felipe arratia

Saturday, August 05, 2006

I Feel You

DÍA 4 DE FESTIVAL BENICASSIM: DOMINGO 23 DE JULIO

Habían sido demasiadas emociones musicales para un solo fin de semana. Pero faltaba el último día, que estaba plagado de buenas bandas y partía bastante temprano para mí.

Chemo y Mariano hicieron notable abandono de deberes en su labor de cocineros, por lo que nos dedicamos a abrir cualquier lata que tuviera algo que se pudiera comer rápido, desde pulpo hasta unos duraznos…

La vida en el campamento era cual comunidad hippie: cada uno respiraba su aire y ocupaba como quería su espacio individual (comiendo, follando, drogándose, jugando cartas, leyendo, etc.) y mantenía la armonía en los espacios comunes, como las duchas.

Ese era punto aparte: para la visión de uno que ha visto la realidad chilena, plagada de calentones y pelusones, no dejaba de ser curioso ir a bañarse a las duchas unisex, donde todos iban sin atados y el que quería, se empelotaba y nadie se reía con vergüenza o miraba de reojo. ¿La verdad? Se me hizo imposible desviar la vista ante estímulos demasiado tentadores. Había minas muy ricas, aunque también de las otras…

Considerando que habíamos despertado como a las 2, estuvimos muy poco rato en el campamento, ya que yo me fui como a las 17:15. 20 minutos después, y con muuucho calor, partía SHE WANTS REVENGE, otra de las sensaciones oscurillas del momento. Sólo conocía un single de ellos y sabían que eran uno de los grupos que ‘hay que ver’. Su vocalista, Justin Warfield, es mestizo, y tiene dreadlocks. Nada que ver con lo que uno imagina de un grupo que usa esos teclados ochenteros a lo Giorgio Moroder.

A pesar de su inquietud por la creación de ambientes, el set de esta banda estuvo rockero y ruidoso, con sintetizadores usados con mucha distorsión. Sin embargo, si hablamos de oscuridad, sólo había que quedarse instalado en ese mismo escenario porque se venían los EDITORS. Este recital tuvo historia: partieron muy fríos y a su frontman, Tom Smith, le falló la guitarra y el monitor en la primera canción, por lo que pararon y tuvieron que empezar de nuevo. De ahí, para adelante su música no se detuvo más.

Las comparaciones darán vuelta siempre sobre lo mismo. A medio camino entre Interpol y Joy Division, el cuarteto convenció de sobra con la intensidad de su música. Obviamente que todos los comentarios se los llevó el freakie de Tom Smith quien realmente INTERPRETABA las canciones: además de cantar, movía sus brazos para los lados, ponía los ojos desorbitados, se tapaba la cara, y bailaba como poseído. La música densa y depre de los Editors cobra sentido viendo a Smith sentirla.

Tras el fin de ese buenísimo show, partí a darme unas vueltas a la sala de prensa, pero básicamente siempre era lo mismo: agua gratis, Red Bull gratis, Internet gratis y revistas buenísimas gratis (Filter, Go!, Freek, etc.). Nada de informaciones ultra confidenciales o algún músico paseándose por ahí.

Por lo mismo, partí de vuelta a cachar algo del show del galo YANN TIERSEN. Sólo sabía de su presencia en el soundtrack de Amelíe, pero suponía que su show debía mutar para un festival como este. Dicho y hecho: Tiersen tomó la guitarra eléctrica y abandonó el violín por largo rato para concentrarse en composiciones mucho menos amables que las de la peli francesa.
De hecho, la mayoría de las veces que tomó el violín, Tiersen lo hizo con composiciones más ásperas y cercanas al formato de una banda de rock.

Ya eran las 9 de la noche y llegaba el momento estelar para el escenario principal. Lo primeros en aparecer ahí fueron una leyenda: MADNESS. Increíble pero cierto. El comentario popular los deja sólo como unos One Hit Wonders, que viven del mini éxito del pasado. Uf, nada más lejos de la realidad: los Madness son un clásico que le enseño a tener pasión por la música a bandas como Los Fabulosos Cadillacs y muchas otras más.

