felipe arratia

Wednesday, February 25, 2009

Barrilete Cósmico

Una de las pocas consecuencias positivas de morirte es que te llenan de premios. En su rol del ‘Joker’, Heath Ledger alcanzó la gloria que la Academia de Hollywood le negó con ‘Brokeback Mountain’ y de paso, relegó a todos sus competidores a un rotundo segundo plano.

Uno de lo que se quedó con las ganas en la quina de actor secundario fue el gordo Phillip Seymour Hoffman. Lo vi por primera vez como el antipático “hijito de papá” en ‘Perfume de Mujer’: su estampa robusta y pálida lo alejaban del estereotipo de galán, pero él aprovecharía esa misma facha de tipo común y corriente para hacer literalmente todo tipo de papeles.

A continuación, diez de las más notables actuaciones del gordo Hoffman. Pase, lea y discuta.

10.- Scotty J en ‘Boogie Nights’: Pelo largo, anteojos vintage, musculosa con el ombligo al aire. Se suponía que sería un secundario, pero el gay enamorado del pornstar Dirk Diggler detona una de las escenas más dramáticas del filme: sus ansias de ser querido lo despojarán de amor, amistad y dignidad. ‘I’m a fuckin’ idiot’, dice entre lágrimas.

9.- Owen Davian en ‘Mission Impossible 3’: El antagonista de Ethan Hunt es un hijo de puta sin dobleces. En los primeros 30 segundos de película ya lo detestas, pero a la vez te aterorriza: no es un villano de cartón a lo ‘James Bond’. Owen Davian es un malo post 9/11. Si te dice que matará a tu esposa, mejor créele.

8.- Gust Avrakotos en ‘Charlie Wilson’s War’: ‘Excuse me, ¿what the fuck?’ es lo primero que sale de la boca de Gust….y se lo dice a su jefe. Su bigote gastado, calvicie inminente y lentes fuera de toda moda evidencian el comportamiento frontal y grosero que lo convierte tanto en un viejo zorro de la CIA como en un escollo para sus superiores. Hoffmann salva del naufragio a esta pretenciosa obra con una actuación que mezcla explosión y contención con timing de relojero.

7.- Lester Bangs en ‘Almost Famous’: Sí, William Miller es el protagonista, pero Lester Bangs es el verdadero espíritu del filme. En esta, la fábula más bella que he visto, el crítico que murió escuchando a Human League se hace el duro, pero en realidad es la figura paterna. “Te hacen sentir que eres cool, pero yo te conocí y no tienes nada de cool”, le dice sobre los rockeros. “La única moneda en este mundo quebrado es lo que compartes cuando no eres cool”, resume. Toda la razón.

6.- Padre Flynn en ‘Doubt: Conocí muchos curas ‘buena onda’ como el Padre Brendan Flynn. En un ambiente represivo, la cercanía y calidez con sotana incluída son bien recibidas pero despiertan sospechas. Y la hermana Aloysius (Meryl Streep) está de acuerdo conmigo. ¿Es culpable el cura de los cargos que se le imputan? He visto pocas películas más ambiguas que esta y eso es pura gracia de las performances. Duelo de titanes.

5.- Phil Parma en ‘Magnolia’ : Es el pegamento que lo une todo. En la contrarreloj por hacer que padre e hijo se reúnan antes de la muerte del padre, la fe del enfermero Phil lo hace decir al teléfono a un desconocido: “Esta es la escena de la película en la que tú me ayudas”. Hace falta oficio para pronunciar esas líneas y no lucir ridículo. Phil se involucra tanto en una historia ajena que sus lágrimas finales también son las nuestras.

4.- Jon Savage en ‘The Savages’: Por más que luchemos por dejar atrás nuestro pasado, siempre se las encarga para volver por nosotros. Los hermanitos Savage viven existencias fracturadas tratando de tapar sus recuerdos con tierra, pero ha llegado el momento de moverse: Jon dejará de escapar para salir a buscar su destino y tiene un ticket a Polonia para lograrlo.

