felipe arratia

Monday, October 19, 2009

Cambiar para que Nada Cambie

La escena al llegar al Club Hípico era digna de la mejor fiesta universitaria de todos los tiempos: botillerías colapsadas, combinados mezclándose en cada rincón del barrio y los pacos, asumiendo la derrota con ‘La Escoba’ de Chico Trujillo de fondo. Ritoque is not Dead.

Entré a las 20:00 horas al nefasto recinto, justo para ver a Los Tres. Era un show muy especial (y que casi se suspendió) tras la sorpresiva muerte de la madre de Angel (y Javiera) Parra, Marta Orrego Matte, ocurrida tres días antes. Eso sí, Angel se paró en escena con postura apática a lo Noel Gallagher y en un ningún momento ni él ni nadie evidenciaron la triste situación hacia el público.

Es raro lo que pasa con Los Tres: poseedores del cancionero más perfecto del rock local, parecen negarse a avanzar, tanto en sonido como en repertorio. Abrieron con ‘El Aval’, siguieron con ‘Hojas de Té’ y durante sus 45 minutos de show no tocaron ninguna canción de discos suyos posteriores a 1995 (ni siquiera ‘Cerrar y Abrir’!). ¿Será algo así como asumir el fracaso de ‘Hágalo Usted Mismo’?

Por cierto, hubo postales recordables: el guiño a Tiro de Gracia en ‘La Torre de Babel’ (‘Llaman a la puerta llaman’), el final épico y distorsionado en ‘Te Desheredo’, el saludo a la clasificada selección de fútbol en la suite de cuecas, la estrofa de ‘Jefe de Jefes’ en medio de ‘He Barrido el Sol’, o el final con teclado a lo Café Tacuba en ‘Déjate Caer’. Pero la sensación es agridulce cuando el nombre más trascendente de la música chilena opta por no mirar para adelante y prefiere convertirse en un acto de nostalgia, cual muerto en vida. Simplemente no se condice con su gloriosa historia.

Y la encrucijada de caminar hacia el riesgo o dormirse en los hits también vale para el plato principal. Los Fabulosos Cadillacs llegaban a Santiago a casi un año de la partida de su triunfal tour de regreso (noviembre 2008, México). Habían sido seis años de silencio, cuya suspensión se coronó con la edición del álbum, ‘La Luz del Ritmo’ (aunque con sólo 5 tracks inéditos).

Los trasandinos emergieron a escena luego de que se pegara el disco con la intro envasada. Uno a uno, aparecieron los nueve y se quedaron inmóviles por breves segundos, como aguardando la ovación que el público les regaló. Mini-calentamiento de los vientos y llega la explosión: ‘Manuel Santillán, El León’ generó un clímax automático. Volvieron los Cadillacs. Como si no hubiera pasado el tiempo, los puntos de atracción volvían a ser los mismos: Vicentico, apoyado en un bastón, y Flavio, todo tatuajes y virtuosismo. La gran novedad de esta formación es el retorno del vistoso Sergio Rotman, el saxo que se fue en pésima onda en 1997 y ahora abandonó los dreadlocks por un frondoso afro albinegro.

Sigue ‘Contrabando de Amor’, un antiguo ‘skacito’ (como diría Johansen) aggiornado que es el primer single de su nueva placa, ‘El Arte de la Elegancia’; sin embargo, el público parece decir ‘Next’. Los chicos no tan chicos insisten y suena ‘El Sonido Joven de América’, otro rescate de ‘El Satánico Dr Cadillac’, que ahora tiene versión remozada. Al menos los tracks son breves y permiten captar la actual dinámica de la banda en escena. ‘La Luz del Ritmo’ cierra la triada de re-versiones y esta sí suena más familiar.

El primer suspiro de genuina emoción llega con el primer acorde de ‘Vos Sabés’, convertida en karaoke de los 50 mil presentes, y con guiño a The Who al final. Los jugadores se paran en la cancha así: desde la izquierda, el percusionista Tano Martelli, los vientos: Dani Lozano (un histórico), el invitado Hugo Lobo y el mentado Rotman. En batería y teclados, dos que están desde de la partida: Fernando Ricciardi y Mario Siperman; y en guitarra, el invitado Matías Brunel. Recuerden que entre el acabronamiento de Flavio y Vicentico, esta banda nunca le ha dado mucha bola a los de las seis cuerdas. Que lo digan Vaino (ahora es el manager) y Ariel Minimal, quien optó por marginarse de esta reunión.

