felipe arratia

Monday, July 27, 2009

We’re All Mad Here

(“Esta es la Carrera donde Nadie Ganará, Empezó Mañana pero Ayer Terminará”)

El Gato Risón es el primero en verbalizarlo ante la pregunta angustiada de Alicia sobre qué camino tomar: “Eso depende de dónde quieras ir”, dice el felino. ‘Aún no sé donde quiero ir’, dice Alicia. “Entonces no importa el camino que escojas”, concluye el Gato de Chesire. Luego le sugiere ir donde el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo. Ella reclama: ‘Pero no quiero estar con gente loca’. El gato concluye: ‘Oh, no podrás evitarlo. Acá estamos todos locos’…..

Siempre lo he creído: ‘Alicia en el País de las Maravillas’ no es una historia para niños (¿Ostras parlanchinas devoradas por una morsa? ¿Flores movidas por la Envidia? ¿Sentencias de degollamiento anunciadas por una dictadora?). Es una narración de increíble complejidad que está en las antípodas de los cuentos de princesas encantadas o fábulas con enseñanza tipo ‘Pulgarcito’. ‘Alicia…’ lidia con el cuestionamiento de una persona que se pregunta si vale la pena convertirse un adulto, si reporta beneficios seguir las convenciones sociales. En una frase, si en una de esas es mejor perder la razón.

La versión que todos hemos asumido como definitiva es la de Disney (1951), a pesar de las simplificaciones y cambios que incluye respecto de la historia original de Lewis Carroll, quien carga con la leyenda negra de su supuesta condición de pedófilo que le narraba historias fantásticas a las niñas a su cuidado para mantenerlas cerca suyo.

En marzo de 2010, finalmente llegará una versión que podría opacar a la animada. Es difícil pensar en un director más apropiado que Tim Burton para llevar el cine este cuento. Da la sensación de que sólo estaba esperando que la tecnología alcanzara cierto nivel para llevar a la pantalla grande los diseños que tenía en su cabeza. Por el momento, los adelantos son para llorar de emoción y sí, para volverse loco. Si aún no lo ve, disfrute el trailer:


Saturday, July 25, 2009

Beatiful Future

No fue amor a primera vista: ha sido una pasión que se cocinó a fuego lento y, en la que a medida que pasan los días, más prendado me siento. En mi Top 10 personal de bandas hay nombres indiscutibles, artistas que son asignaturas obligatorias (Beatles, Led Zeppelin, The Clash, qué se shó). Pero hay otros: las obsesiones personales, los que uno siente suyos. Los que están atachados forever con imborrables historias propias. Los míos son tres: Red Hot Chili Peppers, Babasónicos y Primal Scream.

Fue en el ’97, entrando a la universidad y a Extravaganza!, que se inició mi devoción por los revolucionarios de Glasgow. En medio de eternas sesiones de escucha con los amigotes, me di cuenta que ese mix de rock Stone con electrónica desatada le había hecho algo a mi cerebro: lo expandió. Al año siguiente, cuando anunciaron visita, no lo podía creer. Hoy, por primera vez, voy a reconocer un secreto que oculté 11 años: Tito y Péle dijeron que no irían porque les parecía muy caro el precio. Yo fui igual a comprarme la entrada y, como que no quiere la cosa, le dije al vendedor, que me parecían muy caros los tickets. El me dijo: ‘¿Sabis qué? A mí me pasaron uno y no voy a ir. Te vendo el mío’. Finalmente, días después iría al concierto con un ticket 5 lucas más barato…..

Pero un día antes del show fue el de la gran anécdota. Era el lanzamiento del nuevo disco de Los Morton en la Discoteque Zoom, y yo estaba en la puerta, listo para entrar. De pronto, alguien dice que en el Hotel Carrera estaban los Primal Scream, quienes el día anterior habian ido al estadio. No lo pensé dos veces y partí para allá: sin mayores atados con los guardias, llegué hasta el bar del hotel y ahí estaban, junto a un reducido grupo de fans. De ellos, sólo reconocí a María José Viera Gallo, de la Zona de Contacto y su hermana Manuela, que ahora es artista.

Tímidamente me puse a conversar con un tipo que resultó ser el tour manager y me hablaba mucho del Valle de la Luna. Tras un rato, logré acercarme a la estrella: Bobby Gillespie. Le comenté que los precios estaban caros y él dijo que me iba a poner en una lista para que entrara gratis. Dado su estado, nunca pregunté por esa lista en la puerta de la Oz. Como hay una delgada línea de ridículo entre la genuina admiración y el groupie patético, antes de sentir que le estaba dando la lata, agarré una carta de tragos del hotel, la doblé y le pedí que me escribiera algo. Sé que no me creerán pero Bobby estuvo 5 minutos paralizado y mudo. Juntando las neuronas, supongo. Finalmente, lo que escribió fue:

“Girls with Braces on their Teeth, Girls with Calipers on their Legs are the Most Attractive Ones.
Buck Teeth and Twisted Legs = A Sick Soul that’s been Redeemed
The Church of Christ without Christ. My Daddy’s got Wise Blood” B.G.