3.- Allen en ‘Happiness’: Conoce su biotipo y lo explota. En esta oscurísima sátira de Todd Solondz que lidia con pedofilia y suicidio él es Allen, un solitario perdedor con inseguridad patológica. Lo único que trae emoción a su patética vida es su guapa vecina, para la cual no existe como ser humano. Pero sí se trata de sexo telefónico, la cosa cambia.

2.- Andy Hanson en ‘Before the Devil Knows you’re Dead’: Esta tragedia griega está llena de seres malditos condenados a un destino infame a causa de sus actos. Andy es un drogadicto amoral y déspota que no dudará en robar la joyería de sus padres para salir del pozo. Hoffman construye un ser despreciable que recibirá un ineseperado castigo a su proceder.

1.- Truman Capote en ‘Capote’: Parece una caricatura, pero es un triunfo. El gordo entiende la diferencia entre crear un personaje e interpretar a uno que ya existió. El ‘Capote’ de Hoffman no se parece: es IDENTICO al original. Sus ademanes afeminados y tono nasal reproducen con perfección al desaparecido escritor: es un ejemplo de performance en la que el actor desaparece para dejarse llenar por otra identidad. Simplemente notable.

Tuesday, February 24, 2009

Nuestra Fe

Cada uno tiene su propio Mike Patton para armar. Especialmente en Chile, país pródigo en fanatismo por personajes bizarros como el líder de Faith No More. Es cosa de preguntar entre los melómanos de 20 y 30 y tantos años, y te sorprendería saber cuántos devotos tiene la Sagrada Iglesia de Patton.

No soy de los que le compró el boleto con todos su experimentos: Mr. Bungle tienen un par de discos buenos, Fantomas es casi inescuchable, Lovage fue un bonito experimento, Tomahawk pasaron piola y lo de Peeping Tom era lo más parecido a Faith No More que hizo. Disperso. Pero nadie puede acusar a Patton y su alegre compañía de poco jugados o prejuiciosos.

Hay que ver la cosa en contexto: es 1990 y en una sola banda confluyen sonidos metaleros, citas kitsch, un bajo que bordea el funk y un cantante que estruja todos los registros posibles de su garganta. Le llamaron ‘alternativos’ a falta de una mejor palabra: entre el ‘Real Thing’ de FNM, el ‘Mother’s Milk’ de los Peppers y el ‘Time’s Up’ de Living Colour, el beat bailable se hizo un espacio entre los riffs rockeros. Es imposible pensar en Incubus, System of a Down y hasta en Deftones sin pasar por el quinteto de San Francisco.

Lo que más me gustaba de FNM es que se pasaban por la raja las convenciones del metal y, al revés, se burlaban de ellas como hoy la hacen Queens of the Stone Age. Sus guiños a Take That, Portishead o NKOTB en Chile son una pequeña muestra de verdadera irreverencia comandada por un Mike Patton que nunca necesitó decirnos que no confiaba en nada ni nadie. Sus hechos hablaron por sí solos: la separación de Faith No More (abril de 1998) llegó piola, sin giras de despedida, lágrimas o amargas declaraciones cruzadas. Sólo dejar de juntarse por un tiempo y reinventarse para mantener la excitación de crear arte. The Real Thing.

Hoy es un día de gozo. Sin especulaciones de cifras ni anuncios rimbombantes, Faith No More regresaron. De momento es sólo un tour por Europa, pero uno nunca sabe. De sólo pensar en que puede sonar ‘Just a Man’ otra vez en un escenario, no dejo de sonreir. A Small Victory.

Monday, February 23, 2009

Dead Man Walking

Heath Ledger no es el primer finado en ganar un Oscar. En 1976, Peter Finch se mandó una performance histórica en ‘Network’, pero no vivió para recibir su galardón: el 14 de enero de 1977, un infarto se lo llevó a los 60 años, dos meses antes de la ceremonia.

Curiosamente, no es la única similitud con Ledger: cuatro años antes de ‘Network’, Finch interpretó a un homosexual en ‘Sunday Bloody Sunday’, tal como lo hiciera nuestro Heath en ‘Brokeback Mountain’.

