felipe arratia

Wednesday, November 28, 2007

He's Leaving Home

Hace demasiado tiempo que quería escribir esto. Si usted, amiguito lector, ha seguido este blog en los últimos dos meses, notará que la productividad ha bajado y que me he concentrado sólo en la contingencia, en el registro. Pero no mucho en lo personal o en la reflexión.

Recién ahora que todo está OK, me es grato compartir el motivo. Recuerdo una clase de Filosofía cuando estaba en Cuarto Medio y el profe me preguntó a los cuántos años yo creía que me iba a ir a vivir solo; yo respondí que a los 25; me dijo ‘¿Qué vas a estudiar?’ ‘Periodismo’, contesté. Me marcó mucho el hecho de que él se cagara de la risa apenas dije eso.

Hoy más de una década después, puedo decir con mucho orgullo que soy un feliz propietario. No lo logré a los 25, pero la risa socarrona de ese tipo fue un aliciente para esforzarme más en conseguir ese objetivo. Con lo que está pasando en este momento se me vienen muchas cosas a la cabeza. Una de ellas es una imagen mía como a los 5 años en que me preguntan si voy a tener polola, y yo respondo: ‘No, voy a vivir solo’. Sincronía.

Cuando menos lo esperaba, y tras sufrir varios traspiés, los astros se alinearon, los procesos se aceleraron y ocurrió. Pasó. Fue.

Las demoras habían sido muchas; algunas, por motivos voluntarios (viajes, gastos innecesarios, pero sobre todo, viajes) y las más gravitantes, por causas involuntarias (deuda millonaria con la U). Hubo pololas que presionaron para que arrendara, amigos que me persuadieron para compartir departamento y padres que siempre apoyaron y jamás ‘sugirieron’ que me fuera. Todo ocurrió cuando tenía que ocurrir.

¿Si seré un buen dueño de casa? Wow, buena pregunta. Tengo MUCHO por aprender. Pero, como hace tiempo no me ocurría, las ganas están. Y sé que lo lograré. Creo que tiene que ver con colocarse objetivos, algo que hace bastante no hacía. Hoy, mi tiempo está consagrado en un 80% a alfombras, tapas de baño, cortinas, lámparas, refigerador, sofá, y a contestar (o al menos intentarlo) preguntas que jamás imaginé que tendría que responder (‘¿Tiene ojo mágico?’ ‘¿Qué rieles quiere para las cortinas?’ ‘¿Pintamos los junquillos?’).

Los cambios nunca llegan solos. Es como cuando entré a Sony Music: en la misma semana, ingresé a mi pega mejor remunerada y se desmoronó la relación afectiva más importante que he tenido. Este también parece ser el caso, ya que las noticias no llegan solas: la inestabilidad laboral arrecia en el mundo radial, y no sé que pasará conmigo mañana en términos de pega. Aún no se sabe nada, ni siquiera si es bueno o malo quedarse en el futuro nuevo holding. Dios dirá.

Lo que sí fue algo caído del cielo es el nuevo pituto extra: cuando más lo necesitaba, encontré otra pega. A mis reportajes mensuales para la revista teen Nervio, sumé labores como libretista y programador de ‘Bang’, la nueva apuesta de reggaeton y hip hop de Via X. Cada uno puede tener los prejuicios que quiera, pero al final de todo el balance es simple: poca pega (además, trabajo desde mi casa), lucas aceptables y por lo demás, Monti me dirige la palabra. No es poco. Jamás pensé que el reggaeton pagaría mi dividendo. ¡Larga vida al reggaeton!

Es un momento inevitablemente muy emotivo: desde mirar extasiado mi nuevo espacio vacío con la ansiedad de querer llenarlo de mis cosas, hasta entregar libros, discos y ropa a mis hermanas ya que no podré llevarme todo. He ido entendiendo porqué mi papá ya no conserva las colecciones de revistas que hoy tanto añora, y espero que no me ocurra lo mismo. Eso sí, los recuerdos son importantes mientras no te bloqueen el espacio para poder construirte otros nuevos. ¿Recuerdan la escena de ‘Almost Famous’ cuando la hermana de William se va de la casa? Bueno, esto es muy parecido.

