felipe arratia

Saturday, November 29, 2008

Justicia pàra Todos

El nuevo DVD/CD de los franceses Justice es una patada en el hocico sin previo aviso. Nada de concesiones con el público ni registro predecible de los clichés de un show que se repite millones de veces como una fotocopia.

'A Cross the Universe', el documental de Romain Gavras sobre el segundo tour en EEUU de los galos es pura exhaltación de los sentidos. Ni siquiera sé si está bien que hayan filmado lo que filmaron: no me interesa. Esa no es la pregunta; la pregunta es si te pasa algo cuando ves las imágenes.

Míralas.

Thursday, November 27, 2008

La Reina de la Noche

Lleva un peinado asimétrico, su maquillaje parece robado a Gasparín, y no cesa de saltar y desplazarse de un extremo a otro del escenario. El detalle es que tiene 55 años: con la edad de mi mamá, en el cuerpo menudo de Cyndi Lauper hay más rock del que yo tendré el resto de mi vida.

Con la ingrata carga de ser un rostro “de los 80”, la nena de Brooklyn arribó con la excusa de mostrar ‘Bring ya to the Brink’, un lúcido regreso que homenajea con conocimiento de causa las pistas de baile y el manoseado electropop. El temor era encontrarse con algo similar al bochorno vivido dos meses antes con Boy George, otro héroe de épocas pretéritas que dio pena en su expedición a Santiago en un show sin voz, ideas ni dignidad.

21:15 horas. La música envasada (adivinen de qué década) se detiene. Las luces se apagan y emergen los músicos de apoyo. La última es Cyndi, quien deja una tabla en el suelo, le da tres golpes y esa es la señal para sus acompañantes. La enorme ‘Change of Heart’ es la primera: tanto se embala la popstar que de inmediato se saca los zapatos. Luce un abrigo burdeos y lo que parecen ser unas calzas negras (luego caché que eran pantalones). Su pelo platinado se ve casi blanco y cada 30 segundos hace un gesto clásico con sus clarísimos ojos: abrirlos y cerrarlos con ademán de molestia, como acentuando la gravedad de la historia que narra.

El track debut suena mucho más crudo que en estudio y tal vez la batería está muy arriba en la mezcla. Ella no se entera o prefiere no hacerlo y en medio de la excitación regala esos pasitos icónicos que le conocemos, flectando las rodillas y girando sobre sí misma. El ataque disco de la desconocida ‘Set your Heart’ no baja al público. Las infaltables sillas en el sector privilegiado se convierten en meros espacios para definir puestos en la cancha: todos están parados y la gente de las cuatro primeras filas se pegan al escenario, que esta vez carece de cualquier tipo de separación o barricada.

‘¿Cómo Está?’, grita con tono gringoide, antes de empezar ‘Grab a Hold’. Teclado, bajo, batería, guitarra y una corista la asisten en la cruzada; mientras tanto, ella parece haberse propuesto estrechar todas y cada una de las manos que se alzan para tocarla o entregarle un regalo. Esto genera una curiosa dinámica con el público el cual, agolpado en las primeras filas, demora la partida del track al aprisionar los cables de la guitarra acústica que la intérprete tocará. Es cuando surge ‘Mamá Cyndi’, quien se da tiempo para ser cariñosa y cercana, pero no se hace problemas en quedar mal, reprendiendo o silenciando al mortal que le quite el control de la situación.

Tras ‘When You Were Mine’, Lauper sigue empuñando la acústica y se manda una melodía de estructura reconocible que acaba siendo una orgánica versión de ‘She Bop’, muy lejos de ese pastiche electropop que le subió el pelo a infinitas fiestas: acá, la intención va enfocada en la intensidad de la interpretación, lo cual no hace extraño trazar un paralelo con Stevie Nicks. Eso sí, ella misma se encarga de los clásicos silbidos del tema. En respuesta, la gente le lanza regalitos, flores y hasta una bandera con el arcoiris.

Echo’, de su reciente trabajo, no acaba de convencerme con su letanía ambient; no obstante, ‘Into the Nightlife’ lo logra al instante con su beat discotequero, primo directo del ‘Confessions on a Dancefloor’ de Madonna. La canción tiene todos los trucos que enseñó Moroder hace 30 años y que todos aprendieron a la pata. Ella insiste en acercarse a la primera fila, pudiendo cantar desde el centro del escenario. La mecánica será la misma toda la noche: se acercará a sus fans, ellos no la soltarán, ella los retará como mami y ellos les seguirán regalando cosas.

All Through the Night’ es otra joya que estaba extraviada. Ella se manda una exhuberante interpretación vocal, mientras ejecuta el lap steel. Sin embargo, es con ‘I Drove All Night’ que empieza a quedar la locura. La versión es filosa, calcada a la original e impregnada de emotividad. No alcanza a terminar ese tema cuando parte el megahit ‘Money Changes Everything’. Son los mejores pasajes del show. El tema en curso suena perfecto, con punteo incluído: la audiencia está en éxtasis y ella, leal a su personaje, acaba cantando en el suelo sin moverse una octava de su dotado registro.

Es momento para una pausa. Al regresar al escenario, Cyndi dice ‘muchas gracias’ y recibe una bandera con la que se arropa. Ella dice: ‘sorry, mi espaniol es terrible. Pero mi inglés también es terrible..’. La diva evoca su visita anterior, la del ’94, y recuerda que el track venidero fue escrito en Sudamérica. ‘La pueden cantar porque es fácil: tiene muchos ‘Hey’, dice. Lo que llega es ‘Sisters of Avalon’ y pegadita, una sorpresa: ‘The Goonies R Good Enough’, un track que en Argentina sonó sólo gracias al clamor popular.

La cantante sigue recibiendo innumerables regalos, pero ahora llama a la calma. En el centro del escenario, acompañada sólo por su guitarra de mesa, comienza a cantar a capella ‘Rain on Me’ y la pega con la más coreada de la noche, ‘Time After Time’, en una versión para poner los pelos de punta. Al final, la ovación es total. Pero hay más.

Cyndi se da tiempo para contarnos de esos tiempos, a comienzos de los ’80, cuando formó parte del grupo ‘Blue Angel’, y de cómo se fue por un tiempo a Puerto Rico para depurar mejor su técnica vocal. Fue en esas sesiones que nació ‘I’m Gonna Be Strong’. El track suena algo azucarado para la actitud punkie de Cyndi, pero posee un final tan demandante en la vocal que la brillante interpretación de la nena resulta casi insultante. Sigue siendo una dotada.