Paul Thomas Anderson (‘Boogie Nights’) reconoce que los personajes adultos de ‘Magnolia’ están altamente inspirados por los de ‘Network’ e incluso hizo que su equipo de producción viera el filme antes de rodar su obra maestra. PTA quería que los viejos de ‘Magnolia’ se vieran igual de hechos mierda y perdidos en la vida como los de la obra de Sydney Lumet.

Aquí, la escena más recordada de ‘Network’. El conductor del noticiario de UBS, Howard Beale, llega un día al set y da un memorable discurso, conminando a la gente a salir de su rutina y gritar: "I'm as mad as hell, and I'm not going to take this anymore!". Clásico.

Thursday, February 19, 2009

Bringin' the Sexy Back

Su nombre es Christina Hendricks y sí, es perfecta. La conocí, como todos, en el rol de esa abeja reina que es la secretaría Joan Holloway en la excelente serie ‘Mad Men’. En ella, Christina confirma que sexo es poder: sabe lo que tiene y sabe que todos lo quieren. Seguro que le pasa lo mismo en el mundo real.

Tras perder varios castings a causa de sus amplias caderas, Christina llegó a ‘Mad Men’ precisamente por lo mismo: en la serie ambientada en 1960, sus curvas pronunciadas encajan a plenitud con el cánon de belleza de la época. Si me preguntan a mí, también son las precisas para esta época.

Ver deslizarse a Christina por los pasillos de la agencia Sterling Cooper es como ver navegar a un trasatlántico: se mueve lento, pero estás tan impresionado observándolo que deseas que se mueva aún menos.

Wednesday, February 18, 2009

Todos Eramos Sónicos

Una cosa es que venga Radiohead; otra es que en la misma semana retorne el legendario Chris Cornell (aunque su reciente 'Scream' aún sea difícil de tragar). Pero muy distinto es que en cosa de cuatro días veamos a ambos y a SONIC YOUTH.

La noticia se confirmó en la conferencia que anunció el Line Up oficial del Pepsi Fest, y donde también se descartó el regreso de Smashing Pumpkins.

Supe de Sonic Youth allá por el '93. Me acuerdo que un punkie del colegio, el 'pelao' Ruiz (que más encima era hijo de un profe del colegio), pasó en un recreo vendiendo casettes regrabados de artistas difíciles de encontrar. Casi todo era muy hardcore para mí, pero recordé que había visto un video increíble en MTV: '100%', un clip lleno de guitarras derretidas y skaters flacuchentos que definía lo que es cool para un péndex de 15 como yo. Sonic Youth se llamaba el grupo. Tomé un casette que decía 'Dirty' y desembolsé mi arrugada luca. Ese día me gané el respeto de la comunidad punkie de mi colegio y un álbum que aún hoy me provoca escalofríos cuando suena 'Drunken Butterfly'.

Pasaron los años. En trabajos de verano, un compañero de cuadrilla cantaba todo el día 'Bull in the Heather' y en la universidad, otro socio no se sacaba su polera del 'Washing Machine' ni para lavarla. Hasta me leí aquella vieja Extravaganza! en la que Kim y Thurston contaban que la niñera de su hija Coco era una chilena. Hubo múltiples anuncios de visita, envalentonados por las presentaciones en nuestro país de leyendas indie como Tortoise, Stereolab, Yo La Tengo, Jon Spencer y Mogwai. Pero nada: que son muy caros, que no quieren venir, que no aceptan ciertos sponsors.....

Y finalmente, un buen día se anunció su desembarco a la región, mas no a Chile. La banda, en calidad de quinteto (junto a Jim O Rourke) se presentó en la lluviosa jornada del 21 de Octubre del 2000 en el Club Hípico de Buenos Aires junto a Sean Lennon. Ahí regalaron gemas como 'Schizophrenia', 'Kool Thing' y 'Brother James'. Cuatro años después, en julio de 2004, yo figuraba en East Village, cerca del edificio que se convirtió en la carátula de 'Physical Graffiti' de Led Zeppelin. Caminaba por Alphabet City entre junkies y vagabundos, a pocas cuadras del cuartel de operaciones del grupo, y entré a una tienda de discos: ahí me compré el 'Goo' en U$ 4.99. Sincronía perfecta.