Una vez asentado, espero poder volver cuanto antes a mi primer amor: viajar. Pero este paso era extremadamente necesario. ¿Si me da vértigo el futuro? Más que la xuxa. El futuro es incierto. Pero parece que está bien que así sea. Cuando he tratado de controlar todo, no me ha ido muy bien. Si esa es la lógica, entonces lo que está por venir pueden ser los mejores años de mi vida.

Qué lo digan mejor los Beatles. Ellos siempre tienen algo para decir en estas ocasiones:

Monday, November 26, 2007

El Campeón del Pueblo

Yo no sé de donde sacan esas banderas de Puerto Rico”, me decía un amigo. Y yo no sabía qué responderle: de un tiempo a esta parte, el ambiente en conciertos de reggaeton en Chile cada vez se asemeja más a ESTAR en San Juan, la cuna del cadencioso estilo.

Daddy Yankee llegaba a Santiago para mostrar su nuevo álbum, ‘El Cartel: The Big Boss’, con la obligación permanente de mostrar en la cancha que no tiene competencia. En la conferencia de prensa previa, el hombre derrochó frases para el bronce y se dedicó a hacer lo que nuestra aguda prensa le pidió: mandar dedicatorias y saludos a todos los programas de TV y radio existentes.

Tras un bloque de animación LA-MEN-TA-BLE de Javier Olivares (quien debería ser descuartizado cuanto antes), el minuto deseado se aproximaba. La previa en el sector VIP estuvo tensa debido a la instalación de débiles barreras de contención para no permitir que la gente de cancha se pasara a la ubicación más privilegiada. En un minuto se pensó lo peor.

21:50 horas. Todo se va a negro, un video emana desde las pantallas gigantes y el sonido de un helicóptero nos deja sordos a todos (esta vez no pudieron traer uno de verdad, pero dio lo mismo). Inesperadamente, desde la punta de la pasarela instalada, emerge una plataforma que se alza con el mismísimo Raymond Ayala. ‘Jefe’, el track que abre su nueva placa, inaugura la noche.

Sobre el escenario hay dos módulos gigantes, uno de los cuales sirve de soporte para el DJ; en escena, el Cangri intercala rimas con un MC de apoyo. La noche viene groseramente abundante en hits: ‘Machucando’ irrumpe y salen a escena los bailarines del Big Boss: 5 hombres y 5 fibrosas chicas que hacen contorsiones imposibles ataviadas con vestimentas ligeras.

Daddy comienza a mostrar destellos de su destreza fraseando a 300 kms por hora. Viste chaqueta militar, un medallón gigante y esa hebilla digna de una exposición en una joyería. Al finalizar el track, comienzan esos freestyles que tan bien le salieron en el Festival de Viña, y que serán protagonistas de esta noche. El preludio perfecto para ‘Cambio’, un golazo de su último trabajo.

Los aires árabes de ‘Tu Príncipe’ encienden a la audiencia y eso también es literal: lenguas de fuego, y explosiones violentas (sí, me sobresalté como un mariquita) sacuden la Pista Atlética. El Cangri pega la canción con ‘No me Dejes Solo’, tal como suena en el disco ‘Barrio Fino’. Luego, lo que llega no es del Big Boss: es ‘Noche de Entierro’ de Los Benjamins, el Dream Team del perreo que obviamente el Daddy también compone. ‘Fuera de Control’, ‘En sus Marcas Listos Fuera’ y mi regalona ‘Mírame’, cierran la primera parte del set, dejando al público en shock de éxtasis.

El intermedio del show no permite pausas: por las pantallas gigantes emana el trailer de ‘Talento de Barrio’, la película que tiene como actor principal a Raymond haciendo de Daddy. Tal como ‘9 Mile’ (de Eminem) o ‘Get Rich or Die Tryin’ (de 50 Cent), Daddy Yankee entiende el negocio como pocos y sabe que los huevos se ponen en distintas canastas.

De regreso a escena, el Cangri repite la notable intro que tenía su gira anterior, con ‘King Daddy’ y ‘Dale Caliente’ y se hace un festín con la audiencia. Su atuendo ahora es una larga polera negra, jockey hacia atrás y el clásico medallón, un homenaje visual a sus ídolos Old School, como Public Enemy y N.W.A. El momento preciso para su lucimiento como MC llega con ‘Gangsta Zone’, rearmada ante la obvia ausencia de Snoop Dogg. Daddy aprovecha de frasear como pocos mandándose joyitas como ‘Soy una leyenda, deberías sacarte una foto conmigo’, o ‘El día en que nací celebraron en todos los cielos’. Un grande.