De esa noche del 23 de abril en la Oz tengo muchos recuerdos, pero los más claros son la polera roja del ex guitarrista Robert Young (descalzo y fumando como chimenea), que era roja y decía ‘Who the Fuck is Mick Jagger’, y la furiosa interpetación final del ‘Kick Out the Jams’ de MC5. Recuerdo haber salido aturdido del lugar, como si hubiera recibido una descarga eléctrica.

Pasarían varios años antes de que hubiera un reencuentro. Fue el viernes 5 de noviembre del 2004 en Buenos Aires. Fiel a ellos, crucé la cordillera porque el SUE no los habia convocado. Viajé en el mismo avión que PJ Harvey, -que no quiso sacarse una foto conmigo-, tras haber visto la noche anterior en San Carlos de Apoquindo unos imborrables shows de Mars Volta y Morrissey. Esa jornada, en el Club Ciudad de Buenos Aires, ya había visto a Bebel Gilberto y me había repetido a Morrissey en un vip junto a Ale Sergi de Miranda! quien no podía parar de describir su emoción por ver a Moz.

Pero llegó el momento estelar. Primal se subieron al stage principal para presentar su flamante ‘Evil Heat’ (lamentablemente a la misma hora que Pet Shop Boys en otro escenario) y los rumores se confirmaron: los escoceses tocaron con Kevin Shields de My Bloody Valentine. Histórico. Esos 75 minutos se sintieron como si los Sex Pistols hubieran tenido una hija con Kraftwerk, y ésta hubiera sido violada por Iggy Pop. Particularmente shockeantes: ‘Rise’ y la enorme ‘Swastika Eyes’. Esa noche me junté en el backstage con Mani Mounfield y hablamos de fútbol, montañas y música. Un tipazo.

Y la última vez fue hace exactos tres años, en el festival Summercase, la naciente competencia de Benicassim. Ahí, en el Parc del Forum de Barcelona, ellos encabezaron la segunda jornada. Un día antes, en Madrid, Bobby había sido golpeado en un bar donde, al parecer, él mismo armó la rosca.

Ese 15 de julio fue el día irrepetible en que vi en la misma noche a Happy Mondays, New Order y Primal Scream. Todo Madchester de una sola vez. Tras un show memorable de New Order, corrí al otro escenario y me perdí ‘Blue Monday’ para ver como Dios manda a los piratas de Glasgow. Bobby dio una performance que enfureció a algunos y maravilló a otros: botó pedestales, se subió a los amplificadores, subió chicas al escenario sólo para besarlas y hasta amenazó con bajarse los pantalones. Todo esto, rodeado de hooligans con vaso de Guiness de un litro, la mejor compañía posible para ver a Primal Scream.

Este 28 de octubre en el Movistar Arena voy a tener la suerte de vivir un cuarto encuentro con Bobby, Mani y compañía. Esta vez, la excusa se llama ‘Beatiful Future’, aunque ellos ya no necesitan excusas para aparecerse por la casa: ya son como viejos amigos. Por lo mismo, esta vez sí que le voy a preguntar a Bobby qué diantres fue lo que me quiso decir con su escrito.

Friday, July 24, 2009

Allen Klein (1931-2009)

Hubo un tiempo en que dentro de la industría de la música, el manejo de las lucas se convirtió en cosa seria, y nadie quería lidiar con cosas serias. Cuando los artistas que escuchaba sólo el público joven se tornaron en fenómeno de masas, el dinero entró como una variable determinante en la ecuación: más discos, más shows, más contratos, más personal, y mucha, muchísima más plata. Fue entonces cuando se hizo necesario, para bien o para mal, la presencia de un ‘tiburón’: Allen Klein.

En la cariacatura, el robusto Klein representa o mejor dicho, inaugura (junto a Don Arden) la figura del manager ‘piraña’, de actitudes gangsteriles, formas arrogantes e insistencia a toda prueba. Un zar de la letra chica que te deja claro que más vale que estés de su lado de la cancha. Es el mismo Klein que logra sacar de quicio al siempre cool Mick Jagger hasta que el bocón le dice: "Where is my fucking money?", o que es visto como un factor de división en el agrio periodo terminal de los Beatles.

Pero las cosas no son blancas o negras, y el arribo de Klein al fab four ocurrió en medio del caos tras la muerte de Brian Epstein y el despilfarro histórico de Apple. Lennon captó su agresividad y quiso integrarlo a su banda, pero Paul se opuso a perder control y siempre lo resistió, proponiendo a su suegro, Lee Eastman.

En sus comienzos, Klein trabajó para Bobby Darin, y se convirtió en manager de Sam Cooke, incidiendo incluso en sus decisiones artísticas. Fallecido el moreno, Allen Klein se fijó en el incipiente mercado inglés e intentó hacer un trato con los Beatles, sin lograr convencer a Brian Epstein. De todos modos, tras un viaje al Reino Unido obtuvo la chance de trabajar en las carreras de artistas como The Animals, Donovan y Dave Clark Five.