Para el cierre, no podía faltar el himno ‘Girls Just Wanna Have Fun’. Consciente de lo que se espera de ella, Cyndi la interpreta muy fiel a la versión original aunque en el bloque final se entusiasma con los tambores afro y le sale un cierre casi en clave de reggaeton. Los músicos salen del escenario y el público, que en su mayoría ya no está para estos trotes, está listo para partir. Pero queda el último saludo: la diva vuelve. Sola frente a sus fans, se manda una conmovedora ‘True Colors’, llena de intención y cantada con más fuerza aún para aquellos que la ven como la madre que los dejó ser, la que los validó, la que defendió que puedan ser como quieran. Total, en la noche se ven muchas cosas y Cyndi, que es pájaro nocturno, ya las vio todas.

Setlist: Change of Heart / Set your Heart / Grab a Hold / When U were Mine / She Bop / Echo / Into the Nightlife / All Through the Night / I Drove All Night / Money Changes Everything // Sisters of Avalon / The Goonies R Good Enough / Rain on Me / Time After Time / I’m Gonna Be Strong / Girls Just Wanna Have Fun / True Colors

(Gracias a Macarena Gómez por las fotos)

Sunday, November 23, 2008

La Tristeza Infinita

Soy igual que todos, soy uno que se regocija en su propio dolor. Soy un frágil y temporal accidente de la naturaleza. Soy lo que otros moldearon de mí y también soy lo que quise ser, mas eso ya no es relevante. Soy una pluma que trata de escuchar mientras la morsa le habla en otro idioma. En paralelo, desde el futuro, cuatro bromistas me soplan el futuro al oído. Me quieren advertir que esto no tendrá un final abrupto. Nunca soy más consciente de mi propia mortalidad ni tengo tanto miedo que cuando escucho ‘White Album’. Si después de esas treinta poesías no te duele algo, no entendiste nada.

The Beatles’, el disco, es una postal escrita desde el año 2168, desde un puerto impregnado de mal olor y sueños cumplidos, de personas que no tienen motivos terrenales para sentirse vacíos: lo lograron, pero entonces… ¿de donde viene este dolor de guata tan mala onda?

Back to the USSR’ sugiere control y placer desde su prisma ‘Beach Boy’: nada mejor para entregar el mensaje que colocarse un disfraz ajeno. “Heyy, llegó la alegríaa”….NOT! Luego, la reflexiva Prudence sugiere que salgamos a jugar mientras ella se queda por horas en su choza de Rishikesh, uniendo las manos en una reverencia eterna y pensando: “Porqué estos malditos coléricos no se van de aquí?”.

Una de las primeras canciones de rock en hablar de rock desde el rock es ‘Glass Onion’. El juego de espejos no puede ser más gratificante para John: cómo debe gozar desde arriba viendo como nuevos idiotas como yo tratamos de encontrarle significados ocultos a esa composición hecha en joda. Creo que puedo ver su risa burlesca.

Sigo y me encuentro con Paul y ese extraño error llamado ‘Obladi-Oblada’, o la arrogancia trendy de decir: “Miren, voy a hacer una canción lo más imbécil posible y cachen cómo la gente me pesca igual”. Mmm, voy a hacer como que no escuché. Es entonces cuando soy abducido a ese planeta lejano, viscoso y rosado donde todo el día suena ‘Wild Honey Pie’.

Los ET me dejan en el Lejano Oeste. Con mi sombrero y un pistolón, acompaño a ‘Bungalow Bill’ en su cruzada por rescatar la importancia del pandero en la canción pop. Mientras Eric Clapton entra en el salón, comienzo a notar cierta tensión en el ambiente: ¿por qué otra cosa se pueden pelear dos hombres? Patti Boyd….ay, Patti. ¿Cuántas canciones habría perdido el rock si no fuera por tu presencia esquiva? Al menos, mientras la guitarra siga llorando, la estadía de Clapton permitirá que John y Paul no se vayan a las manos como pasó en días anterores.

En Snoopy decían que la felicidad es un ‘cachorro tibio’ (warm puppy), pero Lennon no está tan de acuerdo y le regala la trama a ‘Requiem por un Sueño’ optando por una ‘arma tibia’ (warm gun). Entonces, ¿hace cuánto la disparaste, man?

Cuando empiezo a fijar la vista en el suelo, Paul llega a rescatarme con un número de Broadway dedicado a su querida guardiana, la pastor inglés, Martha. La inocencia de Paul es justo lo que necesitaba ahora pero no va a durar mucho: John vuelve a atacar y me asegura que está MUY cansado. Insomnio, parece. Como sea, me da nervio: su ojo tiene un tic y cada vez que dice ‘I’d Give you Everything I’ve Got for Little Piece of Mind’, desaparece un Beatle.

(BLACKBIRD)

Ahhhhhhhhhhhhhhhhh..........

Snfiffffffffffffffffffffffffff..............

(“You Were only Waiting for this Moment to Arise”)

Los chanchitos de George resultaron ser más sucios de lo que él creía, y un tal Charles comienza a escucharlos con atención; la conversación queda silenciada por Paul quien, provisto de palabras, pelo alborotado y anteojos Wayfarer, se mimetiza con Bob para contar la historia de Rocky Racoon al ritmo del ragtime.

It’s Ringo Time: puta que son mala onda estos weones que no te dejan ser. ‘Don’t Pass me By’ es una magnífica progresión de cambios de ritmo al son del violín country. Parece un blues dedicado a los postergados como él. Pobre, Ringo. Con razon….

Y hablando de Blues, parece que cada uno está cantando sus penas (en un estudio diferente y de forma paralela, de hecho). Para Paul, lo ideal es hacerlo en la caretera. “Hacerlo”….¿entiendes? Sí, mejor hazte el sordo y quédate sólo con ‘I Will’, una canción de cuna que es perfecta evidencia de que casi todas las locuras nacen de una guitarra de palo.

En los descuentos del primer tiempo, el patadón final que da ‘Julia’ no hay grito primal que lo sane. Prima hermana de ‘Mother’ y ‘Jealous Guy’, la oda a la madre ausente golpea como una patada en las gónadas. Ese dolor no se supera, sólo se aprende a vivir con él. Tú lo sabes.