Las bravatas del Cangri alcanzan la cima cuando le pega un repaso a su némesis, Don Omar, quien se hace llamar ‘King of Kings’: ‘Rey de Reyes hay uno solo y se llama Jesucristo. La Biblia lo dice’. Esas pachotadas le salen tan graciosas y vienen acompañadas de su sentido del ritmo tan impecable que sólo queda aplaudir y reirse mucho.

Mayor Que Yo’ y la reciente ‘Ella me Levantó’ sacuden al público para que mueva lo que tiene, y luego el Big Boss saca su faceta de animador para convocar a la masa a sacar su celular y luego su cámara, cual Nachito Godoy. Sólo le faltó el limpia parabrisas….

Tras dedicar unas rimas a los damnificados por el terremoto en el norte, el Cangri arma una especie de círculo y le roba imposibles pasos de baile a todos los que lo acompañan sobre el escenario. Se siente como si estuviéramos en la película ‘Breakdance’ y el año fuera 1984.

Llega el momento estelar de la jornada: ‘Rompe’ irrumpe con violencia, pero es sólo la punta de un iceberg que se derrite rápido con la arrolladora ‘Gasolina’, y cuando te preguntas si al hombre le quedan éxitos, te atrapa ‘Lo que Pasó, Pasó’. Ufff, un poco de aire, por favor!

Para relajarse un poco y mover la pelvis más piola, el boricua sorprende con ‘Oye mi Canto’, el viejo clásico que hacía con N.O.R.E. y Nina Sky. El cierre falso llega con ‘Impacto’ y las bailarinas que aparecen con trajes cibernéticos que no evitan la excitación del respetable.

Debería haber sido el final, pero la gente brama el nombre del Big Boss. Y él no se hace nada de rogar, pero regala un desconocido track que parece sacado del soundtrack de su futura película. Para la despedida definitiva, Daddy Yankee ofrece ‘Tu Caldo’, un guiño para sus fans más antiguos.

Lo que Daddy Yankee hace sobre un escenario es confirmar algo que ya intuíamos: que él es un hiphopero y que el reggaeton es muy estrecho para definirlo. Sin embargo, a la hora de hacer bailar se me ocurren muy pocos que ganen por un marcador tan amplio. Su música es transversal: sólo necesitas tener caderas y orejas. El resto lo hace él.

Setlist: Jefe / Machucando / Machete / Cambio / Tu Principe-No me Dejes Solo / Noche de Entierro / Fuera de Control / En sus Marcas Listos Fuera / Mírame // King Daddy / Dale Caliente / Gangsta Zone / Mayor que Yo / Ella me Levantó / El Celular / Rompe / Gasolina / Lo que Pasó, Pasó / Oye mi Canto / Impacto / Tu Caldo

Wednesday, November 21, 2007

Acariciando lo Aspero

Nunca fui mucho al Normandie, pero en esos barrios un ignaciano juega de local. De hecho, la primera polera que tuve de los Chili Peppers me la compré en el local que estaba al lado del mítico cine. Antes de llegar al lanzamiento del álbum debut de la rutilante Francisca Valenzuela, pasamos con Mauricio a la calle Dieciocho. Ahí me di cuenta de que dejé de ser local. Los tugurios tipo ‘Rapa Nui’ o ‘Entrelatas’ ya son una plaga, nada que ver con la fomedad que era el barrio universitario hace diez años. Si hubieran habido todo esos boliches en mi época de estudiante, yo y varios amigos estaríamos en rehabilitación.

Dos chelas de litro y papas fritas bien aceitosas fueron el contrastado preludio para ver a la Queen Pelolaís. Lo bueno fue que llegamos justito: nos sentamos cómodos y empezó de una.

Con apenas un disco de diez temas, Fran Valenzuela se paró en escena como lo que es: la gran revelación nacional del pop 2007. Teniendo como carta de presentación el enorme single ‘Peces’, la radio Rock&Pop apostó por ella y la tocó sin siquiera tener su disco grabado. Y hoy, un año más tarde, se para frente a un Normandie sold out.

