felipe arratia

Tuesday, March 31, 2009

No me Olvides

El contexto no era el más óptimo. Las piernas desgastadas, la capacidad de asombro puesta a prueba (tras Peter Gabriel, Patton, Cornell y dos noches de Radiohead) y la condición de ‘artistas del recuerdo’ de los números a presenciar, hacían de la noche ochentera del Pepsi Fest una total incógnita.

La primera sorpresa fue que Blondie se encargara de abrir los fuegos. Pensaba en ella como el artista más influyente y con mayor repertorio de la jornada; sin embargo, la mandaron al frente de inmediato. Debbie Harry apareció con un sobrio vestido blanco y negro, tratando de mostrarse sugerente aún a sus 63 años. ‘Hangin’ on a Telephone’ arremetió con intensidad punk, pero la mesa de sonido aún estaba calibrando niveles y la voz de Harry casi no se escuchó.

Cinco músicos cubrían la espalda de la rubia; entre ellos, los fundadores Chris Stein (pareja de Debbie Harry) y el baterista Clem Burke. La banda quiso dejar en claro que, a pesar de su innegable talento para el pop, tienen un origen mucho más callejero. Ahí estaba el logo del CBGB en la batería para atestiguarlo. Tras ‘Will Anything Happen’, la gloriosa ‘Atomic’ prendió al púbico gracias a ese bajo saltarín y la entrega de Harry que suple con tremenda actitud su registro resquebrajado por el tiempo.

La banda cubrió la mitad del show con temas menos difundidos como ‘Two Times Blue’, ‘The Hardest Part’ y ‘Fade Away’, que llegó con dedicatoria especial a una fan. Un poco de romance ((I’m Always Touched by Your) Presence, Dear’) y algo de presencia Ramonera (‘I’m Gonna Love You Too) dieron paso al bloque estelar que llegó con la bella ‘Dreaming’, tema que cerró con una reverencia de Debbie Harry. Luego, ‘María’ provocó el primer karaoke masivo de la noche.

Harry amaga con irse, pero los músicos no se mueven y dan paso a una excelente versión de ‘Call Me’, esa sólida creación de Giorgio Moroder. Sobre el final, Debbie pide en español que ‘la llamen’ (igual que en la versión original) y hace señas como si tuviera un teléfono en su mano. Lo que viene es puro calado: la cadenciosa ‘The Tide is High’, una extraña versión de ‘Rapture’ (con Harry cambiando el tempo de su interpretación y rapeando como si fuera 1979) y pegadita, una soberbia versión de ‘One Way or Another’. En el cierre, ‘Heart of Glass’ provoca el delirio a pesar de que la ex rubia olvida un par de estrofas del tema.

Blondie dice adios y 35 minutos después, María Laura Donoso (¿?) presenta a Rick Astley. Todos los comentarios aludían a su show como el punto bajo de la noche y se preguntaban de dónde sacaría repertorio para completar una hora de show. Qué errados estábamos: el inglés entró golpeando con ‘Together Forever’ prendiendo a todo el Arena. Cinco músicos y dos coristas se subieron con el galán que apareció de polera, pantalón y camisa negra, además de pelo corto con su clásico jopo y un rostro que por ningún lado evidencia sus 43 años.

Tras la romántica ‘The Love has Gone’, el astro saluda a sus fans y comienza a hacer su stand up comedy: “ustedes, las chicas, están bien después de 20 años; los hombres, esa es otra historia.” Desde la cancha, Astley recibe una flor y dice: “Este es el timing perfecto, porque lo que viene ahora es muy romántico’ y se manda una balada llamada ‘When I Fall in Love’. Tras otro par de temas, se siente en la necesidad de explicar su set: “No puedo cantar muchas canciones rápidas seguidas. Tengo 43 años, que no es tan viejo, pero igual”.
Negrita
Tras ‘Hold me in Your Arms’ y ‘The Ones You Love’ (en la que muestra que también tiene conciencia social), llega un momento muy esperado: ‘Cry for Help’, prueba concreta de lo intacta que mantiene su garganta el británico. La versión es perfecta y deja prendido al crooner para ofrecer ‘un poco de Motown’, y mandarse con ‘Ain’t Too Proud to Beg’ el estándar de los míticos Temptations.