Partimos la etapa final con la fiesta de no-cumpleaños. Pero Lennon, como siempre, quiere acaparar toda la atención. Si los demás juegan a hacer Blues, el suyo se va al extremo. Dice que se siente muy solo y se quiere morir. Desde Aberdeen, Seattle, un bebé rubio de un año asiente con la cabeza en señal de acuerdo.

Paul se ensaña conmigo y fuerza mis lágrimas. El dice que no va a pasar nada y que sólo daremos un paseo por el bosque, pero ‘Mother’s Nature Son’ siempre lo logra. Mientras me seco, John trae a su mono para que nos riamos de sus bailes frenéticos. Qué notable poder de síntesis. Más aún, cuando se trata de denostar a la gente como el Maharishi. Y yo que pensaba que esta canción era realmente sobre una mina sexy llamada Sadie.

Y entonces comienza el apocalipsis. Paul le empieza a dar ideas raras a un tal Ozzy en Birmingham: le sugiere que volumen, intensidad y distorsión no son mala combinación, y si metemos unas cuantas frases crípticas, tanto mejor. El problema es cuando Charlie Manson se mete en la conversa y entiende lo que quiere.

(Pensemos en la imagen diáfana de Sharon Tate escuchando ‘Long, Long, Long’. Después de todo, George dice que se la escribió a Dios…..)

Nunca entendi bien si John prefería encabezar la revolución o era un obcecado observante: a juzgar por sus letras, no se puede vivir sólo de buenas intenciones. Aquí, al igual que en ‘Imagine’, queda la sensación de que su opción es más la contemplación que la acción, a pesar de que las entrevistas históricas y el sapeo del FBI digan lo contrario.

Luego Paul construye lo más parecido a una película en apenas 161 segundos. Creo que hasta puedo imaginarme la cara de esa vieja artista de music hall y su confeso admirador que ansía volver a verla. Seguimos avanzando: si Neruda tenía una ‘Oda al Caldillo de Congrio’, George tiene todo el derecho a hacerle una canción a todos los chocolates imaginables.

Es un buen ejercicio tratar de descifrar ‘Cry Baby Cry’. Si uno se dejar llevar sólo por el tono de John, parece un ejercicio de melancolía muy duro; sin embargo, la sobreinformación que existe al respecto nos ha traído noticias más terrenales que la asocian a un simple juego de palabras tras escuchar un slogan publicitario. Es mucho mejor cuando uno entiende lo que quiere.

Tras una nebulosa innecesaria de ocho minutos (qué macabeo era John para haber caído en la burrada de ‘Revolution 9’), el saludo final es con ‘Good Night’, una canción de cuna para Julian. Y qué mejor para hacerlo dormir que la voz sea de Ringo, el único que traía un poco de paz a ese salón. Ellos quisieron construirla kitsch a propósito, pero no lo lograron.

White Album’ es el triunfo de la voluntad individual. Es el gol de Darth Vader. Divide y vencerás. Esto NO es una banda, son cuatro magos que tenían demasiados trucos en el sombrero y necesitaban sacarlos para inventar unos nuevos. Es el fin de la comunión y el comienzo del yuppie. 'Greed is Good', decía Gordon Gekko. Es un susurro que te grita que las cosas ya no van a ser como eran antes. Pero eso, que suena tan desolador, nunca había sido expresado con tal belleza. “Es importante cómo dices las cosas”, me dice siempre mi mamá. Tiene razón.

Friday, November 21, 2008

Quiero mis 16

Mis Experiencias Babasónicas

1.- 17 Enero 2001 (Buenos Aires Hot Festival en el Campo de Polo de Palermo, tocan entre Beck y R.E.M; es uno de los primeros shows sin DJ Peggyn)

2.- 09 Abril 2002 (Lanzamiento de ‘Jessico’ en Chile en el Teatro Providencia; eufórico retorno tras varios años de ausencia en Chile. El día antes hicieron un show en los estudios de Radio Rock&Pop. Fui acompañado)

3.- 11 Junio 2003 (Doblete en el Teatro Providencia; en este show tocaron ‘Perfume Casino’. Fui solo)

4.- 12 Junio 2003 (Doblete en el Teatro Providencia, en este show NO tocaron ‘Perfume Casino’. Fui solo)

5.- 13 Diciembre 2003 (Lanzamiento de ‘Infame’ en el Luna Park de Buenos Aires; en el VIP estaban Juan Di Natale, Cerati, Emmanuel Horvilleur y Ruth Infarinato)

6.- 12 Junio 2004 (Lanzamiento de ‘Infame’ en Teatro Providencia)

7.- 13 Octubre 2004 (Presentación Exclusiva de ‘Anoche’ para radio 40 Principales en la SCD de Bellavista; antes, los entrevisté en vivo frente a los asistentes)

8.- 14 Octubre 2004 (Show en Colegio Verbo Divino; cuando tocan ‘Putita’, la amplificación del concierto sufre sospechosos problemas)

9.- 09 Diciembre 2004 (Show más masivo del grupo en Chile en el Estadio Víctor Jara)

10.- 17 Febrero 2005 (Festival de Viña del Mar; tocan recién a las 03 am, tras un eterno show de Raphael. Concierto desganado y breve)

11.-03 Diciembre 2005 (Estreno de ‘Anoche’ en Buenos Aires en el Personal Fest, en Puerto Madero, la misma noche que tocan Duran Duran y Erykah Badu)

12.-06 Febrero 2006 (Frenético show en La Batuta; el último junto a Gabo en Chile)

13.- 06 Octubre 2006 (Evento Jeans Parade en el Teatro Caupolican; el peor show que les vi)

14.-03 Febrero 2007 (Crush Power Festival en Viña del Mar, junto a Sinergia, Calle 13 y Plastilina Mosh)

15.- 15 Abril 2007 (Festival Vive Latino, tocaron entre Los Jaivas y Keane)

16.- 21 Noviembre 2008. Teatro Caupolican, junto a Lucybell……¿????

Hoy, a misa con Babasónicos.

Thursday, November 20, 2008

All I Need

Verlos en vivo en Lollapalooza fue uno de los mejores momentos de este año. Pero presenciar su show aquí en Chile seguro tendrá un sabor diferente. Ya pude saborear maravillas como 'Fake Plastic Trees', 'Airbag' y 'The National Anthem'. El Golden Circle me espera. ¿Se sumarán Sigur Ros y Portishead? Tal vez sería pedir demasiado. Con 'All I Need', yo quedo satisfecho.