Tres discos oficiales y múltiples epés han lanzado desde entonces. Si bien 'Murray Street' era algo críptico, 'Sonic Nurse' fue un retorno a su mejor forma. Esa misma que nos mostrarán la tarde del 29 de marzo cuando lleguen con el flamante 'The Eternal' bajo el brazo.

Nunca supe muy bien que significaba ser sónico, pero en la convicción de Kim Gordon, la cara de eterno adolescente de Thurston Moore y esa vitalidad incansable de la dupla Ranaldo-Shelley percibía algo que iba a desear exhudar cuando fuera más grande. Tal vez el próximo 29 de marzo lo sepa.

Monday, February 16, 2009

Exijo Ser un Héroe

Mi amigo Fernando tiene razón: es posible que ‘Mi Vida como Prisionero’ de Claudio Narea sea la primera biografía de un rockero contada en primera persona. Desde los prehistóricos textos de Tito Escárate y Fabio Salas, pasando por las expuestas vidas del trío de San Miguel bajo el prisma de Stock y Osses, o celebrando los rescates de ídolos como Luis Dimas y Cecilia, las obras literarias dedicadas a nuestros próceres musicales siempre son narradas por un tercero, un otro. Ello le da un valor aún más especial a la cruzada por contar su verdad que emprendió el guitarrista de Los Prisioneros.

Aclaro de inmediato: Narea nunca fue particularmente santo de mi devoción ni tampoco lo sentí como un estorbo para la banda: simplemente creo que daba lo mismo. Pero sí estoy de acuerdo en que Los Prisioneros históricos son tres y sin él, está claro que la banda se transforma en otra cosa. Esa misma presencia ‘fantasmal’ es la que convierte a su testimonio literario más en el relato de un testigo privilegiado que en la desclasificación de un protagonista y/o autor de tantos himnos generacionales.

Es obvio que para que un texto que viene del rock tenga tal exposición se hace necesaria cierta chimuchina. Por lo mismo, Narea no puede rehuir lo inevitable: relatar con lujo de detalles el triángulo amoroso que mató a Los Prisioneros y exponer la interna de la banda, describiendo a un Jorge González déspota y manipulador (¿en serio les sorprende?). Sin embargo, más allá de ese ‘gancho’ narrativo, yo prefiero rescatar este libro como un certero retrato de época que me dejó genuinamente emocionado.

Soy de San Miguel. Viví a dos cuadras del Liceo 6 Andrés Bello, el mismo de Jorge, Claudio, Miguel, mi papá y mi padrino. A los 8 años, cuando en mi casa sólo sonaba la música que ponía mi papi, el primer cassette propio que tuve fue uno regrabado que en el lado A tenía ‘La Voz de los 80’ y en el B, ‘Pateando Piedras’. Ocioso sería relatar cuántas veces lo escuché, lo retrocedí con un lápiz, o grité como mías las letras de Jorge. Cada uno tiene la vida que tiene y yo nunca tuve grandes carencias, pero los relatos del trío no me eran en absoluto ajenos.

Yo era muy chico y no entendía mucho de los tiempos que se vivían en términos políticos. Pero no hace falta entender nada cuando se sienten tanquetas en la noche, cuando estás jugando en una plaza y te tienen que echar sal bajo la lengua para escapar del efecto de las bombas lacrimógenas, o cuando se mete gente corriendo a tu colegio y los curas los esconden para salvarlos de los pacos. Eso se queda contigo.