Sin embargo, su gran movida fue hacerse cargo de los negocios de los Rolling Stones en 1965, justo en el periodo en que "(I Can't Get No) Satisfaction" llevaba cuatro semanas al tope de los rankings. El estudiante de Economía Mick Jagger vio en el arribo de Klein la chance de convertirse en rivales serios de los Beatles, y tomar una parte de la enorme tajada de los de Liverpool. Ya como manager absoluto de los Stones, a Klein le tocó manejar crisis como las emboscadas de la policía a Jagger y Richards o la muerte de Brian Jones. La relación terminaría muy mal: tras finalizar su contrato formal, y molestos con varias triquiñuelas de Klein, los ingleses trataron de tener una salida limpia, pero no lo lograron.

Por décadas, el catálogo sesentero de los Stones fue controlado a nivel financiero por ABKCO, la compañía de Klein. Entre otras cosas, ello implicó que los Stones no pudieron usar esas canciones en discos en vivo hasta 1977; que Klein lanzó todos los compilados que se le ocurrió con ese material sin consultar a nadie, e incluso que sacó un disco de descartes de ese periodo Stone (‘Metamorphosis’), al mismo tiempo que los británicos lanzaban un recopilatorio ‘oficial’ (‘Made in the Shade’). Recién hace siete años las partes llegaron a un acuerdo y los Stones finalmente pudieron lanzar un Greatest Hits como Dios manda (‘Fourty Licks’).

Antes de que todo se pudriera, Jagger incluso le había recomendado los servicios de Klein a John Lennon, quien había conocido al hombre de negocios durante el registro del especial de TV, “Rolling Stones Rock'n'Roll Circus”. Tras la muerte de Epstein, Klein estaba absolutamente convencido de que sólo él podía manejar a los Beatles. Además, sabía que Apple era un desastre haciendo agua por todos lados. En enero del ’69, Lennon firmó un acuerdo para que Klein manejara sus dineros y lo mismo hicieron Ringo y George al mes siguiente. A pesar de ponerse para la foto, Paul nunca firmó ningún papel lo cual generó un nuevo foco de tensión.

Apenas entró en escena, Klein cortó toda entrega de efectivo a la boutique de Apple, sacó de sus acomodados puestos a históricos colaboradores como Neil Aspinall y Mal Evans y, lo más destacado, renegoció el contrato con EMI y Capitol, asegurándoles el más alto porcentaje de regalías para un artista hasta entonces: 25% por ventas en EE.UU. ¿La nota chilensis? Por sugerencia de Lennon, Klein adquirió los derechos de la película ‘El Topo’ de Alejandro Jodorowsky, y financió su siguiente obra, ‘La Montaña Sagrada’.

Curiosamente, fue de las oficinas de ABKCO de donde salió May Pang, la amante de Lennon durante su ‘Lost Weekend’. La estadounidense de padres asiáticos trabajaba como secretaria en la compañía y se le encomendó la misión de ayudar a John y Yoko a trasladarse a EE.UU., tal como ellos deseaban.

Al terminar su contrato con Klein, en 1973, John, Ringo y George decidieron no renovarlo; es más, sus intrigantes ‘técnicas’ dieron origen a canciones como ‘Beware of Darkness’ de Harrison, y ‘Steel and Glass’, de Lennon. Los ’70 estarían plagados de demandas para Klein: las autoridades gringas lo investigaron por dilatar la entrega de fondos a Unicef que se habían conseguido tras los históricos conciertos de Bangladesh. Además, fue condenado a dos años de cárcel por evasión de impuestos.

En las décadas que vinieron, Klein dejó el ojo público pero no abandonó del todo su rudeza cuando una situación lo involucraba. Y si no, que lo diga Richard Ashcroft de los Verve, que fue despojado de todo derecho de su canción ‘Bittersweet Symphony’, la cual incluía un pequeño sample del tema ‘The Last Time’, de los Rolling Stones. Ashcroft no sólo perdió todo derecho sobre el tema, sino que Klein usó la canción a su gusto en spots de marcas como Nike. El que nace chicharra…

Klein no es una figura luminosa ni evoca recuerdos gratos del rock and roll. Su presencia representa el momento en que el mundo de la música se convierte al show business y las estrellas se tornan empresas. El 04 de Julio pasado y a los 77 años, Allen Klein se unió al masivo círculo de personas ligadas a los Beatles que han dejado este mundo. Esta vez no hubo forma de negociar con el Alzheimer….

Thursday, July 23, 2009

El Desastre de Benicassim

Sin duda, es el mejor festival de España y está entre los 5 mejores de Europa. Es uno de mis más grandes recuerdos de los viajes que he podido hacer cuando estuve allá el 2006 y vi a Depeche Mode, Pixies, Strokes, Kooks, Pete Doherty, Ferdinand y Scissor Sisters, entre muchos otros. Este 2009, el megaevento creado por los hermanos Morán cumplía 15 años y la fiesta se venía en grande. Oasis, Kings of Leon, Ferdinand y los Killers aparecían en letras grandes en el cartel. Sin embargo, como nunca antes en su historia, el festival salió mal. Muy mal.