Tuesday, November 18, 2008

Madonna, your Move

Son sólo hombres, casi 10 mil tipos para ser exactos. A mí alrededor, las mujeres presentes son amigas, hermanas, mamás y hasta colegas de la peluquería. No hay pololas ni esposas. Los ‘machos’ del lugar se apelotonan en la reja de cada una de las cuatro localidades. No quieren perder ni un detalle de los vestidos diseñados por Jean Paul Gaultier; desean ver desde primera fila si ya se le asomó alguna patita de gallo, y por sobre todo, van a memorizar cada coreografiado movimiento de la diminuta australiana para imitarlo entre sus pares con admiración y algo frustrados por no parecerse un poco más a ella. Kylie Minogue está en Chile.

Puntualmente se apagan las luces y las pantallas son las primeras en iluminarnos con las visuales de apoyo que se convertirán en clave del show. Un ejército de bailarines emerge caracterizado como robots y finalmente la diva aparece desde el centro del escenario. Kylie viste un traje de noche negro con aplicaciones doradas. Su voz suena distorsionada con vocoder y el beat remite a un electropop que parece facturado por Giorgio Moroder. ‘Speakerphone’ da el vamos y marca la tendencia: la columna vertebral de este show es el vigoroso ‘X’, última placa de la guapa que exhibe por partes iguales revival y propuesta.

Can't Get you out of my Head’ le sigue y provoca aullidos masivos: el single que trajo a Kylie de vuelta al trono que perdió en los ’90 es puro karaoke, con el ‘na na na’ emanando por los cuatro costados de la Pista Atlética. Justo antes de ‘In Your Eyes’, la rubia saluda y el público enloquece. Hay tipos que le lanzan corazones rosados de peluche confeccionados por ellos mismos, mas son mayoría los que se pinchan las manos con los ramos de rosas que, apretujados por la gente, esperan ser recibidos por la popstar.

El primer set termina y Kylie sale de escena. Cada cuadro temático se reanuda con una intro a través de las pantallas, la posterior presencia de los bailarines y la explosión cuando aparece la australiana. Lo que sigue es con temática de cheerleaders: aparece un grupo de vientos asemejando una banda de la secundaria, y luego salen las porristas armando una pirámide que obviamente tiene a la estrella en la punta. Lo que suena es ‘Heart Beat Rock’, un track muy 2008 que suena a cruza de ‘Signs’ de Snoop y Justin Timberlake con ‘Hollaback Girl’ de Gwen Stefani. Los esquemas se prolongan con ‘Wow’ y lo que no deja de impactar es el notable cuidado con el que se construye la composición de colores generada por todos los elementos que integra el show.

En el tercer cuadro la idea es desatarse. Aparecen tres tipos vestidos de marinos como en la vieja película de Sinatra, ‘Un Día en Nueva York’ (1949), mientras en las pantallas aparecen imágenes de otros hombres de mar, pero en zunga. Oops. Kylie luce como la anfitriona de un viaje, quien nos invita a una ‘fantasía playera’ con la música del ‘Crucero del Amor’ de fondo. La sorpresa ocurre cuando entona nada menos que el clásico ‘Copacabana’ de Barry Manilow, mientras las starlets se desparraman con plumas azules al ritmo del cha cha y el disco. ‘Spinning Round’ genera la misma mezcla de excitación bailable y risa kitsch al escuchar el track mezclado con el clásico ‘Got to Be Real’ de Cheryl Lynn.

El cuarto cuadro nos trae a la Kylie más guapa: su largo vestido rojo deja a ratos al descubierto sus magníficas y célebres piernas, que aún no se enteran de que tienen 40 años. Lo más llamativo de su vestimenta es el sombrero tipo militar ruso que va al tono con su traje granate; en ese look, la artista se despacha la muy erótica ‘Like a Drug’, pero luego genera uno de los mejores momentos de la noche con una agresiva versión de ‘Slow’, lejos del susurro del track original. ‘2 Hearts’ cierra el set, pero antes Kylie pide que le enciendan las luces para ver a la gente: ‘You look Lovely’ dice con tono cómplice. Luego, los hace repetir sus cánticos y en respuesta, el público remata con el ‘Mijita Rica’ menos creíble en la historia de los megaeventos en Chile.

La siguiente propuesta es la más pródiga en canciones. Vestida como una dominatriz en colores blanco y negro (y largas botas…mmm), Kylie se manda con clásicos pisteros como ‘On a Night like This’ y ’Your Disco Needs You’, los que son largamente gozados por los presentes. Sin embargo, el mejor momento de este bloque llega con ‘Kids’, la perfecta colaboración del 2001 con Robbie Williams. La Minogue se preocupa de cantar y lo hace bastante bien: sus movimientos junto a los bailarines son sólo simbólicos, casi decorativos. Su prioridad siempre está sobre el micrófono, a diferencia de Madonna quien, por tratar de hacerlas todas, a veces no las hace bien.

El bloque anterior acabó con una magnífica ‘In my Arms’ y llega el cuadro final con una Kylie radiante provista de lentejuelas y transparencias. ‘Love at First Sight’ suena como lo que es: un himno a la ilusión, al cliché, a lo que no existe pero nos negamos a que así sea. En su primer intento por marcharse, la diva recibe un estruendoso aplauso de quienes la esperaron desde los tiempos en que era una menor de edad en la teleserie ‘Neighbours’. Consciente de ello, regala una perla final para la galería: ‘I Should Be So Lucky’, la gema de Stock, Aitken y Waterman, inesperada, inocente y cargada de recuerdos, es coreada a los gritos por el público.

Eso fue un golpe duro, pero tras la ovación que siguió al fin del track, la diva se siente generosa y propone algo que NO ocurrió dos días después en Buenos Aires. ‘Are you goin’ to sing with me really loud?’ Tras el ‘Yeah’ masivo, Kylie Minogue se sale completamente del libreto y se manda una cariñosa versión a capella de ‘Locomotion’ que algunos fans reciben hasta con lágrimas. Nocaut. Si alguien le había pedido alma y espontaneidad a un espectáculo que hasta ese momento brillaba por su calculada perfección, aquí lo encontró. Kylie se graduó de ídola con la militante comunidad local. Tu turno, Madonna.