Claudio cuenta de sus tiempos de liceano, cuando no le daban bola en las fiestas del León Prado o del Claretiano y también, del incierto futuro que le auguraba tras rendir la PAA. Yo me acuerdo que en 1987, ‘Exijo ser un Héroe’ era una canción que casi me sacaba lágrimas con eso de ‘la vida es cara y aburrida para darla por perdida’. Veía a los alumnos del liceo fiscal en que trabajaba mi mamá y todos eran una canción de Los Prisioneros viviente. Tener esperanza en el futuro era un trabajo de tiempo completo

Es bonito recordar, como lo hace Narea, cómo nacían las influencias en aquella época, sean musicales o de cualquier índole. Me acuerdo cómo el ejercicio de juntar la mesada de varias semanas se transformaba en llegar a tu pieza con las manos transpiradas y un disco en tus manos; o más que un álbum, con un oráculo para ver lo que te depararía el destino, como sugieren en ‘Casi Famosos’. Las remembranzas de Claudio al recomendarse música con Jorge me llevaron directo a 1992, cuando Mauricio Horment y yo (a cuadras del Liceo 6) veíamos los VHS de los Chili Peppers con la devoción de un Opus Dei. Era la primera vez de muchas cosas.

Impacta la precocidad de Los Prisioneros. Desde esas primarias ideas trazadas con Los Seudopillos y Las Vinchukas, sus letras llenas de corrosivo desamparo evidencian por partes iguales la genialidad y desolación que Jorge, Claudio y Miguel disfrazan con sarcasmos y caras serias. Tenían, ¿cuantos? 15, 16, 17 años y ya había más claridad en esos versos que en los últimos 20 años de música chilena.

No le veo el sentido a detenerse en las discusiones internas o en los entuertos posteriores. Me quedo con lo que me interesa: ‘Mi Vida como Prisionero’ es el testimonio más claro de que para formar una banda de rock, no necesitas ser un músico avezado: sólo basta que desees consagrar tu vida a la música. Esa historia ocurrió y más encima, a dos cuadras de mi casa.

Friday, February 13, 2009

Hacer la Guerra

La tenía prometida hace rato. Dijo que tras ver persecuciones en filmes como ‘Bullit’ y ‘El Gran Escape’, armó la impactante secuencia final de ‘Death Proof’ y ahora, tras años de repetirse ‘Los Doce del Patíbulo’, Quentin Tarantino hizo realidad un viejo sueño: su propia película de guerra.

Inglorious Bastards’, basada en el filme italiano del mismo nombre, nos trae a Brad Pitt como el Teniente Aldo Raine. El tiene bajo su cargo al grupo de bastardos cuya misión es acabar con cuantos nazis como sea posible, mientras una mujer judía trata de vengar el asesinato de sus padres. De momento sólo se sabe que el filme estará dividido en cinco capítulos, que Samuel Jackson hará de narrador en off y que Mike Myers será un general británico. Nada más.

Tendremos que esperar hasta agosto para el estreno comercial, aunque Tarantino pretende hacer la premiere mundial en Cannes, donde hace exactos 15 años ganó la Palma de Oro gracias a ‘Pulp Fiction’. Algo de suerte le traerán las costas galas…..

El trailer de ‘Inglorious Bastards’, aquí:

Thursday, February 12, 2009

El Gran Escape

Están las películas que proponen una verdad y las que saben que no hay ninguna; están las que muestran la vida que queremos y las que exhiben la que realmente vivimos. Hay películas con vocación de “lindas” y otras que son todo lo contrario.

Hace algunos días vi ‘El Curioso Caso de Benjamin Button’, motivado por la filmografía sobresaliente de David Fincher, el oscuro realizador que hizo cumbre con ‘Seven’ y ‘Zodiac’, y logró plasmar en imágenes la extrema amargura del escritor Chuck Palahniuk en ‘Fight Club’.

Mi desazón fue total tras las casi tres horas de metraje: a pesar de su premisa retorcida y finísima estética (de seguro ganará el Oscar por maquillaje, dirección artística y fotografía), la obra no es más que un ejercicio de estilo plagado de trampas montadas por un director experto en ellas (el final de ‘The Game’, las pistas falsas de ‘Zodiac’) que, esta vez disfrazó su propuesta con la armazón de los grandes blockbusters (el guionista es Eric Roth, el mismo de ‘Forrest Gump’), dejando la sensación de un trabajo por encargo con miras a la estatuilla dorada.

