felipe arratia

Tuesday, April 29, 2008

Todo Pasando

Cuando un blog queda por tanto tiempo sin actualizarse, puede ser por motivos opuestos: paulatino abandono por desinterés o angustiosa falta de tiempo fruto de demasiadas actividades dignas de contar aquí mismo. Tras casi cinco meses viviendo solo, muchas cosas han cambiado. Todo se engloba en ser el responsable final de mi rutina, lo cual implica innumerables procesos de adaptación.

Es por eso que este blog ha estado tan botado. Por otra parte, coincidamos en que no ha pasado demasiado con la música salvo un puñado de buenos lanzamientos. Pero me enloquece meterme al blog y no ver ningún update. Por lo mismo, siendo las doce de la noche del lunes 28 de abril, vaciaré algunos pendientes que tenía en la carpeta temporal.

NACE XPRESS CENTRAL: Tal vez han pasado por ahí haciendo zapping y no habían reparado en el programa. Las cápsulas informativas de Via X, llamadas ‘Xpress’, crecieron para convertirse en un noticiero diario. La conductora sigue siendo la encantadora Cata Silva; el gran detalle es que su servidor es el panelista de los días lunes en la sección ‘Música’. Tras dos apariciones en TV, he ido aprendiendo de ritmos televisivos, ya se me olvida menos mirar a la cámara y al menos, siempre tengo claro lo que voy a contar. Eso sí, cinco kilos no me harían nada mal (y ocho, tampoco…). Siéntase libre de dejar los comentarios que quiera si ha tenido la oportunidad de verme. Recuerden: los lunes, desde las 21:30 por Via X.

RECITALES RECIENTES: La cartelera no ha estado plagada de shows, pero los pocos que ha habido, han sido importantes. Tras ver a Nelly Furtado, My Chemical Romance, Interpol, Jarvis Cocker, y el gran Bob Dylan, hubo un par de conciertos que no alcancé a reseñar aquí. El primero fue el Monsters of Rock, que pasó el 1 de Abril por la Pista Atlética. Arbol y Black Label Society hicieron la previa para Korn, quienes hicieron un set apretado y lleno de ‘Greatest Hits’, donde menos mal hubo poco espacio para sus CD’s recientes. Incluso conversé unos minutos con Fieldy e impresiona verlo tan flaco y tan lúcido. Sin embargo, todo eso fue sólo un preámbulo para el show de Ozzy Osbourne, en su segunda visita a Chile. El viejo ya no canta nada, pero llegó acompañado de una banda solidísima, flanqueado por el guitar hero Zack Wylde y el ex batero de Faith No More, Mike Bordin. No faltó ningún hit y, como era de esperar, los momentos más emotivos los consiguió cuando hizo temas de Black Sabbath como ‘Iron Man’, ‘War Pigs’ y ‘Paranoid’.

Lo otro fue la segunda visita de los sobrevivientes de los legendarios Doors. Casi tres años después de su primera visita con el The Cult, Ian Astbury en la voz, Ray Manzarek (69 años) y Robbie Krieger (62 años) llegaron convertidos en ‘Riders on the Storm’ junto a la voz de Fuel, Brett Scallions. En honor a la verdad, el show tuvo varias falencias: falta de ritmo, un repertorio mal escogido y un frontman muy inferior a Astbury. No sonaron ‘Roadhouse Blues’, ‘People are Strange’ o ‘The End’, pero todo se le perdona a estas leyendas vivas al escuchar ‘When the Music’s Over’. Se me olvida a veces lo mucho que me gusta The Doors. Grandes.

VIAJERO FRECUENTE Tras un 2007 full concentrado en la compra del depa, el 2008 es el momento del relajo. Por lo mismo, en abril partí a Buenos Aires por sexta vez. Entre el 9 y el 13 de abril estuve allende Los Andes y, tal como me lo propuse, me dediqué a COMPRAR mucho. Completé mi colección de revistas Inrockuptibles y La Mano, me traje todas las Q y MOJO que encontré (mi VISA sudaba) y compré harta música. Entre otros, volví con discos de Jay Z, Mark Ronson, Pharrell, Emmanuel Horvilleur, Kelis, Feist, The Coral, The Zutons y muchos más.