Lo de Fran está en los detalles. Y partían por la delicada decoración del escenario, se detenían en los pitillos dorados de la nena y acababan en su jopo imperturbable. Al principio, se notaba su nerviosismo oculto tras su piano. ‘Segunda Vuelta’ quebró el silencio pero faltaba calibrar bien su voz. La irrupción tempranera de ‘Dulce’ agitó a la sentada audiencia y confirmó su abismante diferencia con Javiera Mena: Fran compone, pero TAMBIÉN canta, y muy bien.

En ‘Excavador de Tumbas’ salió el primer invitado: el sólido Camilo Salinas (ex – Petinnellis) a cargo del Hammond. La segunda fue Amparo Fontaine tocando violín en la cándida ‘Afortunada’.

En ‘Las Vegas’ y en especial, en ‘No necesito Mucho’, el grupo de acompañamiento ya demuestra fiato y oficio. Mauro Galleguillos (batería), Jorge Chehade (guitarra) y Pedro Araneda (otro ex – Petinnellis, bajo) cumplen con pericia la difícil misión de ser soporte perfecto y a la vez fundirse en el anonimato de ser ‘la banda de apoyo’. Claro porque esta noche, it’s all about Fran.

Fran se queda sola en escena y regala un inédito que quizás data de los tiempos en que su idioma madre era el inglés. ‘Queen’ primero y ‘Every Word’, más tarde ofrecen una postal de la prehistoria de nuestra Julieta Venegas chilensis. En ‘Los Poderosos’ queda en evidencia una vertiente que es muy ella, con todo lo amable y odiable que implica: Fran trata de meterse con un tema social, y habla de injusticia con la distancia de una estudiante de colegio con corbatín. Inoceeeente, pero igual suena lindo. Y a la gente le gusta.

El mejor momento de la noche llega: Fran abandona las teclas, se las cede a Camilo Salinas y se pone de pie para interpetar la espléndida ‘Muleta’, una de las canciones nacionales más perfectas del año. Ritmo, letra, melodía, intención. Cuando saca su lado Fiona Apple, Fran gana por goleada. Para el cierre falso, el cover de ‘Run Run se fue pa’l Norte’ de Violeta Parra sorprende por la pasión con que Fran se lo apropia. ‘Peces’ es el más astuto single que despacha la bella para regalarle el karaoke a los presentes antes de salir a escena.

De vuelta, la cantautora se luce con ‘Esta Noche’, pero el verdadero momento Kodak ocurre con su versión de ‘A Little Respect’ de Erasure, más anecdotica que fiel (no hizo los agudos de Andy Bell), pero permitió conocer un color diferente y menos serio de su presencia escénica. El verdadero final se llama ‘Muérdete la Lengua’, una joyita pop que Fran comandó empuñando la guitarra. Como para que no se crea que la chiquilla es puro piano. También tiene harta pierna.

Al final, su emoción era genuina. Se demoró en llegar a esta etapa mucho menos que la mayoría de sus pares. Y esta vez, no hay chaqueteo que valga: por facha, repertorio, interpretación y carisma merece más. Si hay lógica en la música, Francisca Valenzuela debería radicarse un buen rato en México. Uno de los buenos shows del año.

Setlist: Segunda vuelta / Dulce / Excavador de tumbas / Afortunada / Las Vegas / No Necesito mucho / Queen / Los Poderosos / Muleta / Everyword / Run Run se fue pa'l norte/ Peces // Esta Noche / A Little Respect / Muérdete la Lengua

Tuesday, November 20, 2007

More Cowbell

DG Medios está colmando mi paciencia. O mejor dicho, su estúpido encargado de prensa. Resulta incomprensible que un imbécil sea el rostro frente a los medios de la productora de eventos más importante del país. Entiendo perfecto que a una radio como 40 Principales no le den una entrevista con The Rapture; hasta puedo llegar a comprender que no nos den dos acreditaciones (o más bien tickets, ya que DG no se molesta en elaborar distintivos para la prensa).