Setlist: Speakerphone / Boombox-Can't get you out of my head / In your eyes / Heart Beat Rock / Wow / Shocked / Loveboat / Copacabana / Spinning Round / Like a Drug / Slow / 2 Hearts / On a Night like this / Your Disco Needs You / Step back in Time / Kids / In my Arms / Love at First Sight / The One / I Should be so Lucky / Locomotion

Thursday, November 13, 2008

Piloto Automático

En una vieja entrevista, ante la pregunta de qué creen que hace a su música tan dinámica y entretenida, los Franz Ferdinand dijeron: “Sacamos las partes aburridas y dejamos sólo las divertidas”. Eso es justo lo que deberían haber hecho los Maroon 5 la noche del miércoles 12 de noviembre en el Arena Santiago: su batería de hits ganadores no se condijo con un show que abundó en lagunas instrumentales, clichés para la galería y desgano en la ejecución.

El piloto automático partió desde la aparición del grupo sin mayor aviso en escena, tras el fin de la música orquestada de Paul Potts. Sin más ni más, el quinteto se mandó con ‘This Love’, el mayor hit de su carrera, interpretado a velocidad crucero y con el ritmo ralentado por su líder, el larguirucho Adam Levine. De polera gris y pantalón blanco, el cantante asume desde el primer segundo que el grueso de las miradas se irán con él y se aprovecha de ello para regalar movimientos pélvicos y besos a sus fans.

El single sólo sirve para calentar gargantas y calibrar amplificadores, aunque a las quinceañearas presentes (que aquí son mayoría) no les podría importar menos. ‘If I Never See Your Face Again’ le sigue y aquí la ejecución mejora: se ven más apretaditos, cohesionados y el track reúne lo mejor del Prince modelo ’87, aunque la versión con Rihanna me parece mucho mejor. Adam Levine toma la guitarra y se da maña para puntear, dejando en segundo plano al guitarrista fijo, James Valentine.

El público es en un 90% femenino y Sub 20, lo cual hace que lo que pase en el escenario en términos musicales pase a un cuarto plano. Todo se arregla con un ‘Hi, Chile. We Love You’, a lo que le sigue un alarido digno de un show de Chayanne. Donde sí hay problemas es con las sillas del sector Vip Top. Muy predeciblemente, la gente está viendo el show de pie en lugar de sentarse y ello genera la indignación del público de cancha normal. Además, los pasillos están plagados de pendejas odiosas de colegios santificados que sacan fotos, hacen videos y tapan la vista de todo el mundo.

El megaéxito ‘Makes me Wonder’ comienza a sonar y esto ya se torna preocupante. ¿Qué van a tocar después estos cabros, pienso? Mientras tanto, disfruto del tema mientras se comienzan a despejar los pasillos del sector Vip Top y las guardias tratan sin éxito de hacer que la gente se siente. Difícil, mientras Levine haga esos movimientos de cadera que obligarán a las beatas presentes a rezar 50 Padre Nuestro mañana en Capellanía.

Antes de ‘Tangled’, el cantante saluda formalmente y le regala palabras de buena crianza a las casi 9 mil personas. El tema permite entender cuál es el grave problema de Maroon 5: la diferencia de calidad entre sus singles y el resto de sus canciones es enorme, y ello relega a esos tracks menos difundidos a meros ejercicios musicales que, en el mejor de los casos, son correctos estándar para un pub, llenos de solos y anticlímax. Lo mismo se aplica con ‘The Sun’ y la postal de Levine, jugando al clásico ‘repitan lo que digo’ con la nóvel audiencia.

Won’t Go Home Without You’ levanta el nivel del show, a pesar de los innecesarios solos vocales de Adam. Los lentos que vienen, ‘Secret’ y ‘Shiver’ son fogateros y provocan el frenesí de los presentes, mas para mí son una soberana lata. Recién el biorritmo se levanta para ‘Wake Up Call’ que acaba con el líder presentando al resto de los irrelevantes músicos.

Lo que viene es ‘Sunday Morning’, antecedido por un guiño vocal de Levine al ‘Easy’ de los Commodores, y para el final del set, una sorpresa: sólo Levine y Valentine en escena dan forma a una saludable versión de la mítica ‘Wicked Game’ de Chris Isaak que sirve como intro perfecta para ‘She Will Be Loved’, corolario idóneo para una noche no apta para diabéticos.

La pregunta que muchos nos hacemos al salir el quinteto de escena: “¿Qué chucha van a tocar cuando vuelvan si ya tocaron todo lo que tienen?” El retorno es reconfortante, ya que regresan con ‘Harder to Breathe’, el intenso track de apertura de ‘Songs about Jane’, ese mismo que hacía pensar en un justo sucesor de 311 o Sublime. Cueck.

Para el final llega ‘Sweetest Goodbye’ en versión ultra extendida, y con final ‘rockero’. Es el epílogo más sintético para el show de una banda que careció justo de eso: poder de síntesis. Es un show para iniciados: siguiendo la escuela ‘Julio Iglesias’, Maroon 5 aglutinan todos los clichés del rock, los pasan por un filtro para adolescentes y los derraman en 70 minutos. Si tienes 15 años, seguro lo pasaste muy bien; yo ya no tengo 15 años.

Setlist: This Love / If I Never See Your Face Again / Makes me Wonder / Tangled / The Sun / Won’t Go Home Without You / Secret / Shiver / Wake Up Call/ Sunday Morning / Wicked Game-Sunday Morning / Harder to Breathe / Sweetest Goodbye

Wednesday, November 12, 2008

Viejos Zorros (o Lobos)

La fama es una trampa, salir en portadas es una falacia y recibir sostenes arrojados al escenario es, como no, un espejismo. De hecho, ahí se pierden la mayoría de los espíritus libres. Pero no los Duran Duran: ellos pasaron por el new wave, Studio 54, Lady Di, Andy Warhol, Arcadia, Power Station, Siempre Lunes, separaciones, reconciliaciones, más separaciones, grandes tours, tinturas para el pelo, y aquí siguen: intactos. Vivos. Trascendentes. Imitados hasta la parodia y lejos, muy lejos de esa venenosa caricatura de grupo prefabricado.

La música incidental de ‘La Naranja Mecánica’ es lo único que viste la oscuridad del escenario. Finalmente, uno a uno, los ingleses toman sus instrumentos. ‘The Valley’, el track de apertura del reciente ‘Red Carpet Massacre’, abre los fuegos. La partida es fría por tratarse de una canción desconocida, pero permite fijar la vista en los miembros del grupo y sus roles en la cancha.