Pero no sólo hubo compras: también salí a tomar con mi anfitrión, el gran Lito Campos; el viernes corrí rodeado de chinos y policías junto a la antorcha olímpica desde el Obelisco hasta la Recoleta (no es broma); conocí la preciosa Plaza Serrano; fui a ver en Niceto a la sensación actual del indie argentino, El Mató a un Policía Motorizado; y también fui al Tigre e hice el clásico paseo del Tren de la Costa. Lindo viaje.

VIAJERO FRECUENTE 2: Pero eso no es todo. A fines de julio parto a Chicago de vacaciones. ¿El motivo? FESTIVAL LOLLAPALOOZA. Sí, como lo leyeron. No puedo estar más expectante de la experiencia que viviré con el que será el octavo Festival grande de mi vida (si es que el BUE y el Personal Fest se consideran ‘grandes’). El motivo principal es la posibilidad de presenciar a los tres números que más quiero ver hoy: Radiohead, Rage Against the Machine y Kanye West. Si a ellos les sumamos a Nine Inch Nails, Gnarls Barkley, Lupe Fiasco, Bloc Party, Cat Power, Wilco, The Raconteurs, las grandiosas Cansei de Ser Sexy, Chromeo y los emergentes Duffy, The Ting Tings y MGMT, la excitación es completa. Este viaje promete.

Tuesday, April 08, 2008

La Primera no se Olvida

Son las dos de la tarde del domingo 23 de marzo. Las personas almuerzan, duermen o vegetan mientras desean que mañana no sea lunes. Otros, un puñado no despreciable, se broncean involuntariamente en las afueras del Teatro Teletón. La mayoría no supera los 15 años y es muy probable que esto es lo más cerca que hayan estado en su vida a ese concepto tan grande y ambiguo llamado ‘rock’.

Fall Out Boy visita Chile. Como nunca se ha visto antes para una banda de su envergadura, el show fue promovido por apenas una semana. ¿La razón? En rigor, al cuarteto de Chicago no le interesa tocar en Chile, sino alcanzar un récord Guiness: tocar en todos los continentes en menos de 6 meses. Tras el concierto del Teletón, la banda viajará a la base Rey Jorge en la Antártica para lograr su objetivo. Lo de esta tarde es sólo un saludo a la bandera.

20:10 horas: parece increíble, pero los músicos ya están sobre el escenario en una mezcla de costumbre gringa con asumido gesto para el público de matiné, que es mayoría. Padres e hijos, chicas peloláis, pololos salidos de catálogos de multitienda. El público menos punk ever. Pero que eso no suene a crítica: cabe aclarar que Fall Out Boy nunca se vendieron así mismos como ‘artistas consecuentes’ sino como una banda que toca un pop consistente y energético, y que se siente muy afortunada por el suceso que han generado en los últimos tres años. En el nicho abierto por Green Day hace 15 años, los chicos encabezados por Patrick Stump hoy corren con ventaja.

El show parte con peak instantáneo. Es lo que logras cuando abres con una joya enorme como ‘Sugar, We’re goin’ Down’. Rápido se definen roles en el stage. El bajista Pete Wentz se lleva el 90% de las miradas: su actitud bipolar y despliegue hiperkinético derriten a las pequeñas presentes; el batero Andy Hurley acusa el aplastante calor ambiente y aporrea su instrumento llevando sólo sus tatuajes por vestimenta; en tanto, el judio guitarrista Joe Trohman luce champa a lo Jackson 5, escupe como queriendo demostrar algo y hace alucinar al impresionable público con sus giros en el aire, marca registrada de Fall Out Boy. Sin embargo, es el cantante y guitarrista Patrick Stump quien se lleva el peso específico de lo que escuchamos: las melodías son suyas y esa voz llena de matices que expone en estudio se hace carne en vivo.

