felipe arratia

Thursday, February 15, 2007

Music is Power

Music is Power’, dice Richard Ashcroft. Y si esa es la ecuación, entonces Chris Martin es uno de sus máximos exponentes. Sin el don de la canción, este flacuchento pálido tal vez estudiaría diseño gráfico, trabajaría en una pequeña oficina high-tech, abrigado hasta las orejas en la eterna lluvia de Londres. Pero no. Es el vocalista de Coldplay y ayer descubrí porqué luce tan luminoso.

El anuncio fue insistente: ‘la banda prefiere tocar en espacios pequeños para privilegiar la intimidad del espectáculo’. 5.500 personas apretujadas y demasiado inquietas como para mantenerse sentadas hacían que Espacio Riesco tuviera una sensación térmica altamente insoportable.

Antes hubo un bonito gesto: una mini-mini reunión con medios y la banda, a la cual pude entrar. Eramos Pato Cuevas, Mauricio Soto, Mario Yamal y yo. La banda llegó, firmó fotos para nosotros, y hubo una pequeña conversa: Chris confirmó su amor por Neruda y Valparaíso, y dijo que ha comido muchos mariscos; Cuevas le recordó a Will Champion y Guy Berryman la entrevista que les hizo en el contexto del Coachella 2005, y después, Martin me sorprendió al avisar que no habría canciones nuevas en el set, como originalmente se había anunciado. Tras la foto de rigor todos juntos, llegó el momento de despedirse.

Saiko pasó francamente inadvertido. A las 21.40, las luces se apagaron. ‘Tomorrow Never Knows’ de los Beatles empezó a sonar en una versión que se fue pegando como si el CD estuviera rayado. Luego, silencio. Y la banda entra al escenario para abrir con ‘Square One’, el track inaugural del disco ‘X & Y’. El sonido parte algo áspero, y sin matices, pero rápidamente la amplificación se pone a la altura de la instancia. En cosa de minutos la postal queda clara: a pesar de las capas de cuerdas de Johnny Buckland, y de la precisión técnica de la base rítimica de Will y Guy, el protagonismo es de uno solo: Chris Martin gesticula, corre, se agacha, da vueltas de carnero, se acerca a los costados del escenario y trata de hacer contacto visual con todo ser viviente. El ES Coldplay, por si alguna duda cabe.

La banda ataca con la espléndida ‘Politik’, como para demostrar que cuando suben el pulso, pueden incluso hacerlo mejor. Hay sorpresa cuando empiezan a caer los hits muy temprano: ‘Yellow’ es el primer peak de la noche y Martin así lo entiende, brindando un versión comprometida y fiel del track original del 2000. Y si de crear ambiente se trata, al final del tema varios globos gigantes rellenos con papelitos emanan desde el fondo del Espacio Riesco, sirviendo de interludio perfecto para ‘Speed of Sound’. A su vez, el hit de ‘X & Y’ da paso a ‘God Put a Smile Upon your Head’, una de mis favoritas, la cual suena en medio de una iluminación láser que de azar no tiene nada

Este es uno de esos atípicos casos de concierto-karaoke: todas son conocidas y todas son coreadas.

Chris Martin se acuerda del público y cada cierto rato pregunta si está todo bien, recibiendo alaridos de vuelta. Muy 80 lucas habran pagado, pero las niñitas AAABC1 gritan como si tuvieran al frente a Chayanne. Luego, llega un momento más lento del show, y acá la banda se despacha ‘What If’, la recordada ‘Sparks’ (“Esta es para los jóvenes enamorados”, dijo) y ‘White Shadows’.

Tras el momento para los más fans, Martin se pone al piano y se convierte en ‘The Scientist’, un momento notable que explica mejor de donde venía el interés por tocar en lugares pequeños. Junto a Johnny y Will, Chris monta un trío y se despacha con aires country el tema ‘Till Kingdom Come’, la canción oculta al final de ‘X & Y’. El set va creciendo en intensidad y empatía con el público, que alcanza otro peak con la tripleta venidera: ‘Trouble’, ‘Clocks’ y ‘Talk’. Así no se puede.

Llega el momento de ir a descansar y para el regreso, proponen ‘Swallowed in the Sea’. La emoción y el respeto por una melodía menos difundida duran hasta el primer micro segundo de ‘In my Place’, discutiblemente el mejor tema de la noche. La versión es fiera y a la vez, delicada, pero cuenta con un plus: sobre el final, Chris Martin decide ir a cantar al medio de la audiencia, sumando decibeles a los bramidos femeninos. Para el cierre, llega ‘Fix You’, con Martin al piano y acompañado por esa lamparita del videoclip que ayuda a crear el entorno propicio.

La banda se abraza y saludan al público por última vez. Lo han hecho de nuevo. Han demostrado el porqué de todo ese frenesí mediático y parecen en plena forma, y con bastantes buenos discos por venir. Se dice que la genialidad tiene que ver con hacer que lo difícil se vea fácil. Y esta banda hace parecer como un juego de niños la creación de melodías perdurables. Era cierto: Chris Martin es un genio.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

A ver... siempre me quedo pegada con algo de tus escritos...
Y...
Esta vez no puedo dejar pasar la aberrante introcuddión de un personaje tan siniestro como Chayanne en medio de tanta hermosura sonora y visual como a la que te sometiste al ver a Coldplay...
Está bien. Obviamente entendí que estabas defenestrando al público con el que te encontraste en tán mágica noche, pero cuidado por que los límites se cruzan facil, y podés terminar no sólo insultando al público chileno de Coldplay -cosa que no me molesta en lo más mínimo- sino que volviendo comparable a Martin -tremeeeeeeendo hombreee- con un grasa como Chayanne.. y eso NO es admisible! ok???
jajaajaj
bueno... basta de idioteces...
Te odio! jajajajaaj
por haber podido estar ahi!
Pero bueno, tengo que destacar que tus reseñas cada vez me gustan más (si, te tiro flores, y qué? es de colega a colega... ok?)... porque lo contás y recreás los ambientes... te juro! es que te leo y me sumerjo!
No cualquiera logra eso!
Asi que bueno... lo felicito por su labor, por su vida, y lo odio por que su vida no es la mia.. aunque, quién sabe! talvez algún dia vos quieras mi vida y ahi yo me ria un poco en tu cara!
jajajajajaajaaj
Besotes y hasta prontito (una semana falta! solo una!)
Yop!

7:54 AM  
Anonymous Anonymous said...

Mil y un errores de tipeo... sépase entender!

7:57 AM  
Blogger Roberto Carreño said...

Me pareció que es el pop y el tipo de conciertos que disfrutan las grandes masas. Pero para un grupo de espectadores de actitud conservadora y conformista, que se iluciona con unas buenas luces y un galán en el microfono. Derepente falta un poquito más de mundo, o simplemente de música en vivo (para ellos, sé muy bien que tu eres un conocedor y vividor de conciertos). Por eso creo que la relación con la fanaticada de Chayanne no es tan ajena.

Bueno, vimos el mismo concierto pero con oídos (y juicios) propios.

SALUDOS

5:09 PM  

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