Lo que no tolero y me parece una falta de respeto impresentable es que, habiendo vendido apenas mil entradas, la gente de DG me entregue una miserable PLATEA ALTA para cubrir el show de los neoyorquinos. Ojalá el aludido lea esto ahora que no está a 200 por hora, y entienda que los medios SON NECESARIOS para el éxito de un evento. Con mayor razón, en el caso de un evento que vendió una cagá de entradas.

Como era muy predecible, bastó hablar con un par de personas (gracias, Fernanda) para entrar con tranquilidad a la Cancha del Teatro Caupolicán. Qué fácil era, ¿no? Obviamente al ingresar confirmé mis sospechas: la platea alta estaba vacía. En fin….

Cada vez se está haciendo más complicado dedicar estos post sólo a la música. Vamos a eso, por fin. Todavía nadie tiene una buena razón para que el telonero de este show haya sido el grupo The Ganjas salvo, claro, el clásico nepotismo nacional. De otra forma se hace incomprensible que la bruma noise de Maqueira y su gente haya precedido a un grupo con vocación de dancefloor.

¿El look ambiente? Colores fosforescentes, accesorios vintage, harta pata de lycra y mucho weón ridículo con lentes oscuros dentro del teatro. A las 22:30 llegó el momento, y el cuarteto The Rapture apareció sobre el escenario con un look totalmente anti-rockstar. Más bien parecían de esos gringos que llegan de intercambio a Chile para hacer algún cursillo universitario.

Comenzamos a entibiar el esqueleto con ‘Down for so long’, pero la excitación real partió rápido con ‘Get Myself into it’, el clásico instántaneo de su impecable ‘Pieces of People we Love’ (2006). Los roles quedaron definidos: Luke Jenner (voz, guitarra), como frontman-galán y Matt Safer (voz, bajo) como frontman chistocito; eso sí, ambos con registros igualmente agudos y chillones. Puro falsete funky.

Sister Savious’ y ‘The Devil’ invitan al baile automático. Se hace muy complicado mantenerse inmóvil, y mis pies empiezan a despegarse del suelo. ‘Whoo! Alright - Yeah Uh huh’ es el nombre de una canción, y también una de las cumbres del show. Pero ese electro-dance-punk no es más que el preludio para ‘House of Jealous Lovers’, una canción SUPERIOR a todo lo que los Rapture han hecho y probablemente, a lo que vayan a hacer. Su ritmo enfermizo es tan pegote que no acepta análisis: mientras tus caderas se mueven, tu cerebro se quema. Y dejas de pensar.

Echoes’ y ‘The Sound’ operan como épilogo perfecto para la salida de los integrantes, no sin antes dejarnos en claro que el secreto mejor guardado de este grupo es su multiinstrumentista, Gabriel Andruzzi y en particular, los momentos en que toma el cencerro para darle un sonido aún más negro al cuarteto.

Al regreso, el grupo se manda con ‘Don gon do it’ , el track inaugural de su más reciente placa. Para el cierre, ‘Olio’ emula en la voz a The Cure, mientras Luke Jenner se acerca al público hasta conseguir arrojarse a ellos y nadar entre la audiencia. Acto seguido, Matt dice: ‘Weones y weoncitas, somos The Rapture de New York. Gracias.’

A la salida, la sensación era freak. Como mucha gente con la que hablé, la cosa pareció un problema de expectativas. El show fue correcto, pero yo esperaba casi ‘la fiesta inolvidable’. Ellos tocaron bien, pero escuché medio ralentadas algunas versiones. ¿O era yo y la nube ambiente? Un problema de timing, como diría Johansen.

Setlist: Down for so long / Get Myself into it / Sister savious / The devil / Pieces of people we love / Out of the races and onto the tracks / Killing / Whoo! alright - yeah uh huh / House of jealous lovers / The coming of spring / Echoes / The sound // Don gon do it / Fist gear / Olio

Monday, November 12, 2007

Human Behaviour

Bjork empieza y termina en sí misma. Es una isla única y misteriosa, que no sabe de referencias ni referentes. Una anomalía, una maravillosa anomalía que se aparece cada una década por acá (para ser más exactos fueron 9 años y 3 meses) y embriaga con su registro diáfano que parece no venir de este mundo.