Retrocedamos un par de horas. Backstage Teatro Teletón: Pete y Patrick están frente a mí y yo debo preocuparme de que las imágenes y la grabadora funcionen y que mi inglés con muy poca práctica reciente no me juegue en contra. El cerebro y el alma de Fall Out Boy relatan los motivos de su viaje, y se plantean con bastante honestidad frente a los más variados temas: reconocen que ya tienen temas suficientes como para un nuevo álbum, valoran la espontaneidad del hiphop como elemento insertable en el rock, son los primeros en descolocarse ante el arrollador éxito que han tenido e incluso Pete descarta que Patrick haga un disco solista porque asume que “este es su proyecto solista”.

Habiendo incluso mencionado su intento de suicidio, me siento con la confianza para decirle a Pete que no se le ocurra lanzarse al público como lo vi hacerlo en México en octubre de 2006. Dice que ya se lo ha advertido mucha gente y que de ninguna manera lo hará…..

Cuarto tema: la canción se llama ‘Hum Hallelujah’, pero eso no importa ahora. Pete Wentz arroja su bajo y se zambulle en dirección a la audiencia. Durante el resto de la canción, los guardias harán lo posible por sacarlo en medio de tirones de pelo, corridas de mano y todo tipo de ‘souvenirs espirituales’ que se llevan las impactadas fans que se sienten como si estos fueran los indómitos Doors del ’68.

Tal como ocurriera con Green Day en el Caupolicán allá por el ’98, este es un show muy grato para el pogo. Puedes llegar a primera fila en un par de minutos y agitar tu cuerpo para todos lados sin temor a recibir un puntapié en el hocico….como me pasó en Prodigy, digamos. Como primera experiencia de rock, Fall Out Boy es muy recomendable.

El sentido exquisito del pop del gordo Stump se ve en ‘A Little Less 16 Candles, a Little More ‘Touch me” o el track que abre su reciente “Infinity on High”, ‘Thriller’. A propósito de ‘Thriller’, el flamante disco en vivo de los Fall Out Boy incluye un sabroso cover de ‘Beat it’ de Michael Jackson hecho junto a John Mayer. En el soundcheck lo probaron pero inexplicablemente no suena en la noche. Lo que sí interpretan es la intro del ‘I Write Sins, Not Tragedies’, de sus amigos de Panic at the Disco, ante el delirio de la audiencia.

Para el final del bloque, los veinteañeros se reservan temones como ‘The Take Over, the Breaks Over’, para luego cerrar con una gloriosa ‘This Ain’t a Scene, it’s an Arms Race’, tal vez la mejor canción de su repertorio y muestra de que jamás cometerán el bochorno de llamarse Good Charlotte. Tras el hit los chicos salen de escena, pero sabemos que no será por mucho tiempo.

De regreso llega la prescindible ‘Thnks fr th Mmrs’, pero lo que estamos esperando es ‘Dance, Dance’ que emerge desganada y más lenta que en la versión original. El principal responsable es Pete Wentz, que está mucho más pendiente de su próximo piquero, por lo que en el escenario no hay mayor preocupación por la prolijidad musical. Se pensaba que era el fin, pero a modo de homenaje para los fans más viejos tocan la primaria ‘Saturday’. El cierre, confuso y forzado, tiene como protagonista a Wentz, quien tira lejos su bajo, y entierra un pedestal de micrófono en el bombo de la batería de Andy. Ni sus propios compañeros lo veían venir, por lo que el desconcierto es difícil de ocultar. No hay mucho más que tocar con esos instrumentos. Fue una hora exacta de show. Una energética, arrebatada e inocente hora de show. Como ellos, como su público. Una comunión perfecta.

Epílogo: Fall Out Boy no lograron el récord. El mal tiempo en la Antártica los dejó varados por tres días en Punta Arenas hasta que finalmente desistieron. Eso sí, prometieron un nuevo intento.