Todo partió con la accidentada presentación de Oasis en el Warm Up del jueves. Los Gallagher tuvieron dramas con los amplificadores y el sistema de monitores durante su set completo, con peaks de infortunio en el comienzo de ‘Champagne Supernova’ y en especial, en una ‘Wonderwall’ que debió ser abortada, con salida del escenario de Liam incluída. En el blog de los ingleses, el show fue descrito como “una pérdida de tiempo”.

Al día siguiente, el de la supuesta redención, llegó el apocalipsis. Mientras el ex – The Jam, Paul Weller, tocaba en el escenario Verde (el principal), unas violentas ráfagas de viento comenzaron a amenazar las estructuras de luces y pantallas del principal stage del FIB. Al mismo tiempo, en la carretera adyacente al sitio del festival se declaró un incendio y a los pocos minutos, las espesas columnas de humo negro se hiceron visibles al público, generando pánico y desconcierto. Finalmente, la producción resolvió que Weller cerrara su set tras una escuálida media hora.

Los equipos de emergencia lograron controlar el incendio, pero el vendaval ya estaba declarado: la pantalla gigante de la zona de descanso anunció el estado de emergencia en los campamentos del festival, y a eso de la medianoche se confirmó la cancelación total del programa. NO Kings of Leon. NO Maximo Park. NO The Horrors. Pésimo. “Todo salió volando y la gente se desmadró y empezó a robar lo que podía”, contaba una vendedora describiendo el caos del viernes. Esa noche, mucha gente que acamparía en los alrededores debió ser reubicada en varios gimnasios de Castellón.

En las primeras horas del sábado, las malas noticias no pararon. Acusando una supuesta ‘enfermedad’, Lily Allen se bajó del evento y sólo la buena voluntad y disponibilidad de agenda de los Máximo Park permitió que al menos se encontrara un rápido reemplazante. Mientras tanto, miles de ‘fíbers’ trataban de rescatar sus carpas y efectos personales, donde quiera que el viento se los hubiera llevado. ¿La guinda de la torta? Un tipo diagnosticado con gripe porcina había recibido expresas instrucciones de no volver al festival; sin embargo el domingo por la mañana se escapó del hospital para alcanzar a ver a The Killers, generando alerta en las autoridades sanitarias.

Hasta acá podemos hablar de hechos fortuitos, de mala cueva. Pero, tal como consigna una columna de opinión en el diario El País, hay quienes sostienen que la producción no estuvo a la altura para coordinar el aumento en 10 mil personas de la población flotante para este año. Cito: “Los accesos están totalmente saturados, porque se mantiene una única entrada para todos, lo cual es de locos, con lo que hay que esperar casi una hora de cola para cambiar la pulsera y, encima, el jefe de prensa del festival dijo que el vendaval no era para tanto y que mejor eso que el calor del jueves”….

Los festivales de música alcanzaron un peak de demanda de público, y ello hizo necesaria la consiguiente profesionalización. Ya no suena idílico estar en Glastonbury, Coachella o Reading/Leeds. Pero el exceso de competencia y la crisis económica mundial han dejado heridos. Lollapalooza hizo packs de oferta, la competencia del FIB, Summercase, cerró sus puertas por el 2009 y se pensó que Benicassim lo tenía todo para campeonar. No fue así.

Ya sea por obra del clima o del destino, es un hecho: este no fue el año del festival ‘X’ o ‘Y’: el 2009 fue el año de Faith No More y Blur. Ah, y de Michael Jackson, claro. Pero esa es otra historia.

Wednesday, July 22, 2009

The Greatest

En un mundo perfecto, Bob Dylan sería presidente, los Babasónicos harían clases en la universidad y todos tendríamos las llaves para entrar al mundo de Catpower. Muy de vez en cuando, la de Atlanta baja de su nube y nos lleva de paseo por sus cuerdas vocales. Si tienes suerte, tal vez hasta te sonría.

La jornada del martes 21 de julio no sólo será recordada como la del debut de Chan Marshall en Chile: yo la recordaré como la noche en que no hubo aplauso que bajara a Catpower del escenario; en la que el público local la hizo sentir como raras veces le ocurre: cómoda frente a la gente.

21:25 horas. Leve retraso, público ultralais, notorios vacíos en el sector de Cancha. Luces que se van y la Delta Dirty Blues Band que arriba. Como es su costumbre, Chan no respeta ninguna convención: en lugar de dejar que salgan primero sus músicos y le hagan una intro que acentúe su magnética presencia, ella aparece de inmediato como una más de la pandilla. Como un fantasma. Abre con ‘Don’t Explain’.