Aparecieron elegantemente terneados a pesar del calor omnipresente, e incluso uno de sus vocalistas lucía un sentador sombrero hongo, como Roquepato, el rival del Tío Rico. Abrieron con ‘One Step Beyond’. Si no la cachan de nombre, los reto a bajarla y seguir sosteniendo que son una banda menor.

El show de Madness fue una entretenidísima muestra de ska y ritmos bailables. Por ahí desfilaron otros exitazos como ‘Baggy Trousers’ , ‘House of Fun’, ‘It Must Be Love’ y por supuesto, la inevitable ‘Our House’.

Para el final, un momento especial: la hija de Chas Smash, una de las voces, entró vestida de ‘chica ska’ y entre ella, su padre y el otro vocalista armaron una divertida coreografía mientras cerraban con ‘Night Boat to Cairo’.

Como seguía instalado el famoso corralito no me moví de mi puesto, ya que quería ver desde lo más adelante posible a DEPECHE MODE. Tenía una deuda histórica con ellos: cuando tocaron en Chile el domingo 10 de abril de 1994, yo sólo tenía 16 años y ninguna solvencia económica. Fue un fin de semana MUY recordado por los melómanos ya que el viernes habían encontrado el cuerpo sin vida de Kurt Cobain, y el domingo en la madrugada se había matado en moto Andrés Bobe de La Ley.

Todas esas cosas venían a mi mente en medio de la locura del festival. Pensé que me iba a aburrir mucho durante ese tiempo de espera, pero de pura suerte justo me encontré con Sol y Diana, las mexicanas que se habían quedado en la casa de Leo la semana anterior. Con ellas viviría el siguiente concierto.

22:48 horas. Blackout. Y apareció Depeche Mode. El video del vaquero. Mi Tío Fernando hablando de ellos. Bailoteos en la Blondie. Condemnation. La sobredosis que casi mata a Gahan. Sobre el escenario, dos gigantescos módulos circulares cubriendo con lujo estético los sintetizadores de dos músicos, uno de los cuales es Andy Fletcher. Completan la escena las visuales impresionantes, un baterista, el enorme Martin Gore empuñando su guitarra en el costado izquierdo del escenario con un gorro con pompones, y David Gahan, el exhibicionista eterno con un cuerpo de veinteañero agitando a las masas con magnetismo indiscutible.

Durante la primera parte dejaron en claro que no viven del pasado y tocaron varias canciones de su reciente disco ‘Playing the Angel’, como ‘A Pain that I’m used To’, ‘Suffer Well’ y el single ‘Precious’. Pero de a poco, las nuevas se fueron fundiendo con las clásicas y comenzó lo que todos vinimos a ver. Tras ya haber escuchado ‘Walking in my Shoes’ y ‘Home’, vino la hilera de hits más notable de la noche: el orgasmo con la calentona ‘I Feel You’, el homenaje Old School con ‘Behind the Wheel’, y ‘World in my Eyes’ para rematar con ‘Personal Jesus’ (la más coreada de todas) y ‘Enjoy the Silence’ en una apabullante versión extendida.

Llama mucho la atención que siempre estos mega grupos sean sociedades tan cerradas y complementarias. Como Lennon McCartney, como Jagger-Richards, como Plant-Page, como Townsend-Daltrey, como Kiedis-Flea. David Gahan y Martin Gore sobre el escenario se ven como una pareja perfecta. Sabemos por los medios que eso no ha sido siempre así, pero al verlos hacer música es increíble como se completan: toda la pirotecnia de Gahan como agitador de masas y toda la tranquilidad y calma aparente del impasible Gore, el control freak.

Para el bis, Depeche Mode se aseguró de hacer llorar a su público. Y lo sé porque lo ví con mis propios ojos. Martin Gore apareció solo sobre el escenario y entonó una versión impecable de la melancólica ‘Somebody’. Al terminar, Gahan evidenció desde arriba algo que los fans ya gritaban desde abajo: era el momento de cantar 'Cumpleaños Feliz' a Martin Gore. Otro momento indescriptible.