‘Hola amigos! Son grossos, ¿eh? Qué alegría linda, Están felices….son huachos, ¿eh?’, articula Vicentico tras ‘Calaveras y Diablitos’ en su clásico tono burlón y condescendiente que mezcla el impacto por ver a tanta gente y el saludo por ver a un país clasificado para el Mundial. El tendría la misma alegría sólo tres días después. ‘Esta es de un disco llamado ‘El León’, que lo grabamos en 1812’, dice el frontman antes de ‘Soledad’. Y la verdad, parece que fueran 200 años. Del público lanzan un gorrito de la selección, pero Vicentico no se lo pone; se lo pasa al trompetista invitado y él sí se lo calza. Manda antigüedad.

Una curiosidad que evidenció el paso del tiempo fue el llamado a la batería a Astor, el hijo de 12 años del bajista. Con Flavio en voz y guitarra y Vicentico en bajo, hicieron un versión de ‘Nosotros Egoístas’ que careció de prolijidad pero le sobró nervio emotivo. El mini baterista se quedó en escena y junto a Florián, -el hijo de Vicentico- en guitarra, hicieron la clásica versión Cadillac de ‘Guns of Brixton’ de los Clash cantada por Flavio, aunque en esta pasada sonó más raggamuffin y menos dub.

Desde ‘Carnaval Toda la Vida’ en adelante’, el show se transformó en una sucesión de golazos de media cancha insuperables: ‘Carmela’, ‘Mal Bicho’ (con Flavio usando su bajo como escopeta), la neo-bailantera ‘Padre Nuestro’ (Flavio, otra vez: ahora enfundado en una máscara de luchador mexicano y paseándose por el escenario en skate) y para rematar, nada menos que ‘Matador’. Un set demoledor que cerró con la más antigua de la noche, ‘Silencio Hospital’.

Tras el descanso de rigor, los argentinos aprovechan la contingencia: dentro de media hora se conmemora otro Día de la Raza, pero para los Cadillacs no hay nada que celebrar. ‘Quinto Cententario' suena tan ajustada, combativa y dolida como la primera vez. Y de un himno comprometido saltamos al extremo opuesto: hasta yo me sorprendí cuando se lanzan con ‘Mi Novia se cayó a un Pozo Ciego’, una que trae de vuelta esos tiempos en que eran la banda que ‘se quería morir tocando ska’.

Yo hago las partes mías y ustedes, las de Celia. ¿Ok?’, invita Vicentico para lanzarse con ‘Vasos Vacíos’ y de postre, llega ‘El Satánico Dr. Cadillac’. Uf, a estas alturas, el acumulamiento de himnos comienza a pasarle la cuenta al cuerpo. Los chicos se van: Rotman dice adiós, pero a la salida Flavio aleona con las manos a que la gente pida más. Al regreso, Vicentico recuerda que para que una noche así haya existido, hubo muchas previas en lugares pequeños con muchos de los presentes. Y sí: por escoger sólo una, recuerdo esa noche de agosto de 1995 en el Teatro ‘Monumental’ con 12 compañeros del Cuarto Humanista. Cómo olvidarla... De vuelta en el 2009, ‘Siguiendo la Luna’ invita al sosiego con su cadencia sostenida y como guinda de la torta, nadie se iba del fuckin’ Club Hípico sin escuchar ‘Yo no me Sentaría en tu Mesa’.

¿Extrañamos algunas canciones? Claro, siempre seremos inconformistas. De la época añeja pueden ser ‘Gallo Rojo’, la preciosa versión de ‘Desapariciones’, la infaltable ‘Gitana’ (sí, la están tocando) o la legendaria ‘Basta de Llamarme Así’. Pero lo que a mí de verdad me dio lata es que esta banda abandone casi del todo sus últimos, más experimentales, arriesgados y mejores discos, ‘Fabulosos Calavera’ y ‘La Marcha del Golazo Solitario’. Bueh, es una gira de regreso y tienen que sonar los clásicos. Pero el próximo 03 de diciembre en el Movistar Arena esperamos sentir que vamos para adelante. ¿Ok?

