Viejos Zorros (o Lobos)
La fama es una trampa, salir en portadas es una falacia y recibir sostenes arrojados al escenario es, como no, un espejismo. De hecho, ahí se pierden la mayoría de los espíritus libres. Pero no los Duran Duran: ellos pasaron por el new wave, Studio 54, Lady Di, Andy Warhol, Arcadia, Power Station, Siempre Lunes, separaciones, reconciliaciones, más separaciones, grandes tours, tinturas para el pelo, y aquí siguen: intactos. Vivos. Trascendentes. Imitados hasta la parodia y lejos, muy lejos de esa venenosa caricatura de grupo prefabricado.
La música incidental de ‘La Naranja Mecánica’ es lo único que viste la oscuridad del escenario. Finalmente, uno a uno, los ingleses toman sus instrumentos. ‘The Valley’, el track de apertura del reciente ‘Red Carpet Massacre’, abre los fuegos. La partida es fría por tratarse de una canción desconocida, pero permite fijar la vista en los miembros del grupo y sus roles en la cancha.
El protagonismo más evidente es de Simon Le Bon quien, con ponchera y todo, se las arregla para enloquecer a las Sub 47 con su acento british y potencia escénica; sin embargo, este siempre fue un grupo y a la izquierda, el bajista John Taylor (con pacto con el diablo: se ve de 30) tiene enloquecidas a las gorditas que recuerdan tiempos mejores cuando el rubio adornaba el poster central del olvidado suplemento ‘Clip’ de Las Ultimas Noticias. Más atrás, Roger Taylor se hace el loco detrás de sus tambores, pero también sabe que es serio candidato a receptor de los alaridos más intensos de las groupies. Por último, oculto en su búnker de teclados, Nick Rhodes parece detenido en 1983 con su maquillaje de call-girl, ceño fruncido y ademanes andróginos.
Si bien este no es un show de nostalgia (y lo probaré), la primera secuencia de ‘Planet Earth’ causa griterío masivo. El primer single del primer disco de los de Birmingham emerge en versión calcada a la del álbum homónimo y suena sorprendentemente actual, -en estos tiempos en que el electropop supone ser la vanguardia-, a pesar de ser un track de 1979. “¿Are you Hungry, chilenos?”, pregunta Simon. “Claro, como un lobo”, parece que gritarán las 8 mil personas que se agitan en el Arena, como de seguro no lo hacían hace un buen rato.
Ya la había visto, pero es tanto lo que me ha desconcentrado que me cambio de lado para verla más de cerca: es Anna Ross, la IM-PRE-SIO-NAN-TE morenaza que acompaña en voces a Le Bon desde el regreso del quinteto original. La espectacular negra peloláis viste chaquetita y mini de cuero negro, botas al tono y posee las mejores piernas que he visto este año. Su parecido con mi idola Carmen Hayes la hace increíblemente excitante. Ahh! Y además canta: se nota como domina a cabalidad la intención rítmica que le impuso Timbaland a la hiphopera ‘Nite Runner’.
Tras ‘I Don’t Want Your Love’ llega el momento para artistas y audiencia de tomarse un respiro. Simon empuña la guitarra acústica y el aullido es ensordecedor en la partida de ‘Save a Prayer’. Son los hits ganadores de Duran Duran, los imborrables, los que a veces los obligan a dar demasiadas explicaciones innecesarias por sólo ser condenadamente talentosos para construir estribillos recordables.
El track que da título a su último disco suena de inmediato y evidencia una interesante propuesta: desde ‘Hungry like the Wolf’, todos los tracks han sonado casi pegados, como un mix en el que un tema, sin terminar del todo, va anunciando el siguiente. Eso le facilita la tarea a los tracks más nuevos para integrarse sin problemas al set y ser aceptados con más facilidad por un público ávido de baile. Eso se llama propuesta: si 7 de los 23 temas que haces en el set son de tus últimos dos discos, entonces claramente no eres un acto de nostalgia.
‘A View to a Kill’ es arrolladora de principio a fin: Le Bon respeta los énfasis del coro a la pata (‘Until we daance into the fiiireee…’), generando un emotivo karaoke que nadie quiere perderse. Tras ‘Falling Down’, el ‘Sha na na na’ suena por los cuatro costados preparándonos para ‘The Reflex’: el cantante calienta a la audiencia y en la partida se manda la patadita clásica del clip. Ahí murieron seguro un par de cuarentonas.
¿Volvamos a descansar? Qué mejor que con esa olvidada joya del “Wedding Album” llamada ‘Come Undone’. Y pegadita, una curiosa versión de ‘The Chaffeur’ que incluye un solo de ocarina de Le Bon. Pero el momento más inesperado de la noche (y para mí, el mejor) llega con ‘Serious’, esa glamorosa gema del vilipendiado ‘Liberty’. Por años ha sido mi canción favorita de Duran Duran y no sonó en ese bonito show de hace tres años en Buenos Aires. La revancha llega y no puedo sino bramar esas letras tan cursi como verdaderas. (‘Don't worry if you're confused… We all tend to be sometimes...’).
El tema suena pegadito con ‘Nice’ y luego llega otra sorpresa: ‘White Lines’ aparece inesperadamente en el setlist. El cover de Grandmaster Flash es pura euforia funk, y exhibe la faceta más extrovertida de los ingleses. Antes de salir de escena, la banda regala una versión gloriosa de ‘Wild Boys’, con Le Bon liderando al ejército de puños en alto.
Para el retorno, la escogida es ‘Girls on Film’ y en medio de ella, el vocalista decide presentar al grupo, arruinando en parte la efectiviad del single. Cuando llega el momento de presentarlo a él, la banda juguetea una versión de ‘Papa was a Rolling Stone’ que no está nada de mal. Tres años atrás presencié la misma escena, pero con ‘I Wanna Take you Higher’ de Sly and the Family Stone.
Hay un tema que todas las parejas presentes están ansiando escuchar y es el momento perfecto para que el guitarrista invitado, Dominic Brown (contratado tras el segundo retiro del original, Andy Taylor), dé paso al clásico punteo de ‘Ordinary World’. La balada es casi un estándar y sólo cabe agregar que el final con los jueguitos vocales de Le Bon permiten captar que el cantante se mantiene en gran forma.
Para el final nos vamos con ‘Rio’, con Le Bon cantando con una camiseta de Chile con el 7 de Alexis Sánchez, mientras John Taylor se mueve con un gorro de Colo-Colo. La formidable canción no sólo hace bailar, sino también evidencia la pericia del bajista quien, rememora todo el tiempo la técnica de su ídolo, el fallecido Bernard Edwards de Chic. El quinteto se despide en una ovación interminable: para el público que los vio hace 15 años en ese deslavado show, es una dulce venganza. Para mí, no es sorpresa: 27 años de trayectoria no se inventan de la noche a la mañana. Eso sí, ¿por qué no tocaron ‘Skintrade’? Snif.
Setlist: The Valley / Planet Earth / Hungry Like the Wolf / Nite Runner / Notorious / I Don’t Want Your Love / Save a Prayer / Red Carpet Massacre / A View to a Kill / Falling Down / The Reflex / Come Undone / The Chaffeur / Skin Divers / Is There’s Something I Should Know? / Serious-Nice / White Lines / Sunrise / Wild Boys / Girls on Film / Ordinary World / Rio
1 Comments:
aunque no alcancé a ver todo el show, me sorprendió lo compactos que sonaron. Cada uno en su especialidad pero en pro del grupo.
Una asignatura que Mars Volta debería repasar porque en el SUE reprobaron, justamente, por eso.
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