Mis recuerdos de ese show de agosto del ’98 en el Caupolicán no son muy concretos. No recuerdo escenas específicas, sino más bien un estado de ánimo, como una bruma mágica que me intóxicó por 80 minutos. Primero, aquel traje blanco con alas que se desplegaban cuando ella lo deseaba; y segundo, la voz. Esa voz que, desde ‘Hunter’ hasta el último estribillo secó mi boca porque no me dejaba cerrarla ante el shock.

La islandesa retornó a Chile. Esta vez, con la excusa de mostrar en sociedad su flamante ‘Volta’, una especie de retorno a la música más ‘convencional’ (si es que cabe el calificativo en ella) que abandonó con el críptico ‘Medulla’.

¿Pelamos altiro? Ya. Se comentó que el show que traía Bjork requería de un clima íntimo, tal como lo hicieron los Coldplay en el inapropiado Espacio Riesco. Pero no, en lugar de un espacio como el Caupolicán (muy chico para la demanda), se optó por el Estadio San Carlos de Apoquindo, el más periférico de la capital. Mal.

¿En qué se tradujo eso? Voy a contar mi experiencia personal:

**Viaje de Ida (metro hasta Escuela Militar y micro hasta el estadio): 110 minutos
**Concierto Bjork: 80 minutos
**Viaje de Vuelta (caminar desde el estadio hasta el Alto Las Condes….sí, leyeron bien; y luego, 2 micros): 140 minutos

Entiendo que era necesario un lugar grande porque muchos querían verla y la idea era no encarecer AUN MAS los precios, pero…¿y el Arena Santiago? En síntesis, muy mal escogido el lugar. Peor aún: el escenario fue colocado a lo ancho y no a lo largo del estadio, y en DG Medios decidieron que la prensa debía ubicarse en la Tribuna Fundadores, lo cual permitía ver el show de frente al escenario pero A KILÓMETROS de distancia: por lo mismo, no tengo idea cómo funcionaba el famoso reactable, ni cómo se distribuían los sonidos los músicos que tenían miles de teclados alrededor. Sólo caché con claridad al baterista, y era impresionante.

21:25 horas. Todo se va a negro y aparecen en escena los edecanes de este tour de Bjork: el conjunto de nueve bronces, Wonderbrass. Con pintura en su rostro, y banderas medievales, el grupo creó un solemne muro sonoro que dio paso a la aparición de Bjork. La dama nórdica apareció vestida como una especie de pavo real muy elegante: un vestido largo y de todos colores, y ese maquillaje fluorescente en el rostro que la ha acompañado desde que presentó ‘Volta’ en el Coachella.

Anchor Song’ y ‘Unravel’ dieron la alerta, permitiendo calentar motores y dejarse seducir por el canto de sirena. Sólo en ‘Hunter’ llegó el delirio, con su danza tribal que emocionó a la audiencia. Bjork llegó con disposición de tocar los hits, pero la cosa no iba a ser tan fácil: cada estribillo reconocible llegaba con otro pelaje, otra lógica, una nueva lectura musical.

Come to Me’ y en especial ‘Joga’ sonaron sublimes. Los vientos de este grupo invitado se fueron convirtiendo en protagonistas, dándole más peso y elegancia a las nuevas versiones. La de ‘Joga’ fue quizás lo más conmovedor de la noche.

El show creció en ritmo e intensidad cuando llegó ‘Earth Intruders’. La colaboración de la islandesa con Timbaland montó el primer atisbo de fiesta en la cordillera. Lo que no sabíamos es que era sólo un preámbulo para la clásica ‘Army of Me’, que una vez más se benefició por la abundancia de bronces presentes. De ahí en adelante el karaoke no paró más.

Me sorprendí demasiado de escuchar ‘I Miss You’, una de mis favoritas del disco ‘Post’. Pero mi momento favorito de la jornada llegó con ‘Bachelorette’, con una interpretación majestuosa y afortunadamente, muy similar a la versión del disco. La locura total se desató con ‘Hyperballad’ y ‘Pluto’, dos gemas electrónicas que consiguieron más euforia de mi cuerpo que todo el set de los Chemical Brothers el día antes. Catarsis.

La absurda distribución de asientos planteada por la producción dejó un enorme sector Vip con al menos 12 filas de asientos vacíos. La reacción de la cancha no se hizo esperar y en tres ocasiones diferentes la gente de Cancha se coló hacia el Vip. En total, deben haber sido 300 personas. Uno cosecha lo que siembra. Esa forma de repartir al público era un estupidez.