Setlist: El León / Contrabando de Amor /El Sonido Joven de América / La Luz del Ritmo / Vos Sabés / El Fin del Amor / Demasiada Presión / Calaveras y Diablitos / Soledad / El Aguijón / Nosotros Egoístas / Guns of Brixton / Saco Azul / El Genio del Dub / Carnaval Toda la Vida / Carmela / Mal Bicho / Padre Nuestro / Matador / Silencio Hospital // Quinto Centenario / Mi Novia se cayó a un Pozo Ciego / Vasos Vacíos / El Satánico Dr. Cadillac // Siguiendo la Luna / Yo no me Sentaría en tu Mesa

Sunday, October 18, 2009

Pop al Cubo

La forma es el discurso. Ellos no quieren entregarte un mensaje: prefieren que repitas con ellos ‘Goooo Weeeest’, y seas feliz por 90 minutos. La base misma del pop. ‘Twist and Shout’. Pregunta y Respuesta. Estrofa y Estribillo.

Según muchos, la tercera parada de Pet Shop Boys en Chile fue la mejor de todas. No estuve en el Caupolicán el ’95, pero sí fui hace dos años a la Estación Mapocho y como todos los presentes, intenté sin éxito escuchar algo en medio de esa masa de rebotes. Esta vez, en el Movistar Arena y con un show redondito, Tennant y Lowe ganaron por paliza.

En un comienzo no aparecen ellos, sino dos personas con mallas rojo y azul y un cubo en sus cabezas. Sí: un cubo, el elemento clave del ‘Pandemonium Tour’. Luego, la dupla estelar emerge desde el centro del escenario, atraviesa una muralla de cubos blancos y se posan en micrófono y sintetizadores, respectivamente (con cubos en sus cabezas, por cierto). La enorme ‘Heart’ es la primera.

La excusa de este tour es la salida de ‘Yes’, un álbum que evoca lo mejor de Pet Shop Boys: concisión, elegancia y un talento superdotado para los estribillos pegajosos. Un buen ejemplo es ‘Did you see me Coming’ que cierra con Tennant ensayando su español para agradecer al público. Mal que mal, ya llevan casi una semana en Chile. Durante ‘Pandemonium’, los chicos rojo y azul tocan un par de trompetas y dan paso a ‘Can You Forgive Her’, el primer peak y prueba empírica de que la garganta de Tennant está intacta.

Somos los Pet Shop Boys, beatiful country’, dice el cantante, ya sin cubo en la cabeza, antes de mandarse con ‘Love, etc’, otra de las nuevas. Durante todo este rato, el muro de cubos blancos ha proyectado visuales simétricas a la distribución de cuadrados (cartas de ajuste, dancefloors, juegos de tetris, etc.). Pues ahora, los muros son derribados y queda al descubierto una estructura piramidal que pone a la vista a dos bailarines que se mueven a ritmo militar con la intro marcial de ‘Go West’. Es el delirio.

Se genera un breve interludio y al regreso, dos bailarinas con batas de tercioplelo (y cubos en la cabeza) y un experto en breakdance interpretan con delicados movimientos ‘Tonight is Forever’ y ‘Two Divided By Zero’. Pero el momento que viene es notable: durante ‘Why Don't We Live Together?’, cuatro bailarines aparecen vestidos con corpóreos de edificios haciendo una graciosa coreografía. Yo alcancé a reconocer al Chrysler y al Empire State.

Y si les faltaba un hit, justo cae ‘Always on my Mind’. Consciente de la popularidad del tema, Tennant recorre el escenario de punta a punta aleonando a un público que, -a estas alturas-, si tuviera cubos cerca, se habría subido a ellos a bailar cual Go Go Dancers. La dupla no deja que la fiesta decaiga y pegan con ‘New York City Boy’, apoyada por el cuarteto de bailarines haciendo pasitos a lo Tony Manero.