No hay tono sepia que valga cuando tienes personajes que no avanzan. A pesar de narrar la vida completa del tipo que nace como viejo y muere como un niño, no hay progresión en la historia: ni él ni su objeto de romance aprenden de sus errores, se redimen, o aplican las lecciones que entrega el camino recorrido. Son 165 minutos que dan vueltas en redondo, con loops sin sentido (la mujer que conoce en Rusia…¿?) y numerosas despedidas y reencuentros entre Benjamin (Brad Pitt) y Daisy (Cate Blanchett), adornados por creativas tomas y crescendos musicales que tratan de tapar el vacío de una trama que es pura forma.

Tal vez lo único rescatable de ‘Button’ sea su tono: el filme sugiere con mirada voyerista lo extraño de este viaje llamado ‘vida’ y la cantidad de vueltas que da, haciendo estériles nuestros esfuerzos por mantener constantes deseos, pasiones, puntos de vista o intereses. Parece como si nos dijeran “no intentes encontrarle una explicación a esto porque no la vas a hayar”. De acuerdo.

Pero días después vi ‘Revolutionary Road’, el filme basado en el relato de Richard Yates. Frank (Leo DiCaprio) y April (Kate Winslet, deslumbrante) son los Wheeler, una pareja joven que vislumbra una vida familar en los suburbios junto a sus hijos y una cómoda casa. Pero ellos, arrogantes y/o ambiciosos creen que esa no es la existencia que se merecen: aspiran a algo más y eso es a vivir en Paris.

Sam Mendes narra con el puntillismo de un cirujano la utopía de ser pareja y el desplome que se genera cuando los sueños individuales son más fuertes y el enamoramiento cumple su fecha de vencimiento. Frank dice sacrificarse por su familia en un empleo que no desea, pero le es infiel a su mujer; mientras tanto, April culpa a los que la rodean de sus frustradas expectativas como actriz y disfraza de objetivo familiar su deseo de moverse de ese ‘desencantado vacío’, como dice un personaje de la obra.

(Alarma de spoiler) Cierto: el filme es cualquier cosa menos amable. Desde el momento en que April dice “no puedo estar aquí y tampoco puedo estar allá’, una bomba de tiempo se activa. Los últimos 20 minutos de verdad me provocaron un calambre en el estómago: ahí vemos a una mujer que puede ser mi mamá, mi vecina o una amiga luchando con todas sus fuerzas contra la predestinación de una vida rutinaria y sin desafíos, inundada de la desesperanza que tan claramente graficaron autores como Carver y Cheever.

Si en ‘American Beauty’ se valió de lo teatral y caricaturesco, en ‘Revolutionary Road’, Sam Mendes propone naturalismo hiperrealista: sus personajes son inconsecuentes, cobardes, egoístas y desleales. En una palabra, humanos. Al final la triste April, decepcionada de su proyecto en común e imposibilitada de cumplir sus expectativas individuales, buscará en un acto terminal el libre albedrío que tanto ansía.

En la última escena, Mendes sugiere con dolorosa acidez que en muchas instancias, la vida en pareja no es cosa de atracción sino de acostumbramiento. No es lo que nos gusta ver ni escuchar, pero mira a tu alrededor y pregúntate si es mentira.

Tuesday, February 10, 2009

I Love M.I.A.

Los desnudos están de moda: Morrissey acaba de sacarse la ropa (y le ordenó a su banda que hicieran lo mismo) para el booklet de su notable 'Years of Refusal'.

Por otro lado, la inglesita Lily Allen saca nuevo disco ('It's Not me, it's You') y se le ocurre la brillante idea de mostrarnos su derriere en el show que dio en un club gay de Londres.

Sea gracias al bisturí o al ejercicio (improbable), sorprendentemente Lily se ve como quiere.

Sin embargo, yo amo a otra mujer. Se llama Maya....

Parecía que los Grammy por fin le hacían justicia: la nominaron a Grabación del Año por la impactante 'Paper Planes' y se anunció su presencia en vivo para la ceremonia del pasado domingo.