Para el cierre, Bjork se dio tiempo para presentar a sus músicos. La único que salió de su boca durante el show fue un ‘Gracias’ en español entre medio de algunos temas. Antes de empezar ‘Declare Independence’, sus últimas palabras fueron "Viva la Revolución", lo que dio paso a la última estampida desde Cancha al Vip.

Igual que en el ’98, apenas 80 minutos. Muy poquito para un show en donde pensé que iban a aparecer ‘Hidden Place’, ‘Pagan Poetry’, ‘All is Full of Love’ ‘Human Behaviour’ u ‘Oceania’ (todas sonaron en uno de los dos shows en Buenos Aires). Además, yo estaba ilusionado con escuchar ‘Isobel’, ‘Possibly Maybe’, o ‘Venus as a Boy’. Por otro lado, mis amigos lamentaron en especial la ausencia total del disco ‘Vespertine’ en el show de Chile.

La sensación es agridulce. Mientras caminaba por el barrio alto con la certeza de haber visto un notable show, me preguntaba porqué el contraste era tan grande: sobre el escenario, una experiencia pura y única; la organización, una verdadera basura. Ahí cobra total sentido la opción de la islandesa por aislarse de fans, ejecutivos y otros: se contruyó otro mundo y desde ahí nos visita de vez en cuando. Tiene lógica.

Setlist: Anchor Song / Unravel / Hunter / The Pleasure Is All Mine / Come To Me / Jóga / Who Is It / Desire Constellation / Earth Intruders / Army Of MeInnocence / I Miss You / Bachelorette / Five Years / Wanderlust / Hyperballad / Pluto / Declare Independence

Monday, November 05, 2007

The Beatiful Occupation

Cuando termina un set tan perfecto como el de Travis, uno trata de mirarse a sí mismo e imaginarse de qué tamaño es mi sonrisa y cuán liviano siento mi cuerpo, liberado de tensiones y demonios, al menos por un rato. Parece tan idílico que uno se visualiza empuñando una guitarra, viajando de pueblo en pueblo traspasando historias y sensaciones en forma de canción.

Pero ayer domingo no sólo hubo buenas noticias arriba del escenario. El Fénix Festival fue un nuevo eslabón de excelente organización y un público a la altura de la ocasión, en el mismo año de hitos como la Cumbre del Rock Chileno y el Vive Latino. Por fin a la audiencia le quedó claro qué implica ir a un festival: no es sólo agolparse en la cancha para estar en primera fila; es ir a un lugar donde puedes mirar los stands de ropa y revistas, comer algo cómodamente sentado, echarte en el pasto para huir del sol o hacer la previa con los créditos nacionales en el segundo escenario. La atención se puede poner en diferentes focos.

La cosa partió a las 13 horas, pero yo llegué como a las 16:30, justo para chequear a Saiko con nueva vocalista, aunque me pareció mucho más relevante el sónico aporte en guitarra de Cristian Lopez, el gran talento detrás de Javiera y los Imposibles. Antes habían pasado Raudales (¿?), Gonzalo Yáñez (y dale…), Primavera de Praga y Sergio Lagos (no, no lo pifiaron).

18 horas: por fin algo de brisa aparece pero ya estoy dentro de la cúpula para chequear a Starsailor. No sé si es la resaca o las pálidas melodías de James Walsh, pero al cabo de 3 temas, me parece mejor idea ir a vitrinear al exterior del Arena Santiago. Afuera está Pelolais City, y desde ya el Fénix se calza el galardón de “el evento con más minas ricas por metro cuadrado del año”.

Tras el fin del show de los autores de ‘Alcoholic’, la Cancha Vip por fin toma algo de cuerpo. La expectación crece a la espera de Fran Healy y el resto de los escoceses. A la señal de luces apagadas, emerge la fanfarria de la MGM, seguida de la música incidental de “Rocky”, que da paso a la entrada de los retadores: el cuarteto de Glasgow ingresa al cuadrilátero con batas de combate y actitud desafiante.