Lo que viene es memorable: una mujer le lanza un voluminoso sostén al escenario y él pide que la suban a escena. La mujer asciende y no se lo puede creer: el propio Rick le pide que cante ‘My Heart is Missing You’ y ella, lejos de achuncharse, la entona muy afinada. Astley le hace masaje y ella aprovecha para correrle mano. La delirante escena termina con un beso y las carcajadas del recinto completo.

Para el cierre, Astley hace mover las caderas con una excitante ‘Whenever you Need Somebody’. Tras una breve pausa, el cantante vuelve solo con guitarra acústica y entona ‘Never Gonna Give You Up’ con un mini guiño a ‘I Should be so Lucky’ de Kylie, otro de los hits de Stock, Aitken y Waterman. Pero no nos podemos ir sin escucharla como correponde y es el cierre preciso: el hit ochentero convierte al Arena en una discoteque y despide a Astley como ídolo. Quién lo hubiera dicho. Son las cosas que pasan cuando uno es capaz de reirse de sí mismo.

Cuando las piernas ya comienzan a flaquear y hay ganas de escuchar un set bien arriba, A Ha lee todo al revés y llenan su presentación de midtempos que permiten lucir la intachable voz de Morten Harket, pero no mueven a un público con ánimo de fiesta. Recién al tercer tema, ‘Cry Wolf’ consigue el objetivo en parte.

Sobre el escenario, el grupo se para con el tecladista Magne Furuholmen a la izquierda y haciendo de vocero; Harket al centro, recibiendo todos los alaridos femeninos y a la derecha, el flaco guitarrista Paul Waaktaar-Savoy, el genio silencioso y responsable por TODOS los hits del grupo. Completan la escena dos tecladistas adicionales al fondo del stage.

Definitivamente será un set que priorizará la sutileza por sobre la energía. Guitarra acústica mediante, el trío olvida el sonido sintetizado por un rato y ‘Hunting High And Low’ derrite a la audiencia. Los noruegos suman dos tracks más a su mini unplugged y llama la atención la mínima comunicación del frontman con la gente, casi una caricatura de la frialdad nórdica.

Eso sí, con canciones como ‘Crying in the Rain’, no hay mucho que criticar. Para el bis, el trío agradece el apoyo incondicional y se mandan la mamona ‘The Sun Always Shines On TV’. Como ya es obvio con cual deberían cerrar, me pregunto qué debería sonar ahora: ¿la sexy ‘Move to Memphis’? ¿la bailable ‘Touchy’? ¿la clásica ‘Early Morning? Ninguna de las anteriores: el grupo opta por ‘Analogue’, tema que da nombre a su último CD de estudio. Como toda la noche, una impopular decisión.

Sólo ‘Take on Me’ y su tecladito invencible parecen aminorar en algo la desazón. Pero el daño ya está hecho: A Ha hizo su set pensando en sí mismos y no en la audiencia. Es un error que ya sería grave en cualquier concierto, pero en un evento que vende nostalgia es aún peor. Chicos, no necesitan probar nada: ya sabemos que son buenos. Tómenselo con humor. Y si no saben cómo hacerlo, pregúntenle a Rick Astley.

Monday, March 30, 2009

Meeting People is Easy

La curiosidad me mata. Qué ganas de saber qué sentían y/o pensaban esas 28 mil personas cuando los beats abstractos y asimétricos de '15 Step’ estremecieron la Pista Atlética. Saber qué imágenes, recuerdos, amores, tristezas y personas evocó el arribo de Thom Yorke a un escenario en Chile. Tratar de imaginar las historias personales que llevaron a toda esa gente a coincidir en una de las muestras más lúcidas de que la búsqueda de la belleza sigue teniendo sentido.

A eso de las 18 horas, los chilenos de Casino hicieron un digno papel con un set de 7 temas. Y 90 minutos después, Kraftwerk dieron señales de dónde están los intereses del quinteto de Oxford por estos días. A bordo de sus laptops, los germanos mostraron una versión compacta del recordado show del 2004 en el Víctor Jara, pero esta vez les jugó en contra el recinto: en un lugar tan grande y abierto, sus visuales sofisticadas y electrónica minimalista pareció sólo acelerar la ansiedad por el plato fuerte.

