acuerdo. Y como te dije por MSN: "Correcto y totalmente omitible".
Besos!
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