El protagonismo más evidente es de Simon Le Bon quien, con ponchera y todo, se las arregla para enloquecer a las Sub 47 con su acento british y potencia escénica; sin embargo, este siempre fue un grupo y a la izquierda, el bajista John Taylor (con pacto con el diablo: se ve de 30) tiene enloquecidas a las gorditas que recuerdan tiempos mejores cuando el rubio adornaba el poster central del olvidado suplemento ‘Clip’ de Las Ultimas Noticias. Más atrás, Roger Taylor se hace el loco detrás de sus tambores, pero también sabe que es serio candidato a receptor de los alaridos más intensos de las groupies. Por último, oculto en su búnker de teclados, Nick Rhodes parece detenido en 1983 con su maquillaje de call-girl, ceño fruncido y ademanes andróginos.

Si bien este no es un show de nostalgia (y lo probaré), la primera secuencia de ‘Planet Earth’ causa griterío masivo. El primer single del primer disco de los de Birmingham emerge en versión calcada a la del álbum homónimo y suena sorprendentemente actual, -en estos tiempos en que el electropop supone ser la vanguardia-, a pesar de ser un track de 1979. “¿Are you Hungry, chilenos?”, pregunta Simon. “Claro, como un lobo”, parece que gritarán las 8 mil personas que se agitan en el Arena, como de seguro no lo hacían hace un buen rato.

Ya la había visto, pero es tanto lo que me ha desconcentrado que me cambio de lado para verla más de cerca: es Anna Ross, la IM-PRE-SIO-NAN-TE morenaza que acompaña en voces a Le Bon desde el regreso del quinteto original. La espectacular negra peloláis viste chaquetita y mini de cuero negro, botas al tono y posee las mejores piernas que he visto este año. Su parecido con mi idola Carmen Hayes la hace increíblemente excitante. Ahh! Y además canta: se nota como domina a cabalidad la intención rítmica que le impuso Timbaland a la hiphopera ‘Nite Runner’.

Tras ‘I Don’t Want Your Love’ llega el momento para artistas y audiencia de tomarse un respiro. Simon empuña la guitarra acústica y el aullido es ensordecedor en la partida de ‘Save a Prayer’. Son los hits ganadores de Duran Duran, los imborrables, los que a veces los obligan a dar demasiadas explicaciones innecesarias por sólo ser condenadamente talentosos para construir estribillos recordables.

El track que da título a su último disco suena de inmediato y evidencia una interesante propuesta: desde ‘Hungry like the Wolf’, todos los tracks han sonado casi pegados, como un mix en el que un tema, sin terminar del todo, va anunciando el siguiente. Eso le facilita la tarea a los tracks más nuevos para integrarse sin problemas al set y ser aceptados con más facilidad por un público ávido de baile. Eso se llama propuesta: si 7 de los 23 temas que haces en el set son de tus últimos dos discos, entonces claramente no eres un acto de nostalgia.

A View to a Kill’ es arrolladora de principio a fin: Le Bon respeta los énfasis del coro a la pata (‘Until we daance into the fiiireee…’), generando un emotivo karaoke que nadie quiere perderse. Tras ‘Falling Down’, el ‘Sha na na na’ suena por los cuatro costados preparándonos para ‘The Reflex’: el cantante calienta a la audiencia y en la partida se manda la patadita clásica del clip. Ahí murieron seguro un par de cuarentonas.

¿Volvamos a descansar? Qué mejor que con esa olvidada joya del “Wedding Album” llamada ‘Come Undone’. Y pegadita, una curiosa versión de ‘The Chaffeur’ que incluye un solo de ocarina de Le Bon. Pero el momento más inesperado de la noche (y para mí, el mejor) llega con ‘Serious’, esa glamorosa gema del vilipendiado ‘Liberty’. Por años ha sido mi canción favorita de Duran Duran y no sonó en ese bonito show de hace tres años en Buenos Aires. La revancha llega y no puedo sino bramar esas letras tan cursi como verdaderas. (‘Don't worry if you're confused… We all tend to be sometimes...’).

El tema suena pegadito con ‘Nice’ y luego llega otra sorpresa: ‘White Lines’ aparece inesperadamente en el setlist. El cover de Grandmaster Flash es pura euforia funk, y exhibe la faceta más extrovertida de los ingleses. Antes de salir de escena, la banda regala una versión gloriosa de ‘Wild Boys’, con Le Bon liderando al ejército de puños en alto.

Para el retorno, la escogida es ‘Girls on Film’ y en medio de ella, el vocalista decide presentar al grupo, arruinando en parte la efectiviad del single. Cuando llega el momento de presentarlo a él, la banda juguetea una versión de ‘Papa was a Rolling Stone’ que no está nada de mal. Tres años atrás presencié la misma escena, pero con ‘I Wanna Take you Higher’ de Sly and the Family Stone.

Hay un tema que todas las parejas presentes están ansiando escuchar y es el momento perfecto para que el guitarrista invitado, Dominic Brown (contratado tras el segundo retiro del original, Andy Taylor), dé paso al clásico punteo de ‘Ordinary World’. La balada es casi un estándar y sólo cabe agregar que el final con los jueguitos vocales de Le Bon permiten captar que el cantante se mantiene en gran forma.

Para el final nos vamos con ‘Rio’, con Le Bon cantando con una camiseta de Chile con el 7 de Alexis Sánchez, mientras John Taylor se mueve con un gorro de Colo-Colo. La formidable canción no sólo hace bailar, sino también evidencia la pericia del bajista quien, rememora todo el tiempo la técnica de su ídolo, el fallecido Bernard Edwards de Chic. El quinteto se despide en una ovación interminable: para el público que los vio hace 15 años en ese deslavado show, es una dulce venganza. Para mí, no es sorpresa: 27 años de trayectoria no se inventan de la noche a la mañana. Eso sí, ¿por qué no tocaron ‘Skintrade’? Snif.

Setlist: The Valley / Planet Earth / Hungry Like the Wolf / Nite Runner / Notorious / I Don’t Want Your Love / Save a Prayer / Red Carpet Massacre / A View to a Kill / Falling Down / The Reflex / Come Undone / The Chaffeur / Skin Divers / Is There’s Something I Should Know? / Serious-Nice / White Lines / Sunrise / Wild Boys / Girls on Film / Ordinary World / Rio

Thursday, November 06, 2008

Soy la Estrella

Más de diez mil personas me miran. Hace pocos segundos yo era uno de ellos, otro perdido en el oscuro anonimato que es la audiencia extasiada que presencia un concierto. Pero ahora, de un momento a otro, soy parte del show, una estrella. ‘You’re gonna be a star’, como dicen ellos mismos en ‘All the Way to Reno’.