Chan nos está olfateando. Chequea nuestras reacciones, mira si podemos ser amigos al menos por un rato. Aún no confía por lo que, de momento, se remite a lanzar sus llamaradas desde un rincón. En todo caso, no debería sentirse indefensa: los cuatro mosqueteros a su lado ya desplegaron la red para que ella pueda saltar al vacío. Chan lo reconoce y tras el alza de decibeles en ‘Dreams’, ella misma los aplaude.

El bajo robusto de Erik Paparazzi dicta los pasos de ‘Woman Left Lonely’ y la guapa hasta se atreve con unos tímidos pasitos de baile. Chan luce un chalequito bien perno, lo cual la hacer ver aún más mina. El tema suena pegadito con ‘Silver Stallion’, en el que el tecladista Gregg Foreman apoya en coros a la frontwoman. Los matices no se detienen y en ‘Makin’ Believe’ el bajista se instala frente al vibráfono. Al final, la lolita queda tan plena con el resultado que amaga un silbido y luego ocurre: Chan ríe. Gracias a esa armonía, la ‘Lost Someone’ de James Brown suena gloriosa y henchida de soul.

Los aires country en ‘Lord Help the Poor & Needy’ (con solo de pandero de Foreman) dan paso al primer peak de la noche. ‘Fortunate Son’ de los Creedence suena enorme: angustiada, torturada, y con un crescendo final derechamente épico. Es en ‘Metal Heart’ cuando Chan comienza lentamente a bajar la guardia y se acerca a la primera fila, dejando ver ese rictus rígido que uno nunca sabe si acusa malos hábitos o entrega interpretativa.

Lo que viene es una triada imparable. ‘Sea of Love’ suena más aterciopelada que de costumbre (lo que ya es mucho) y permite que le brindemos la atención que se merece a la Telecaster de Judah Bauer. El ex – Jon Spencer le brinda a Chan todo tipo de soporte con su slide para que la morena deslice su dotado registro. Y si eso no era suficiente, de la nada nos cae ‘The Greatest’. Sólo tres palabras: vi a Dios.

La gata no deja que el groove decaiga y sin descanso se manda con ‘Lived in Bars’. Tal vez sea por el acelerado final o porque ella ya entró en calor, pero por fin Chan se despoja de su chaleco, y curiosamente se lo va a dejar al tipo de la consola, cual guardarropía. Los covers no paran y en ‘Blue’ de Joni Mitchell, la banda de apoyo termina con una letanía que emula al ‘Great Gig in the Sky’ de Pink Floyd.

She’s Got to You’ suena como preludio ideal para otro gran momento. Esa carta de amor a Dylan que es ‘Song to Bobby’ le permite a Catpower volar alto. No sólo regala sonrisas y se pasea de punta a punta, sino que además le cambia la letra al track y en lugar de ‘South Carolina’ y ‘New York’, su adoración se traslada a ‘Santiago’. Lo del ‘Muchas Gracias’ en español al final es sólo un bonus track que confirma el romance.

Durante el bloque final, Chan está desatada. Su corbatita se agita de lado a lado, desliza sugerentes miradas con el teclista Foreman y descansa en los elegantes redobles del avezado Jim White (Dirty Three), el verdadero pegamento que hace que este ensamble funcione como relojito. ‘Satisfaction’ de los Stones suena gratamente irreconocible y ni hablar de la perversidad que le imprime al ‘Dark End of the Street’ de Dolly Parton.

Ramblin’ Woman’ es como un suspiro, pero regala una postal imborrable: la gata aullando ‘I Love Youuuuuuu’ con el micrófono de lado en completo trance, olvidándose por un rato de la audiencia que la mira embobada. Para el cierre del set, ‘Angelitos Negros’ pone caras de extrañeza entre la gente que se pregunta si realmente está cantando en español. Sí, lo está. El track incluído en la versión de lujo de ‘Jukebox’ y grabado, -obvio-, por Los Angeles Negros, es una mezcla entre tango, bolero y hasta un toque de zarzuela con los guitarrazos de Bauer. ¿O estoy muy loco?

Chan sale del escenario. Las apuestas se inclinan por su despedida definitiva. Largos cinco minutos de oscuridad soportan mi teoría; sin embargo, la guapa regresa. El tema que suena ahora es particularmente lento y sólo Tito logró descifrar que estamos escuchando ‘House of the Rising Sun’ en una versión extra-lenta. ‘The Moon’, el groove imparable de ‘Do Ya Do Ya’ y los aires orientales de ‘I Don’t Blame You’ cierran un set redondito. Eso sí, no nos regaló 'New York, New York' a pesar de que aparecía en el setlist. Cuec.

En medio del tema final, Catpower quiere mostrarnos lo feliz que está. No le pasa muy seguido, así que hay que aprovechar. Por lo mismo, saca un ramo de rosas rojas y las reparte entre el público; acto seguido, hace lo propio con un puñado de setlists autografiados que arruga y lanza como bolitas ante los extasiados fans. Presenta a sus músicos uno a uno hasta que el tecladista anuncia: ‘From Atlanta, Georgia, Chan Marshall!!” Ella sólo atina a decir ‘Thank You for having me Here. It’s a real honor.” Y luego, se inclina y hace un gesto como el del ‘Matador’ Salas. En el frágil mundo de Catpower, un gesto así es la gloria. La Gloria.