Con nueve meses de embarazo (sí, nueve), M.I.A. se posó sobre el Staples Center de Los Angeles y una vez más su presencia fue desaprovechada ya que sólo hizo la intro y los coros de 'Swagga Like Us' en una reunión cumbre que contó con los hiphoperos más importantes de la escena: Jay Z, Lil Wayne, T.I. y Kanye West la acogieron y le dieron la bienvenida al selecto club de los mejores MC's del universo.
Es posible que a la hora que estoy escribiendo esto, M.I.A. esté dando a luz. Pero incluso con ese vientre (o tal vez, gracias a él), ella fue lejos la más sexy de la premiación.

I Love You, M.I.A.!!

Wednesday, February 04, 2009

El Lado Oscuro

La codicia está bien, el sexo es fácil, la juventud es para siempre”. Así reza el slogan de la versión fílmica de ‘Los Confidentes’, la colección de historias breves que Bret Easton Ellis publicó en 1994 y que acaban de convertirse en un filme con guión supervisado por el propio autor.

Supe de Easton Ellis por un profe de literatura en tercero medio. Al año siguiente, él me supervisó un trabajo que duraría un semestre y en el cual había que proponer una tesis respecto de una obra literaria. Tras un par de conversaciones, mi profe propuso ‘American Psycho’: dijo que lo leería en paralelo conmigo y yo accedí encantado. Era el momento preciso para escapar bien lejos de quijotes, mendigos y últimos grumetes.

Tres meses más tarde, las lapidarias palabras de mi mentor fueron “era muy fuerte el libro. Deberíamos haber trabajado con otro”. Demasiado tarde: las frases de Patrick Bateman se habían quedado para siempre en mi inconsciente y lo único que quería era conocer más del mundo en que vivía Easton Ellis. Tal vez, hasta vivir en él. Lo siguiente sería ‘Los Confidentes’.

No tengo muy claro porque me atrae este autor: sus libros tienen pasajes derechamente planos y lateros (las descripciones de catálogos de sillones en ‘American Psycho’) y las películas que se han hecho de sus obras han dejado mucho que desear hasta ahora (ni Downey Jr salva a ‘Menos que Cero’). Sin embargo hay algo irresistible en esa oscuridad omnipresente: en esos silencios incómodos, en esa dolorosa superficialidad, en esa vida escondida en unos anteojos Wayfarer.

El elenco de ‘Los Confidentes’ no podría ser más adecuado para plasmar la decadencia que Easton Ellis ha sabido retratar con trazo fino: Winona Ryder, Mickey Rourke y el finado Brad Renfro en su última aparición en la pantalla grande, entre otros. Ojalá esta sea la vencida y las imágenes sepan traducir la angustia que el escritor traspasa frase a frase. Amén.

Acá, el trailer:

Tuesday, February 03, 2009

The Day that Music Died

Buddy Holly no lo sabía, pero con su decisión de aquella medianoche del 03 de febrero de 1959 creó para siempre la imagen más icónica del rockstar: vocero de una generación, poseedor de una historia promisoria y protagonista de una despedida extremadamente abrupta y dolorosa.

En sus lentes gruesos, su capacidad para componer e interpretar con maestría y en sus insolentemente escasos 22 años, él encarnaba algo nuevo en el aire. Por eso, cada vez que una generación vive la partida de su propio Lennon o Cobain, no sólo se va un artista sino la ilusión de quienes sienten que habla por ellos. Eso era Buddy Holly, y hace 50 años se le vio pr última vez en Clear Lake, Iowa, junto a sus compañeros de destino: Richie Valens y Big Bopper.

Si alguien duda de su influencia, sólo hay que recordar que uno de los primeros singles que grabaron los Rolling Stones fue una versión de ‘Not Fade Away’ de Holly, o que Bob Dylan fue a un concierto suyo dos días antes de morir, y que quien posee hoy los derechos de su catálogo es un tal Paul McCartney. Las imágenes de Buddy Holly actuando en vivo en el show de Ed Sullivan cruzarían el charco y harían que innumerables leyendas de hoy se decidieran a tomar una guitarra.

Hoy, medio siglo más tarde, homenajes como ‘American Pie’ de Don McLean tienen más sentido que nunca. Si bien la música no murió, ese día entendió que poseer el don de la inspiración no viene gratis.