Los británicos fueron puntuales. El track inaugural del perfecto ‘In Rainbows’ enardeció a los presentes aunque las reaciones fueron bipolares: muchos aullaban, gritaban y saltaban; otros, inmóviles, se resistían a creer que morirían con un show de Radiohead en el cuerpo. Con cinco minutos no alcanza para salir del asombro, y antes de ese lapso llega ‘Airbag’, un combo al mentón. Sí: una canción de ‘OK Computer’ está sonando en vivo en mi comuna. Yorke se calza la guitarra y Johnny Greenwood va a los teclados.

De inmediato, la banda desnudó el impactante aparataje visual que trae consigo este tour. Por una parte, las cámaras robóticas que se esconden por cada rincón del stage, mostrando en las pantallas gigantes todo detalle posible del grupo en vivo, sugiriendo mecánica paranoia. Y por otro lado, el diseño de luces creado, -estudio de impacto ambiental mediante-, para construir las atmósferas de cada uno de los temas, incluso con colores predominantes. En ‘Airbag’ manda el morado.

(‘Buenas Noches, Crazy’) Tras el saludo de Thom Yorke, Ed y Johnny asumen las percusiones adicionales en ‘There There’. El larguirucho Ed O’Brien además se destapa como segunda voz, rol que ejercerá con propiedad durante largos pasajes de la noche; en tanto, Johnny hace de sí mismo, incluso usando una camisa leñadora igualita a las que se calzaba hace 15 años. Esta canción es de color rojo.

Para los de Oxford, ‘All I Need’ luce tonos salmón. Yorke ejecuta la desgarradora parte final y golpea las teclas del piano con más energía de la necesaria. Tras el fin del tema, sale de escena y un roadie explica a duras penas un problema con el monitoreo del cantante. La tensa espera se vive con Colin y el pelado Phil Selway jugando con un pasaje de ‘There There’ y Johnny haciendo poses de fisicoculturista ante las risas de la gente.

De vuelta, Yorke muestra todo lo que puede hacer su garganta en ‘Nude’ (color blanco), mientras que en temas como ‘Weird Fishes/Arpeggi’ (azul profundo) queda claro el enorme sentido comunitario de este proyecto y porqué ni Thom ni Johnny están interesados en ser solistas. La electrónica minimal se hace presente con ‘The Gloaming’ (verde fosforescente) y esos tonos bajos sacados de Guantánamo que parecen reventar a cada segundo. Por primera vez vemos a Yorke dejando llevar su humanidad al son de la música.

Una transmisión radial chilena precede a ‘The National Anthem’, uno de los tracks que entra en la categoría “CDRQDM” (‘Canciones de Radiohead que dan Miedo’). Las líneas rojas del juego de iluminación parecen proponer una hipnosis colectiva; el opuesto total llega con la muy beatlesca ‘Faust Arp’, en la que Thom, Johnny y una guitarra de palo nos cantan eso de ‘I Love you but enough is enough’. La primera super ovación emerge con ‘Karma Police’ (color rosado), que suena a la pata, al igual que ‘Optimistic’. Al final de esta, los ingleses agradecen y Colin Greenwood aplaude al público asumiendo su papel natural de jefe de barra de Radiohead.

De vuelta al piano, Yorke se hace acompañar por Johnny para ‘Pyramid Song’, otra “CDRQDM”. El chascón toca su guitarra con un arco para violín, al estilo Sigur Ros. Justo antes de ‘Reckoner’, el cantante dice ‘I Can Hear You Now’, dando por superado el impasse técnico sólo a la mitad del show. Ello permite que Yorke se meta mucho más en su personaje justo cuando llegan los pasajes más energéticos del concierto, de la mano de ‘Jigsaw Falling into Place’, la estupenda ‘Idioteque’ (como crece en vivo esa canción!!) y ‘Bodysnatchers’. ‘How To Disappear Completely’ cierra la tanda y el grupo hace su primera salida.

De regreso, Yorke impacta de entrada con esa joya llamada ‘House of Cards’ (‘I don’t Wanna be your Friend, I Just Wanna be your Lover’), otra prueba de que ‘In Rainbows’ está para pelearle el trono a ‘OK Computer’. Sólo denle un par de años. La sorpresa total ocurre con ‘Just’, lo primero que suena del guitarrero ‘The Bends’. La versión es furiosa, caótica y llega con anécdota: el momento del solo de guitarra pilla a Johnny paveando y se pifia de modo tan grosero que todo el recinto lo capta. Es la nota humana de la jornada.