Setlist: Don't Explain / Dreams / Woman Left Lonely / Silver Stallion / Makin' Believe / Lost Someone / Lord Help the Poor & Needy / Fortunate Son / Metal Heart / Sea of Love / The Greatest / Lived in Bars / Blue / She's Got to You / Song to Bobby / Satisfaction / Dark End of the Street / Ramblin' Woman / Angelitos Negros // House of the Rising Sun / The Moon / Do Ya Do Ya / I Don't Blame You

Tuesday, July 21, 2009

Los Dinosaurios

En un solo día, tres históricos se ponen en la primera plana. Nobleza obliga, partamos con los Beastie Boys. Con todo listo para lanzar su flamante ‘Hot Sauce Committee’ y agenda confirmada en varios festivales como All Points West y Lollapalooza, el anuncio cayó como balde de agua fría: Adam Yauch, -Aka MCA-, tiene cáncer en la glándula parótida. Al parecer, tiene muy buen pronóstico, pero obligó al trío a cancelar y/o retrasar todos sus planes. Mala cosa.

Un poco antes, tras numerosas especulaciones, Gustavo Cerati libera el primer corte de su quinto largo solista, ‘Fuerza Natural’. No la tendrá fácil el ex – Soda: ‘Ahí Vamos’ se convirtió en el LP más exitoso de su carrera y viene del suceso que fue el tour de reunión con Zeta y Charly.

Sin embargo, Cerati está acostumbrado a la presión y para hacerle el quite, se fue a grabar a Nueva York junto a músicos como Byron Isaacs en guitarra lap steel (Elvis Costello, Ryan Adams), Sterling Campbell en batería (ex Duran Duran y colaborador de Bowie y B-52’s), y el tecladista argentino Didi Gutman, quien estuvo en Chile el 2005 con su propio proyecto, Brazilian Girls. Estos aportes se suman a los de la banda formal de Cerati, que mantiene a los sólidos Fresco, Nalé y Samalea.

Gustavo lanza el disco el 01 de septiembre, con 50 años recién cumplidos, y dicen por ahí que viene bastante pop, con influencias de la reciente escucha de E.L.O., Fleetwood Mac y Todd Rundgren, entre otros. Ojo que en noviembre lo tendremos por acá. Por el momento, podemos escuchar la aún insípida ‘Deja Vu’.

Y last but not least, finalmente volvió Pearl Jam. Para ser franco, no me tragué eso del ‘gran regreso’ con el disco de la palta; para mí, fue un lanzamiento igual de prescindible que toda la última década de los de Seattle. En todo caso, es muy difícil tratar de competir con una triada insuperable como lo fue la de ‘Ten’, ‘Vs’ y ‘Vitalogy’. Al menos esta vez volvió Brendan O Brien a las perillas, después de 10 años de ausencia.

¿Será esta la vencida? El 20 de septiembre lo sabremos, cuando aparezca ‘Backspacer’, su primer trabajo lejos de Sony Music. Mientras, tenemos que contentarnos con ‘The Fixer’, cuya urgencia y estructura pop regalan esperanza a raudales de que por fin esto no huela a autoplagio. Amén.

PD: Ah, Mika también estrenó single nuevo. Se llama ‘We are Golden’ y no está nada mal. Digo yo.

Monday, July 20, 2009

King of Cool

Nos quedamos con cuello. Todos los que esperábamos un nuevo disco de los Strokes antes de fin de año, nos salió un enorme ‘Siga Participando’. Sin embargo, ocurrió por las mejores razones posibles: Julian Casablancas tiene listo su primer disco solista.

El líder desaliñado, el hijo de Elite, el que compone todo en la banda (aunque nadie sabe o no le interesa), el mismo que en Chile vistió chaqueta militar y chapita con la leyenda ‘Let’s Dance’. El último de la banda en hacer carrera en paralelo, tras los discos de Albert Hammond Jr. (‘Yours to Keep’, y ‘Como Te Llama’) o los proyectos de Nikolai Fraiture (Nickel Eye) y Fab Moretti (Little Joy). Dejamos afuera a Nick Valensi, quien tiene suficiente pega con sus gemelas y su guapa mujer, Amanda De Cadenet, la ex de John Taylor de Duran Duran.

En estos dos años con los Strokes en el congelador, Julian no ha perdido el tiempo: hizo ‘My Drive Thru’ con Santigold para la campaña de Converse, cantó en el maravilloso disco de Sparklehorse con Danger Mouse (‘Little Girl’), pero lo más importante llega ahora. Se llama ‘Phrazes for the Young’ y son ocho canciones que poco tienen que ver con el retro rock del quinteto de Manhattan. El único adelanto existente llega en formato de trailer de cine. Is this it?