Michael, Peter y Mike llevan un cuarto de siglo convenciéndonos de que cualquiera de nosotros puede ser una estrella. Se ponen a sí mismos como ejemplos: un redneck con look de nerd con pocos amigos, un gringo con timidez crónica y un secreto en el closet, y un geek de la música que sólo se siente cómodo cuando trabaja en una disquería de Athens. ¿Por qué no podría sentir yo que lo puedo hacer igual de bien que ellos?

Ese es el axioma que ha sostenido a R.E.M. todo este tiempo: la condición horizontal entre ellos y sus fans, quienes los hicieron pasar de banda de culto al fenómeno de integridad dentro de una multinacional más grande de las últimas décadas. Cada uno de sus discos es un acontecimiento de la industria y sin embargo, nadie se atrevería a cuestionar su compromiso, intención y sensibilidad. Este lunes 3 y martes 4 de noviembre pasarán a la historia por más de un motivo. Yo los recordaré como los días en que R.E.M. pasó por mi país y yo tuve la suerte de cantar con ellos sobre un escenario. Pero ya vamos a llegar ahí.

23:00 horas, lunes: sin previo aviso más que las luces apagadas del Arena Santiago, el trío ya está en escena y poniendo en movimiento la energía casi punk de ‘Living Well Is The Best Revenge’, portada musical del espléndido ‘Accelerate’. A la izquierda, Mike Mills luce una rockera polera negra sin mangas; a la derecha, Peter Buck impacta por la energía con que interpreta, dándose permiso para saltar y correr. Y al centro, un terneado Michael Stipe se sumerge en espasmos y gestos, hipnotizado con los acordes de su banda.

What’s The Frequency Kenneth?’ prolonga la electricidad en el ambiente. Acorde al track, Stipe aprovecha de convertirse en robot, a punta de lentes futuristas y pasos sincopados. Pero el sello de fábrica de R.E.M. son sus magníficos lentos y esta noche en su debut en Santiago recibiremos varios regalos. Para partir, ‘Drive’ suena enorme: tan desencantada y sentida como en 1992. Y ni hablar de la politizada ‘Ignoreland’, resucitada en este tour para darle pelea al clan Bush.

Tras la uptempoElectrolite’ (“dedicada a Kaiser Chiefs”), el trío consigue su primer peak con la coreada ‘Imitation of Life’, aunque poco después, a los primeros acordes de ‘Everybody Hurts’ (una concesión del grupo para este tour), el Arena se viene abajo y se convierte en una sola lágrima. Para sacudirse la melancolía, aparece por las pantallas una toma a un cartel del público que pide la olvidada ‘Rockville’. Provisto de su sombrero cowboy, Mike Mills toma la voz principal y entrega una versión ultra country del tema.

Al meternos en la segunda mitad del show, los hits abruman cada vez más. ‘The One I Love’ le da pie a Stipe para bajar al público y entonarlo junto a la primera fila, generando el delirio total. Ese desahogo comunitario genera el contraste perfecto para ‘Let Me In’, ese saludo/letanía a Cobain que suena en despojada versión con la banda rodeando el piano ejecutado por Buck. Luego, ‘Bad Day’ crece sin parangón en vivo: rockerísimo, el tema justifica a punta de oleadas guitarreras su presencia en el setlist y más aún cuando Stipe coloca el clímax con un solo de armónica. Para ‘Orange Crush’, el accesorio de turno es un altavoz, pero el verdadero éxtasis ocurre con ‘It’s The End of The World..’, que suena urgente, eficaz y llena de intención. De hecho, es el peak de este show.

Al regresar a escena, la reciente ‘Supernatural Superserious’ no destiñe frente a los clásicos que la antecedieron. Sin embargo, la sola aparición de la mandolina en manos de Peter Buck genera el aullido previo a ‘Losing my Religion’ y al karaoke total. Como no podía ser de otro modo, el fin llega con ‘Man on the Moon’, un track que trasluce polvo, carreteras vacías y genuino cariño por ese arisco y querible país llamado Estados Unidos.

Durante varios momentos del set, Michael Stipe hizo referencias a Barack Obama y a la elección del día siguiente. Por lo mismo, decidí ir al show del martes con mi polera del líder demócrata. La banda repitió en un 70% el set del día anterior aunque, a nivel emotivo, destaco que me regalaron una perlita como ‘Nightswimming’ en lugar de ‘Let Me In’ y se rajaron con la noventera ‘I Took Your Name’ en vez de la olvidada ‘These Days’.

Promediando la mitad del show, Michael Stipe invitó a quienes tuviéramos poleras de Obama a acercarnos a un costado del escenario. Fue así como llegué a ver la segunda mitad del set delante de la barrera de contención, sin poder creerlo. En el bis, la excitación fue in crescendo cuando Bertis, el manager del grupo, anunció que Barack era el nuevo presidente. Tras el estruendo del público, el vocalista invitó a los cuatro que estábamos con poleras a cantar junto a ellos. Ahora puedo decir que la canción es de 1986 y sale en el disco ‘Life’s Rich Pageant’….pero en el momento sólo recuerdo subir por las escaleras, darle la mano a Mike Mills, saludar con mirada de ‘soy-tu-fan-pero-no-te-daré-jugo’ a Stipe y seguir su instrucción de acompañarlo con la letra de ‘I Believe’, gracias a que estaba escrita en unas partituras y en los ocultos pronter que acababa de pillar.

Sólo atiné a entonar esas letras que jamás había leído como si fuera mi canción de la vida. Stipe hizo su performance habitual desde todos los costados y cuando intentaba ‘bailarnos’ o sugerirnos que bailáramos como él, yo sólo me defendí haciendo ‘air guitar’ y agitando el puño. Los cuatro minutos pasaron en un instante y lo primero que hice fue darle la mano al gran Peter Buck. Luego, un abrazo comunitario, y bajar las escaleras en estado de sobreexcitación. Sólo al día siguiente supe que luego sonaron ‘Radio Free Europe’ y ‘Cuyahoga’. En ese minuto, yo estaba en otro lugar, uno muy lejano. Como Andy Kaufman, como Barack Obama, como Michael Stipe, como Felipe Arratia. Como una estrella.