La cortavenas ‘Videotape’ pide cancha como uno de los tracks más desoladores que haya escrito el grupo con más himnos tristes de la historia, pero las palmas se las lleva la impresionante interpretación de ‘Paranoid Android’, esas tres cancones convertidas en una sola que dejan la carne de gallina en todos los presentes. Otra salida y regreso a escena, y Yorke en su críptico estilo se limita a decir ‘There’s no business like show business’. Freak.

Sentado al piano otra vez, el líder de Radiohead ejecuta ‘You and Whose Army’, una “CDRQDM” más. Yorke se vale de la multimedia del grupo y, mirando a la cámara en un super close up, genera un intimidante efecto que muestra la parte menos agraciada de su rostro en las pantallas gigantes del lugar. Antes del cierre, ‘2+2=5’ y ‘Everything In Its Right Place’, impecables ambas, dan paso al gran regalo de este tour: ‘Creep’, interpretada con pasión y compromiso por ese mismo grupo que se había jurado no tocarla más.

Al día siguiente, el viernes 27, los de Oxford shockearían al público al abrir con ‘Creep’, tal vez pensando que no era muy digno cerrar el tour de ‘In Rainbows’ con un tema tan poco representativo del presente de la banda. Thom Yorke se nota visiblemente más relajado: masca chicle, sonríe y le ofrece el micrófono al público para que cante partes del tema. Luego meten ‘The National Anthem’, pero de ahí en adelante el orden del set es esencialmente el mismo del día anterior.

Eso sí, los cinco están mucho más metidos en el show y si existía chance de sonar mejor que el jueves, lo lograron. Esto es particularmente evidente en temas muy lentos, donde el público enmudecido se conmueve a solas con gemas como ‘Exit Music (From a Film)’ y ‘Street Spirit (Fade Out)’. Por su parte, el mejor Yorke de las dos jornadas apareció a mitad del¡ este set, con ‘Reckoner’, ‘Just’ (esta vez, brillante) y en especial, ‘Idioteque’, durante la cual bailó como un poseído.

Tras volver a escena, Ed O’Brien asume la vocería y en aceptable español (y apoyado de un torpedo) agradece a la audiencia y entrega un poco de calidez desde el escenario. Cinco canciones después, un relajado Thom Yorke juega con la letra de ‘The One I Love’ de R.E.M. justo antes de ‘Everything In Its Right Place’. En el cierre, es el único momento en que el cantante se extiende, saludando con cariño al público y haciendo mención a su equipo de trabajo y a Kraftwerk. Lo último que suena de Radiohead en Chile es ‘Paranoid Android’.

De pocas bandas se puede decir que su música es claro reflejo del tiempo que les tocó vivir. Se dijo eso de los Beatles, por ejemplo. A Radiohead no les tocó una era optimista ni inocente, ni sana, ni positiva. Y eso exhudan cada una de sus composiciones. Pienso en una melodía de Babasónicos, en un capítulo de ‘Six Feet Under’, en una película de Wes Anderson o en un libro de Zadie Smith. Después de estos conciertos, hay otro ejemplo que confirma la única vocación de mi vida: la búsqueda de la belleza.

Setlist Jueves 26: 15 Step /Airbag / There There /All I Need /Nude / Weird Fishes/Arpeggi / The Gloaming / National Anthem / Faust Arp / Karma Police / Optimistic/ Reckoner / Jigsaw Falling Into Place / Idioteque / Bodysnatchers / How To Disappear Completely / House of Cards / Just / Videotape / A Wolf at the Door / Paranoid Android / You and Those Army / 2+2=5 / Everything In Its Right Place / Creep

Setlist Viernes 27: Creep / National Anthem / 15 Step / There There / All I Need / Nude / Weird Fishes/Arpeggi / The Gloaming / Climbing Up The Walls / No Surprises / Videotape / Morning Bell / Reckoner / Just / Idioteque / Exit Music (For A Film) / Bodysnatchers / Jigsaw Falling Into Place / Dollars and Cents / House Of Cards / Street Spirit (Fade Out) / Everything In Its Right Place / Go Slowly / 2+2=5 / Paranoid Android

Thursday, March 26, 2009

Yo Soy el Cantante

Un par de semanas sin escribir. Digamos que mi propia contingencia se vio algo movida, y eso llevó a que no hubiera review del correcto show de Keane el pasado 05 de marzo. Sobre Peter Gabriel tampoco hablaré porque sólo me quedé media hora por motivos de pega, aunque de lo que vi me encantaron ‘Steam’ y ‘Blood of Eden’, y luego supe que subió a los Inti Illimani para hacer dos canciones juntos. El inglés lucía muy mayor, pero su voz está intacta.