Friday, July 10, 2009

Esto es una Ciencia

Antes, mucho antes de que se hiciera un cliché la vida licenciosa, detalles decadentes y final abrupto de varios músicos, estuvo Joe Meek.

De su trabajo como operador de radar de la Royal Air Force saltó a grabar discos. Siempre obsesionado con la electrónica y el espacio exterior, no se explica de otra forma el sonido marciano que le sacó a ‘Telstar’, el hit de The Tornados que creó en 1962 y que se convirtió en el primer single de un grupo inglés en llegar al número 1 en los EE.UU. Otro de sus tópicos favoritos era el mundo de lo oculto: el productor tenía la firme convicción de que su mejor trabajo estaba influido por “espíritus del otro lado”; por lo mismo, iba con grabadoras al cementerio para capturar voces de ultratumba y tenía una obsesión con extintos músicos como Buddy Holly y otros.

Ese carácter de vanguardia lo perdería rápidamente gracias a una sola frase: “Epstein tiene a este grupito del Merseybeat. Son una basura”. Lo decía respecto de su desechada chance de trabajar con unos emergentes The Beatles. Esa decisión marcaría sus patéticos últimos años. Adicto a las anfetaminas, no volvió a acercarse al suceso de ‘Telstar’ y vivía en paranoia a causa de su condición gay, ilegal por entonces en el Reino Unido.

En enero de 1967, la policía inglesa descubrió una bolsa con el cuerpo mutilado de un prostituto al que se asociaba con Joe Meek. Eso implicaba que tarde o temprano, las autoridades llegarían a él. El productor le pidió prestada una escopeta a Heinz Burt, -ex bajista alemán de The Tornados y posterior solista-, quien se había convertido en su amante.

Dos meses después, en el aniversario de la muerte de Buddy Holly, Joe Meek tenía la música a alto volumen, como era habitual. La encargada del edificio, Violet Shenton, lo reprendió por eso y por lo meses de arriendo que debía. La respuesta de Meek fue tomar el arma, que escondía bajo la cama, y asesinar a la mujer. Luego, la giró hacia sí mismo y apretó el gatillo.

Hay bastante para descubrir cuando se indaga en la vida de Meek. Una buena introducción puede ser el trailer de este biopic. Aquí está. Disfrute!


Sunday, July 05, 2009

Los Viejos Más Vivos

La muerte de Michael Jackson es un nuevo precedente de globalización e inmediatez. En cosa de minutos, todo el mundo civilizado supo que un ídolo había partido y llegaron las vigilias por TV, el desfile de expertos, la exposición de múltiples y descabelladas teorías, y el regreso de una sensación que siempre vuelve: en cualquier momento y en cualquier lugar, a todos nos tocará. Si le pasó a Jacko, le puede pasar a cualquiera.

MJ es una figura convocante: desde Vivi Kreutzberger hasta Matías del Río, -y hasta yo mismo-, tuvimos que hablar en la tele de sus logros, traumas y errores. Con justa razón y como pocas veces en la era del people meter, la tele se volcó a hablar de un músico. Quizás, con un nivel de intensidad que no vuelva a ocurrir. Fue eso mismo lo que me puso a pensar en qué músico podría generar una intensidad tal a la hora de despedirse.

Hay muchísimos criterios para revisar. Si es por edad, B.B. King (83), Chuck Berry (82) y Fats Domino (81) llevan la delantera: los morenos fundadores del blues y el rock siguen en plena forma y aún mantienen sus agendas bastante ocupadas con shows. También dentro de la tercera edad, pero a nivel industria, hay unas cuantas leyendas: el productor histórico de los Beatles, George Martin (83); el fundador de Motown, Berry Gordy (79, quien se habría imaginado que sería Gordy quien mandaría una carta de condolencias por Jackson y no al revés!!); la leyenda de las disqueras Columbia y Arista, Clive Davis (77) o el fundador de Island Records, Chris Blackwell (72), quien le mostró al mundo lo que era la música jamaicana y gracias eso supimos del reggae, el ska, el rocksteady, el dub y el trip hop.

Ahora, si nos fijamos en los que han llegado a mal traer a la tercera edad por exceso de carrete, podemos considerar a la verdadera protagonista de ‘Cadillac Records’, Etta James (70); al genio del funk (que no soltó la pipa de crack mientras estuvo por acá), George Clinton (68); a los Rolling Stones más drogadictos: Keith Richards (65) y Charlie Watts (que se hace el loco detrás de los parches pero en los ’80, la heroína le pegó mal) (68) y last but not least, uno que se va a morir tras las rejas: el creador del ‘Wall of Sound’, Phil Spector (68).