Tras ‘Left to My Own Devices’, Chris Lowe se convierte en el centro de atención: el público le canta el ‘Cumpleaños Feliz’ ya que cumplió medio siglo el domingo anterior en Santiago de Chile. Fiel a su imagen, el músico ni se inmuta. La empatía no está entre sus virtudes (por contrato). Lo que viene es distinto: Neil Tennant regresa a escena con terno negro y corbata de humita. Ahora, sin lentes oscuros ni sombrero tipo bombín, queda expuesta su calva cuyo único adorno son unas cuantas canas.

Durante este segmento, Tennant juega al crooner y muestran su faceta menos bailable y electrónica con tracks como ‘Do I Have To’, ‘King's Cross’ y ‘The Way It Used To Be’. El bloque cierra con una ‘Jealousy’ que acaba con la pareja de bailarines negros agarrándose literlamente ‘a cubazos’.

La locura retorna al Arena tras los primeros acordes de ‘Suburbia’. Acompañando a Tennant, aparecen dos personas caracterizadas como oficinistas. Pero en medio del estribillo se despojan de sus ternos y quedan en tenida deportiva: son las rubias y delgadas mellizas Polly y Sophie Duniam, las mismas que han aparecido toda la noche con cajas en la cabezas, edificios en el cuerpo y con batas de terciopelo.

Las mismas chicas, más la guapa mestiza Charlotte Walcott y el moreno Sean Williams se encargan de apoyar a Tennant en baile y coros de una ‘latinizada’ ‘Se A Vida E’, que termina en una fiera batucada. Lo que viene son guiños a ‘Domino Dancing’, pero finalmente el track no suena en su totalidad; en lugar de ello, Tennant vuelve al escenario con capa y corona, cual Freddie Mercury en sus mejores tiempos. Este Rey del Pop (o del Tecnopop) se manda con una versión a capella de ‘Viva la Vida’ de Coldplay’ que ha sido la sorpresa en este tour.

La lujuriosa ‘It's A Sin’ cierra el bloque y la pareja sale de escena. Para volver lo hacen solos, sin parafernalia, como queriendo decir: ‘muy bien los apoyos visuales, pero esto es nuestra verdadera esencia’. Y qué mejor elección que ‘Being Boring’ para demostrarlo: el track suena limpio, perfecto, sin aditivos. Voz y bases. Sinergia total.

Tennant y Lowe agradecen por última vez y se van con broche de oro. ‘West End Girls’, mi favorita, la primera que lanzaron, la que inventó un sonido, es la final. Una canción sobre amar a quien no se supone que ames, sobre sentirte en el lugar equivocado, sobre la paranoia. Si no lo sabías es porque los Pet Shop Boys hacen que la realidad suene mucho mejor de lo que es. Gracias por cobijarnos en su fantasía pop, Chris y Neil.

Setlist: Heart / Did You See Me Coming? / Pandemonium-Can You Forgive Her? / Love etc. / Integral-Building A Wall / Go West / Tonight is Forever / Two Divided By Zero / Why Don't We Live Together? / Always on My Mind / NYC Boy / Closer To Heaven / Left to My Own Devices / Do I Have To / King's Cross / The Way It Used To Be / Jealousy / Suburbia / All Over The World / Se A Vida E / Domino Dancing - Viva La Vida / It's A Sin // Being Boring / West End Girls

Friday, October 09, 2009

Rezamos por Vos

Nunca fui muy fan de Charly García. A quien me quisiera escuchar le decía que si el trasandino hubiera muerto hace 15 años sería el Lennon de nuestro continente. Me molestaba la militancia obcecada de sus fans, defendiendo berrinches que, -carentes de sustancia musical durante ese periodo-, quedaban reducidos a pataletas de drogadicto. Pero bueno: el bicolor tuvo la mala ocurrencia de vivir, a su pesar. No hace falta recordar lo que ha sido la última década de Charly. El tipo es un sobreviviente. Quedarse en esta tierra ya era una tarea titánica, pero salió airoso; lo próximo era ver si podía volver a defenderse sobre un escenario. Pudo. Y ahora sí, yo puedo decir ‘qué bueno que lo logró’.