Selfish Jean’, la canción de las poleras, abre los fuegos, evidenciando la dinámica sobre el stage: Neil Primrose agita las baquetas con delicadeza, Dougie Payne sonríe sin parar con exquisito cinismo british, Andy Dunlop parece un tío ‘buena onda’ jugando al rockero (pero pronto develará su verdadera identidad). ¿Y Fran Healy? El hombre del jopo se esfuerza sin éxito por restarse protagonismo y resaltar a la banda como un todo. Pero cuesta: Healy es molestosamente simpatico.

Tras tres tracks de su flamante ‘The Boy with no Name’, llega ‘Writing to Reach You’ para iniciar el karaoke, el cual se prolonga con ‘As you Are’ y Healy relatando la eufórica recepción que tuvo en nuestro aeropuerto. El público lo sorprende al corear la bella ‘My Eyes’, presentada por el cantante como ‘una canción que hice cuando supe que iba a ser papá’.

En ‘The Beatiful Occupation’ comienza a quedar claro que este es un lobo con piel de oveja. Los de Glasgow poseen madera pop y entornos de ensoñación melancólica, pero entre Dunlop y Healy los guitarrazos, solos y distorsiones se convertirán en la tónica del recital.

La secuencia venidera fue tan coreada que pone los pelos de punta: ‘Side’, ‘Driftwood’ (enorme!!), ‘Good Feeling’, la reciente ‘Closer’, y una gloriosa ‘Sing’, apoyada por ese ya clásico banjo. Healy se veía genuinamente emocionado con el coro de la audiencia y confesó sentirse “como en casa”.

Una cumbre del show llega con ‘All I Wanna Do is Rock’, en la que Andy Dunlop aprovecha la llegada de su solo para nadar entre las manos del público. Momento Kodak.Y cuando creías que ya escuchaste lo mejor, llega ‘Turn’ a dar cátedra de cómo se hace un himno de estadios.

Parecía que la banda saldría de escena, pero se quedaron para otra postal: todos juntos abrazados a Healy y su guitarra, entonando una emotiva ‘Flowers in the Window’. Para el final, nada mejor que ‘Why Does it Always Rain on me’, con algunas personas sacando paraguas alusivos. Travis habían logrado lo impensado: con la picardía que carece Keane y sin tomarse tan en serio como Coldplay, construyen su audiencia a punta de instantes pop. La vara había quedado altísima.

The Killlers estaban llamados a ser protagonistas. El escenario apareció vestido con cortinas rojas a lo ‘Moulin Rouge’, enormes letreros luminosos que daban la bienvenida a ‘Sam’s Town’, además de luces navideñas y flores por doquier adornando los instrumentos. Puro artificio.

La intro llegó con un video en blanco y negro, con la estética que Anton Corbijn les dio a los Killers. Al ingreso, Brandon Flowers aparece vestido de etiqueta con mirada fija y pulso nervioso, para abrir los fuegos con ‘Sam’s Town’. Tras el interludio de Flowers al piano, viene una tripleta sobresaliente: ‘When you Were Young’, ‘Bones’, y la agresiva ‘Somebody Told Me’.

Flowers saluda al público llamándoles ‘brothers and sisters’, evocando su pasado mormón. En tanto, Dave Keuning parece pasar mucho tiempo mirándose al espejo. De pelo ruliento y chaqueta elegante, el guitarrista parece haber aprendido con eficacia todos los trucos de The Edge.

El problema emerge cuando queda claro que la banda agotó sus cartuchos demasiado rápido. Tras ‘Smile Like You Mean it’, los sonidos se reiteran una y otra vez, el teclado distorsionado ya no es novedad y la conexión con la audiencia es escasa. De ese naufragio sólo se salvan ‘Read my Mind’ y ‘Mr. Brightside’, la canción más coreada del show.

Para el bis, los Killers homenajean a Joy Division con una correcta ‘Shadowplay’, pero la única postal relevante que queda es ‘All These Things that I’ve Done’, una muestra de feeling épico y dominio escénico que acaba con Flowers de pie sobre su piano, cediéndole al público su ‘I’ve got soul.. but I’m not a Soldier’ repetido hasta el infinito. Bienvenidos al templo.

¿Raya para la suma? Mujeres lindas, sol radiante, buena música. Mi idea de un domingo por la tarde.