Hablamos de la edad, que es una variable concreta, pero otra cosa es si consideramos su nivel de influencia para futuras generaciones. A mi muy personal modo de ver yo destacaría aca a cinco músicos muy diferentes: Bob Dylan (68, leyenda viva hace 40 años); Eric Clapton (64, ex - adicto a todo lo imaginable); el ‘camaleón’, David Bowie (62); el dotado del soul, Stevie Wonder (59) y claro, la Reina del Pop, Madonna (50). En el caso de Madonna, se reúnen dos condiciones que la hacen un caso ultra “convocante”: influencia y una masividad a toda prueba. En esa última lógica hay dos jovencitas que pudieron partir pronto y si así fuera, conseguirían tantas portadas como Jacko: Britney Spears (27) y Amy Winehouse (25).

También hay duplas imborrables en bandas clásicas con caídos en combate, y ellos siguen al pie del cañón: Robert Plant (60) y Jimmy Page (65) de Led Zeppelin; los The Who que quedan, Roger Daltrey (65) y Pete Townsend (64); los ‘Toxic Twins’ de Aerosmith, Steven Tyler (61) y Joe Perry (58); los enemistados de Pink Floyd, Roger Waters (65) y David Gilmour (63); los tatas de Kiss, Paul Stanley (57) y Gene Simmons (59) y los fundadores de Queen, Brian May (61) y Roger Taylor (59).

Hay para todos los gustos y cuesta imaginar quien podría generar un ruido mediático que se acerque al de Michael Jackson, pero si es cosa de armar un ranking, yo me lanzo con el mío. Estos son, según yo, los músicos vivos más importantes y que más echaremos de menos cuando ya no estén. Por favor, siéntase libre de agregar los suyos:

1 Paul McCartney
2 Mick Jagger
3 Madonna
4 Bob Dylan
5 David Bowie
6 Eric Clapton
7 Stevie Wonder
8 Brian Wilson
9 Prince
10 Bono
11 Aretha Franklin
12 Roger Waters
13 Pete Townsend
14 Elton John
15 Morrissey
16 Peter Gabriel
17 Lou Reed
18 Chuck Berry
19 Axl Rose
20 Iggy Pop

Thursday, July 02, 2009

Lindo

Lo de Liniers era un secreto entre los dos. Cuando la Martina me contó que el argentino vendría a Chile, se nos iluminó la cara: por fin nos encontraríamos cara a cara con el tipo que tantas veces nos hizo sonreir de forma silenciosa y cómplice con esos dibujos kamikaze.

Pocas veces se puede decir de verdad que un dibujante ha creado un mundo propio. Y la palabra en la calle dice que Liniers es el nuevo Quino, o el Quino del Siglo XXI, gracias a esa mezcla de ternura y humor con toques de hardcore, cuando la ocasión lo amerita. Es difícil no amar a cada uno de sus personajes: los Pinguinos, la aguda Enriqueta, Olga, el gato Fellini, el Señor que cambia los nombres de las Películas, Picasso, el Hombre Misterioso, los Duendes, él mismo Liniers dibujado como conejo, y tantos otros.

Por eso, ese lunes 22 de junio yo tenía un nervio rico que no sentía hace mucho. Después de años de saltarme filas y de credenciales all access, volvía ser un fan común y silvestre al encuentro de su ídolo. Llegué a la librería Catalonia las 16:30, media hora antes de que partiera la anunciada firma de dos horas, y la Martina llegó al ratito. Ahí supimos que en lugar de autógrafos, él haría un dibujito a cada persona. Wow! Fue ahí también que nos dimos cuenta de que el ‘secreto’ era compartido por muchísimos más de los que nos podíamos imaginar.

Pero no contábamos con algo obvio: la librería le dio prioridad a quienes habían comprado sus ‘Macanudo’ ahí mismo y los que íbamos con nuestros propios libros tendríamos que esperar un buen rato. Puede parecer ridículo pero es cierto: ha sido una de las esperas más bonitas que me ha tocado. La mayoría de los presentes respetó el acuerdo, todos estaban ultra ansiosos y comentaban qué dibujo pedirían.

Daba la extraña y única sensación de que efectivamente los fans de Liniers comparten una sensibilidad en común, y, como la tira comica, hicieron todo lo posible por hacerle grata la espera a los demás en la fila que seguía engrosándose sin parar (más tarde supimos que Liniers firmó libros por 7 horas, hasta las 12 de la noche. La fila llegaba hasta la Costanera).

Fue recién a las 20:30 horas que logramos subir al Olimpo y ser recibidos por el maestro, luego de que lo autorizara Ramón, el locatario. La Martina le regaló a Liniers una de las chapitas que mandó a hacer con sus personajes y le pidió que le dibujara una Olga, el celeste amigo imaginario. Por mi parte, le pedí un pingüino y él lo dibujó con un pájaro en la cabeza. Le dijimos que iríamos a verlo a su show con Kevin Johansen y él nos prometió que se abstendría de cantar.

No creo que hayamos estado más de 5 minutos con él. Pero la sonrisa de oreja a oreja que la Martina y yo teníamos no se nos borró hasta el otro día. Y todo por un dibujito. O por querer formar parte de otro mundo. Qué lindo.

(Si no conoces a Liniers, aquí hay algo de su trabajo)