Tras una muy pública rehabilitación en la finca de Palito Ortega, Charly volvió a las canchas: lanzó un tema nuevo (no hay disco a la vista, salvo el muy filtrado a internet ‘Kill Gil’) y resucitó oficialmente en Perú. Chile fue la segunda plaza.


Viernes 02 de octubre, 21:27 horas (un día después de una memorable prueba de sonido en la que ensayó su show completo). Un telón blanco tapa completamente el escenario y sobre él se proyectan unas clásicas cortinas granate que simulan las de un teatro. De fondo suena una escala en piano que guiña a ‘Pasajera en Trance’. Unas par de potentes focos dejan al desnudo la sombra de Charly, quien levanta los brazos con look a lo Marilyn Manson después de ir a la Fuente Alemana. O-va-ción.


El telón cae y Charly ya está en su elemento: el piano. ‘El Amor Espera’ abre la noche. El ex -flaco está pendiente de muchas tareas pero no puede ejecutarlas todas a la vez. Hace el signo del heavy metal y mueve los dedos índices cual director de orquesta. El sonido recién se está calibrando. Al final del tema, Charly salta al centro del escenario y entona unos ‘wo wo wo’ que le dan calor al ‘Rap del Exilio’. Canchero, grita ‘Vamos a bailar’ e improvisa unos pasitos de twist que lucen como si los hiciera una mantis religiosa.


En una tónica que se repetirá toda la noche, pegadita llega ‘No soy un Extraño’. El clásico de ‘Clics Modernos’ suena impecable salvo por la gastadísima voz del bicolor, quien no llegará a ningún agudo esta noche. Me recuerda el efecto que me causó Bob Dylan haciendo ‘Just Like a Woman’ casi dos años antes en este mismo lugar. De todos modos, Charly está en su salsa y abraza cariñoso al ‘Negro’ López, mientras éste intenta terminar un punteo.


¿Estan listos para un rock? Say no More!’, grita antes del intro de ‘Cerca de la Revolución’. Sí: este nuevo Charly no sólo es robusto, sino generoso con sus hits y en particular, con los que no tocaba hace décadas. Eso sí, le da los coros al público. Y a Hilda, claro. Hilda es Hilda Lizarazu, ex voz del proyecto noventero Man Ray, corista histórica de Charly (1987-1993) y una persona clave en esta puesta en escena, como queda claro en ‘Chipi Chipi’ que suena apretadita con Charly al piano.


Tras despojarse de su chaqueta roja, Hilda acusa que llegó el momento de acalorarse. Y la guitarra de ‘Fanky’ lo dice todo. Primer aullido de locura de la noche. Se armó la fiesta. Pero bueno, volvamos a Hilda. La cantante reemplaza en escena la presencia que antes supieron encarnar nenas como Fabiana Cantilo o la fallecida María Gabriela Epumer (para mí, esa muerte marca el momento en que Charly abandona la cordura): no sólo canta bien, sino que además coquetea con el frontman y juega perfecto su rol de musa, de objeto de deseo. Por si no lo sabías, las canciones son para alguien, y en este contexto son para ella.


Tras la ambiental ‘Vía Muerta’ (‘ahora entramos en otra cosa’, introdujo Charly), llega el segundo aullido de locura: la caja de ‘Demoliendo Hoteles’ suena aplastante, agresiva, concentrada y visceral. Si vas a cantar, mejor grita. No demora en caer ‘Promesas sobre el Bidet’, que baja las revoluciones y en la cual Charly aprovecha de acercarse a su mayor socio en esta aventura: Fabián ‘Zorrito’ Von Quintiero, el mismo de los Soda Stereo con laca, el mismo de ‘Gustock’ por MTV, el mismo del Soul Café. El hombre del bigote le estrecha la mano al ‘Zorro’, la misma mano que esta noche trabajará doble resolviendo las partes que Charly ya no toca.


Salvo por las lindas visuales, ‘Adela en el Carrusel’ pasa inadvertida y con mayor razón a la llegada del himno ‘Rezo por Vos’ se desencadena el delirio. Sobre el final, Charly alza las manos e invita a rezar por Mercedes Sosa, intuyendo que a la legendaria folklorista le quedan 32 horas en este mundo. Qué postal.