Setlist Lunes: Living Well Is The Best Revenge / These Days / What’s The Frequency Kenneth? / Drive / The Great Beyond / Hollow Man / Ignoreland / Electrolite / Imitation of Life / 7 Chinese Brothers / Everybody Hurts / (Don’t Go Back to) Rockville / The One I Love / Country Feedback / Let Me In / I’m Gonna DJ / Bad Day / Orange Crush / It’s The End of The World As We Know It (And I Feel Fine) / (BIS) Supernatural Superserious / Losing My Religion / Disturbance at the Heron House / Man on the Moon

Setlist Martes: Living Well Is The Best Revenge / I Took Your Name / What’s The Frequency Kenneth? / Drive / Driver 8 / Horse To Water / Everybody Hurts / Man Sized Wreath / Ignoreland / Fall On Me / Hollow Man / Imitation of Life / Night Swimming / Sweetness Follows / She Just Wants To Be Me / The One I Love / Bad Day / Orange Crush / It’s The End of The World As We Know It (And I Feel Fine) (BIS) Supernatural Superserious / Losing My Religion / I Believe / Radio Free Europe / Cuyahoga / Man on the Moon

Saturday, November 01, 2008

Lost in Traslation

Cuando promediaba una hora del concierto de 50 Cent, tenía muchas más preguntas que respuestas y más argumentos que emociones. Me gusta mucho el hip hop, pero estaba sólo esperando ‘In Da Club’ para irme: la sensación no era tan satisfactoria como imaginé. ¿Sería yo el equivocado? ¿Falta de costumbre en shows de hip hop? ¿Se hacía todo más fome al no entender lo que decían? ¿Problema cultural?

Curtis Jackson llegó a Chile en un insólito tour que sólo contempló paradas en Santiago y Medellín. Pasado el mediodía dio una conferencia de prensa flanqueado por los seriotes Lloyd Banks y Tony Yayo (este último con gorro de Obama). Minutos después tuve la suerte de que me diera la única entrevista que ofreció en Chile y ahí conversamos de su último disco, de Eminem, de Kanye West y de su carrera fílmica, entre otros temas. Fueron tensos 10 minutos y 40 segundos, rodeados de managers histéricos, guardaespaldas desagradables y la siempre extraña misión de intentar generar un clima de intimidad en ese contexto.

Corte directo al Arena Santiago. 21:30 horas. Los mismos clásicos de siempre (‘Next Episode’, ‘Jump Around’) mantenían al público calentito; mientras tanto, sobre el escenario, apenas unas tornamesas y un lienzo del último disco de G Unit. Al apagarse las luces, los tres MC’s emergieron juntos con ropas militares. Lloyd Banks salió con gorro negro, lentes, y una cruz de diamantes; Tony Yayo, con una gorra de los White Sox y 50 Cent, con su tradicional gorro negro de los Yankees. Abren con una de G Unit.

Lo único bueno de tener sólo tornamesas es que las canciones funcionan como un zapping: rara vez un tema suena hasta el final, son sólo dos minutos y vamos cambiando, lo que le agrega algo de dinamismo al show. Los tres raperos corren y saltan por el escenario y permanentemente intercambian posiciones, aunque la tendencia es dejar en el centro a 50 Cent por razones obvias. Pagando tributo a su fundamental primer disco (aunque en rigor no es el primero), lo que suena es ‘What up Gangsta’. En ese lote del comienzo se destacan ‘Still Kill’ y ‘Straight to the Bank’. Curtis comienza a agotar sus recursos, mostrando la bandera chilena que le arrojaron.

Lo converso con amigos y todos tienen la misma sensación: para ser un show con tan poco que amplificar, la mezcla no es nada limpia: las voces suenan saturadas y el bombo con la caja son casi lo único que oiremos toda la noche. Los MC’s pegan sus bocas al mic, lo cual tampoco ayuda demasiado. 50 sale por algunos segundos de escena, dejando a sus amigos rapeando solos y confirmando que en cuanto a carisma no le llegan ni a los talones al rey de Queens. A su regreso, Curtis se manda con ‘Ayo Technology’ y ahora sí el público responde. ‘Esta sí que la cachamos’, parece decir la gente. Ni hablar cuándo pegadita llega ‘Pimp’, ese himno al proxeneta donde se lucía Snoop Dogg.

Tras despojarse de su polera en el escenario y provocar el delirio femenino, 50 vuelve a salir y Lloyd Banks se queda solo. Esta vez le va bien porque ocupa argumentos infalibles: primero pregunta a quién le gusta fumar ‘weed’, después se lanza con un freestyle con ‘Next Episode’ de fondo y luego pone ‘Jammin’ de Bob Marley. Ahora sí mantenemos hot a la audiencia. El regreso de Curtis es para el bloque más taquillero y bailable. Primero aparece ‘Disco Inferno’, luego ‘Candyshop’ y después rematan con la notable ’21 Questions’. Son los mejores pasajes del show.

Tras un track que no conocía, 50 pone la pausa y se coloca delante de las tornas para hacer ‘Window Shopper’, ese tema del que hasta Lily Allen tiene un cover; luego llega ‘Outta Control’, en la versión que Curtis armó junto a los legendarios Mobb Deep. Promediamos una hora de concierto y no sé si lo agotador de día o el no entender lo que los raperos dicen ya me tiene con ganas de retirarme del lugar.

Mientras esperamos ‘In Da Club’, el rapero pone la muy setentera ‘Hustler’s Ambition’, pero luego viene una seguidilla de tracks menores como ‘What if’ y ‘Many Men’. Es extraño, pero me da la sensación de que el propio 50 asume que la energía del público ya no es la misma. Es entonces cuando agradece la buena onda y se lanza en fase terminal con el tema que lo vio nacer al estrellato.

Pienso en lo monótono del show, y en si mi apatía responderá a la falta de costumbre en shows de esta onda: recuerdo haberme aburrido viendo a The Roots en NYC, pero los conciertos de Snoop Dogg en Santiago y de Kanye West y Lupe Fiasco en Chicago fueron buenísimos. Creo que lo que se extraña son otros polos de atención: músicos en vivo, bailarinas (como en todo show de reggaeton), apoyo extra de las pantallas, etc. Ver a 50 Cent y no entender exactamente lo que me está contando acaba por hacerse árido al cabo de una hora. No basta con la actitud, parece.