Han sido días agitados: el martes 24 en el Sheraton vi a Mike Patton hablando todo el tiempo en italiano con los tanos del grupo Zu, mientras los convocaba a una ronda de pisco sour. Y el miércoles 25 a las 13:50 hrs. presencié junto a 10 personas la silenciosa llegada de los Radiohead al Hyatt, tal vez aletargados por la extensa noche de carrete en Buenos Aires. Sólo Ed O'Brien hizo un atisbo de saludo, pero Thom Yorke se sumergió en sus lentes oscuros.

Pero donde nos detendremos es en la noche ‘rockera’ del Pepsi Fest, la del miércoles 25. Movistar Arena : 21 horas, y sin siquiera precisar que se apaguen las luces del recinto, el proyecto Zu está en escena. Una película se proyecta en las pantallas gigantes sugiriendo un aire de banda incidental para el enésimo proyecto de Patton. En tanto, él y los miembros del grupo lucen máscaras de luchadores. Los guardias que los acompañan a los costados, también.

Es inservible hablar de setlist en un show como este. Patton no quiere que cantemos con él ni que lo acompañemos de forma alguna: la invitación es a vivir una experiencia. Y para ello son útiles los chillidos, susurros, aullidos, silbidos y cualquier variante sonora posible que pueda emitirse por una garganta. Como era de esperar, los italianos que lo acompañan son excepcionales instrumentistas que manejan tempos con precisión sobrehumana sin creerse el cuento del ‘virtuoso’. Un saxo alto, un bajo y una batería son los aliados del ex Faith No More, quien por largos pasajes se apoya en unas tornamesas para extraer distintos tipos de artículos para filtrar su registro infernal.

Para Patton, todo es juego: al público que corea su apellido, les responde ‘Puto, Puto’; ni se inmuta cuando se le acercan un par de escupos que tratan de evocar la imagen de ese show del ’95 en el Teatro Caupolicán; y ante la arremetida de un fan que trata de abrazarlo en escena, sólo atina a no moverse mientras dos gorilas de seguro le quebrarán las piernas en backstage a ese pobre pastel.

Las estrofas y estribillos aquí no corren; los mensajes, tampoco: la forma es el fondo. Esto es una obra de teatro sin principio ni final. Y si a alguien le quedaban dudas que el hombre es un romántico, nada mejor que una versión de ‘Crying’ de Roy Orbison cantada en italiano. Qué situación más “Patton”. A estas alturas, más que un apellido, un adjetivo calficativo.

Sigamos adelante. Las noticias que se comentaban sobre Chris Cornell no eran alentadoras: el rockstar venía en vuelo directo desde Dallas y había perdido una conexión aérea. Por la tarde, los rumores sugerían lo peor. Su set fue modificado para cerrar la jornada: correcta decisión ya que llegó a Chile a eso de las 21:30 horas, cuando Patton ya estaba en escena. Finalmente, a las 22:55 horas emergió el grunge hero, enfundado en chaqueta de cuero negro, jeans gastados y más chascón de lo que lo recordaba. Un aire a Sergio Lagos, digamos.

Cornell escogió partir por ‘Scream’, su disco ultra pop (producido por Timbaland), y se mandó de una con ‘Part of Me’ y ‘Time’ que para ser sinceros, no desentonaron al sonar más orgánicas. ‘You Know my Name’ y ‘No Such Thing’ recordaron su pasado más inmediato con el inadvertido CD, ‘Carry On’. Lo único que preocupaba es que, por pauta, el de Seattle tenía 90 minutos para tocar, muy lejos de las casi tres horas que hizo en el Espacio Riesco 15 meses atrás.

Pero el hombre se nos empezó a entusiasmar, y las joyitas empezaron a caer. Tras despojarse de la chaqueta y sembrar el delirio femenino, Cornell pasó por caja con ‘Spoonman’. Sin pajearse con versiones raras, la hizo a la pata y en el embale, se mandó ‘Show me How to Live’ de Audioslave y el primer momento Kodak de la noche: la memorable ‘Hunger Strike’ de Temple of the Dog.