El cierre llegó con la infalible ‘Never Let Me Down’ y la confirmación total de Depeche como una banda que conoce todos los trucos de los grandes eventos: primero gracias a la calidad de Gahan como maestro de ceremonias y segundo, gracias al olfato de Gore para diseñar melodías que funcionan en la intimidad y también frente a 35 mil personas. Uno de los peaks del festival.

Partí corriendo a otro escenario para agarrar el final del show de ART BRUT, otra de las sensaciones de post punk bailable del momento (ya me había perdido a WE ARE SCIENTISTS y COLDCUT, que coincidían con Depeche Mode). El pequeño escenario en que tocaban estaba ultra repleto y presencié el gracioso final. A los Art Brut le habían pedido que tocaran una hora, pero ellos sólo tienen un disco que dura media hora.

Por lo tanto, para alargar su show no encontraron nada mejor que tocar su célebre single ‘Formed a Band’, donde juegan a exigir que los lleven al famoso programa ‘Top of the Pops’. El punto es que hicieron lo mismo nombrando a TODOS los artistas del Festival Benicassim. TODOS. La versión debe haber durado como 18 minutos, y tenían a todo el mundo muerto de la risa. Estos artistas, ¿no? Tan locos ellos…

Pero quedaba más. Después de la 1 AM le tocó el turno a PLACEBO, que llegaban a mostrar su ‘Meds’ nuevecito de paquete. Y quedó bastante claro que a eso venían: 8 de las 9 primeras canciones del show fueron de su última placa, destacando los singles ‘Infra Red’ (con la que abrieron), y ‘Song to say Goodbye’.

Visualmente, sobre el escenario no había grandes diferencias con lo que el trío mostró en abril del año pasado en Chile. Quizás la única diferencia es que a Brian Molko le había salido pelo y además, vestía de forma mucho más elegante, con camisa blanca y un chalequito sin mangas.

Sólo desde la décima canción el grupo recordó el pasado y se tiraron con joyitas como ‘Every You Every Me’, ‘Special Needs’, y ‘The Bitter End’, entre otras. En el bis, Molko sorprendió y se lanzó con el cover de ‘Running Up that Hill’ de Kate Bush, para rematar con ‘Special K’ y ’20 Years’. Lo más sorprendente de la riesgosa apuesta de Placebo es que el Escenario Verde estaba repleto, e incluso habían llevado a más gente que Depeche Mode. Wow.

Tras tal desgaste, me fui a relajar un rato. Compré el merchandise de rigor (poleras, chapitas, etc.) y me encontré con Mariano y las mexicanas. Chemo estaba desaparecido en acción. Compartimos un rato juntos mientras esperábamos por el último show que a mí me interesaba: The Rakes.

A las 3 y media de la mañana, THE RAKES se encargaron del último show de la noche en el escenario principal. ¿Adivinan? Como Art Brut, como Louis XIV y varias bandas más, lo de ellos también es un rock con mucho de Franz Ferdinand (los telonearon en un tour): de pulso nervioso, inclinación bailable y con el protagonismo evidente de Alan Donohue, un cantante con ojos de sicópata que invitó al público abiertamente a tomar drogas con él al final del show.
La presentación de los Rakes fue cortita porque su canciones son así, pero durante ese rato el despliegue de los músicos sobre el escenario fue extenuante.

Llegó la hoooora deee decir adioooos…no me podía ni los pies. Mariano y yo nos quedamos con Sol y Diana a la espera de su tren a Valencia. Dentro del recinto de conciertos algunos dormían, otros bailaban, unos cuantos conversaban y otros jalaban. ¿Yo? Me iba a dormir. Mañana lunes tocaba Miss Kittin en la fiesta de cierre en la playa (la última porque ya no se harán más). Pero nuestro tren pasaba a las 6 para estar a las 10 de la noche de regreso en Barcelona.

Ni les contaré de cómo estuve a punto de perder el tren y quedarme en el pueblito de Benicassim. Eso es parte de otra historia. Incluso para el más melómano, esos cuatro días ya eran más que suficiente.