Los hits no se detienen. Charly aprovecha ‘Yendo de la Cama al Living’ para presentar a sus músicos (incluyendo a los tres leales y talentosos compatriotas) y vuelve al centro de la escena mientras las proyecciones emulan la estética de ‘The Wall’, pero con el cruce de letras de ‘Say No More’. Y si pensabas que esa era para entonarla a morir, lo que viene es ‘Nos Siguen Pegando Abajo’. Eso no más te digo. Ah, estoy tan enamorado de Hilda. ¿Cuántos años tendrá? Se mueve tan libre como a mí me gustaría.


Influencia’ es una hermosa canción pero los agudos de Charly brillan por su ausencia. Luego, el trasandino juega al misterio y presenta ‘Llorando en el Espejo’ como ‘una canción de una época my lejana, pero muy presente. Algunos sabrán porqué’. El track suena muy íntimo y durante su extensión se proyectan unas manos gigantes que simulan tocar un piano, cosa que el mismo Charly hace por encima de sus teclas, palpando el éter. Con esa imagen me recuerda a Brian Wilson, otro que volvió del infierno y vive con minutos prestados. Primero Dylan y ahora Wilson: qué mejor evidencia de la condición de clásico de García.


Una línea de piano me quiebra de punta a punta: es ‘Pasajera en Trance’, con Hilda en la voz principal. Por primera vez me quedo paralizado. La carne de gallina no miente: peak de la noche. Para salir de tan melancólico mood, el propio Charly va al centro durante ‘Raros Peiandos Nuevos’ y trota en el lugar con toda la descoordinación posible. Al final de la rolinga ‘Vicio’, la ganadora del afecto de García es la propia Hilda. Obviamente el abrazo es mucho más largo esta vez.


A lo que hemos Llegado” anuncia, y se manda ‘Buscando un Símbolo de Paz’. El bicolor no se esfuerza en hacerse el interesante; con la sabiduría de los que estuvieron a un paso del abismo comenta afectuoso: “Ya se está acabando, no lo puedo creer. Qué rápido. Está bueno, ¿no? ¿Les gusta?”. Claro que nos gusta, maestro. La noche ya es para contarle a los nietos, pero nadie está preparado para escuchar ‘Estoy Verde’ con tanta energía: estoy cerca de la primera fila y cuando el bigote levanta la patita para ponerla por unos segundos en sus teclas, reparo en que tiene un brazalete rojo de ‘Say No More’ en su pantorrilla derecha. El cierre llega con ‘No Voy en Tren’, arrojada al karaoke masivo. Un juego de potentes reflectores se instala detrás de García y lo inunda de luz justo en el segundo en que llega eso de ‘Yo soy de la Cruz del Sur’. Charly levanta sus brazos cual Cristo y todo se va a negro.


Si el show hubiera terminado ahí, ya faltarían muchos adjetivos para calificar lo vivido. Pero hay más: a su regreso, el argentino vuelve con polera en lugar de camisa y se lanza con un grosero playback de su nuevo track, ‘Deberías Saber Porqué’, en el que ni siquiera se molesta en mantener el micrófono en su boca. Le sigue ‘Hablando a tu Corazón’, en la que cambia la letra y dice ‘Dame Dinero a mí’. Se viene el abrazo grupal y los siete salen del escenario. Tras una larga espera, Charly vuelve para dedicar ‘Inconsciente Colectivo’ a Mercedes Sosa. Parece el fin: pasan largos minutos y el público comienza a rugir pidiendo ‘Los Dinosaurios’ Finalmente, el bicolor concede: la versión parte delicada en piano, pero luego se torna grandilocuente y rockera.


Cuando un amigo está enfermo y uno cree que su vida corre peligro, la satisfacción de verlo bien se multiplica exponencialmente. Si a eso se suma la presencia del soundtrack básico en la vida de cualquier sudamericano, el resultado es emoción viva. Sos Grande, Charly. Qué bueno es conocerte mientras vives. (Ah, Hilda Lizarazu tiene 46 años. Qué linda alma)