Tras media hora en escena, Chris Cornell se apropió del lugar: dejó de pasearse como león enjaulado y adquirió pose rockera. Mirando a los ojos de sus fans, se dejó llevar por sus agudos y siguió dosificando: un himno de estadios (‘Be Yourself’) y un rock con bolas (‘Rusty Cage’). Así nos fuimos.

Pero antes, y repitiendo el esquema de la visita anterior, pidió cancha para él solo y montó un set acústico que se extendió mucho más de lo esperado, incluso por él mismo. Partió con un peak llamado ‘Fell on Black Days’, sumó esa oscurísima versión de ‘Billie Jean’ de Michael Jackson, y regaló otra vez esa maravilla llamada ‘Seasons’, esta vez junto a sus músicos tomando las acústicas.

De vuelta a la electricidad, Cornell no paró más de remecernos. Partió piolita con ‘Gasoline’ y ‘Watch Out’, pero con ‘Burden in muy Hand’ y especialmente con ‘Pretty Noose’, se puso al día. Esa fue mi favorita de la jornada. Para el final, qué mejor que desempolvar ‘Outshined’ y ‘Jesus Christ Posse’, dos temas pasados a camisa leñadora. A esas alturas, Cornell ya había formalizado su romance con Chile, declarándonos ‘el mejor público del mundo’.

El inevitable cierre llegó con sorpresas: una apabullante versión de ‘Inmigrant Song’ de Led Zeppelin, sumado a la que faltaba: ‘Black Hole Sun’, en versión karaoke con las 12 mil almas gritándola a coro. Habían pasado dos horas y 25 minutos. Sí, la hizo de nuevo: Cornell no se sabe editar. Lo quiere cantar todo y nosotros, felices lo escuchamos. Eso sí, las piernas me estaban matando. De hecho, nos salimos del Arena cuando regaló ‘Like Suicide’ de yapa. Es bonito como imagen: quedó la sensación de que uno se fue, y Chris Cornell sigue cantando.

Llegó el turno para Radiohead en Chile.

Wednesday, March 11, 2009

Toda la Razón


"¿Quieres ser realmente maduro? Entonces ten la valentía de fracasar en grande y no desaparecer. Hazlos preguntarse porqué sigues sonriendo." (Kirsten Dunst en 'Elizabethtown)

Saturday, March 07, 2009

Triple Pack (otra vez)

Rock clásico, reggaeton y teen pop. Todo en un fin de semana. La oferta amplia y el desprejuicio se confabularon para que en tres días pudiera presenciar shows muy distintos. A saber:

DEEP PURPLE (TEATRO CAUPOLICAN, JUEVES 26 DE FEBRERO)

A pesar de que han venido 35 veces (con caída de torre de sonido y todo), nunca los había visto. Las leyendas setenteras metieron casi 4 mil personas al Caupolicán en la semana del Festival, dando cuenta de la popularidad de estos números en Chile.

La primera anomalía fueron las sillas en la cancha. ¿Creen que alguien vio el show sentado? Cuec. El quinteto, con tres miembros originales, hizo un set de memoria: tocaron el grueso de sus hits e hicieron esos solos eternos que su público les exige. La base rítmica estuvo impecable pero Ian Gillan, en gran estado físico, fue la mayor anomalía. Parece que el frontman se resfrío en Puerto Montt y tras 10 minutos de concierto, no volvió a llegar a ningún tono. Sólo el karaoke masivo lo salvó.

Al menos siempre será inolvidable presenciar en vivo canciones como ‘Hush’, ‘Burn’ y ‘Smoke on the Water’. Cualquiera se siente un ‘socito’ al escuchar esos riffs. Es una laminita más para pegar en el álbum de los shows en vivo.

LO MEJOR: La partida con ‘Highway Star’. De repente, me apareció un pañuelo en la cabeza, un signo demoniaco en mi mano y una Harley Davidson a mi lado.

LO PEOR: La voz de Ian Gillan. Su resfriado registro se acabó a los tres temas. Durante el resto del show fue un fantasma.

DADDY YANKEE (FESTIVAL VIÑA, VIERNES 27 FEBRERO)

Tras presenciar su aplastante debut en Viña 2006, no me perdía por nada el ‘bis’ del ‘Cangri’. El boricua abrió con ‘Jefe’, ‘Machucando’ y ‘Noche de Entierro’, tres claras muestras de sus virtudes: sentido del show, talento asombroso para frasear y energía inagotable y pegajosa que hace bailar por osmosis. En ‘King Daddy’, la intro entra por tus oídos, y sigue directo a tus caderas sin detenerse en tu cerebro.

Llegó el jefe, empezó la rumba. Esto no para’, decía a cada momento el dueño de la fiesta. Y quien podría contradecirlo después de escuchar ‘Pose’, ‘Seguroski’, ‘Machete’, ‘Tu Príncipe’ e ‘Impacto’, una tras otra. Además, tiene un magnetismo envidiable: sus convocatorias a alzar celulares y cámaras parecían un mando entre el público; de hecho, la gente hacía silencio total cuando les hablaba, las mujeres le ofrecían sus guaguas para que las tome y hasta la dupla Za-Sa se rindió a sus pies.

En ese contexto, con ‘Rompe’ como clímax (¿Es posible quedarse quieto con esa canción?), el resto del set fue sólo confirmar su exploración en otros territorios. ‘Somos de Calle’ lo confirmó como el mejor MC de habla hispana, y en ‘Llamado de Emergencia’ (indiscutida canción del verano) demostró que también puede jugar a ser Juanes si se le da la gana.

He visto mucho reggaeton en vivo y, excluyendo a Calle 13, todos se ven como un chiste de mal gusto al lado de Daddy Yankee. El ‘Big Boss’ tiene ideas, talento, ambición y repertorio para quedarse con nosotros por un buen rato. ¿Moda pasajera? El reggaeton, tal vez; Daddy Yankee, no.

LO MEJOR: Con un setlist sin puntos bajos, los momentos extramusicales hicieron del show algo inolvidable: la presentación de Don Francisco, el video hecho por un fan para ‘Somos de Calle’ y en especial, la dinámica ‘Foto-Flash-Foto-Flash’.

LO PEOR: El grosero corte que la producción le dio al show en la Quinta. Por pauta, Daddy tenía tres temas más, pero lo bajaron igual. 15 mil personas eufóricas tuvieron que irse con la cola entre las piernas a pesar de que el show terminó a las 02:20, hora de inicio de Roger Hodgson dos días antes.

BACKSTREET BOYS (MOVISTAR ARENA, 01 MARZO)

Caí por casualidad en este concierto, ya que fui convocado para la abortada transmisión de Radio Activa. Despojado de la labor que venía a cumplir, me limité a ver el show. Puntuales, los cuatro BSB se posaron en el Arena con batas de boxeadores y ‘Larger than Life’ mezclada con la música de ‘Rocky’.

Cuesta hablar de lo que pasa sobre el escenario cuando a tu lado niñas de 10 a 35 años se arrancan los pelos, lloran desconsoladamente, gritan sin parar o derechamente pierden el conocimiento. Nick, Howie D, A.J. y Brian aún logran el efecto. O al menos, lo tienen con personas que los esperaban hace 11 años.

Durante la presentación abundan las frases del ‘Manual del Galán’: la verdad, da lo mismo lo que digan. Aunque pronuncien una ecuación o una solución química, el aullido viene garantizado. Por lo mismo, no hay necesidad de un esfuerzo mayor en términos físicos y ellos lo entienden así, ya que bailan como gente de 30 y tantos años: parejito.

Tras un peak con ‘I Want it That Way’, el cuarteto hizo el mínimo esfuerzo con un bloque de lentos largamente coreados. En ‘Quit Playing Games’ subieron una imagen de cartón (como las de los revelados de fotos) del retirado Kevin, generando un nuevo delirio hormonal.

¿Otros momentos? La version ‘spanish’ de ‘I’ll Never Break your Heart’ (la más coreada) y el final eufórico con ‘Everybody’. Simpáticon, pero en un show donde lo importante no es lo que pasa en escena, no se puede aspirar a más que una simple anécdota.

LO MEJOR: Ver en vivo como enloquece la gente por un número musical. Llantos, aullidos, desmayos, histeria. Fueron dos horas en el manicomio. Muy divertido.

LO PEOR: Darme cuenta de que conozco más de 10 canciones de BSB. No le cuenten a nadie.