Atrapado por su Pasado

A mis 11 años, con NKOTB entendí que uno podía hacerse muy fan de la música: si bien antes fui un adicto a Los Prisioneros, vi Sábado Taquilla mil veces sólo para ver sus nuevos clips. Mentiría si dijera que mis primeros casettes fueron de Guns n Roses o Motley Crue; lo mío era MC Hammer, Paula Abdul y claro, NKOTB. Por eso empatizo perfecto y no rasgo vestiduras con la radical fanaticada de, digamos, RBD.
Eso sí, me sigue sorprendiendo cuando veo reportajes de la época con niñitas de lentes, aspecto gringoide y todo el merchandise imaginable en algún mall esperando a alguno de los cinco de Boston: parece un universo paralelo. En menos de 3 años, esas imágenes se verían como algo muy, pero muy lejano. Pero mientras duró, la locura fue total.
New Kids on the Block fueron marketeados en Sudamérica al lanzar su segundo álbum, ‘Hangin Tough’. Los dos anteriores marcaron récords de ventas en Gringolandia, por lo que se decidió expandir el imperio, y el suceso fue absoluto. Manejados por Maurice Starr, un negro freak que se vestía con uniforme militar, NKOTB eran la versión blanca y naif de New Edition, el grupo vocal que encabezó Bobby Brown en los ’80. Lógicamente eso de los grupos vocales es más viejo que Peter Rock, pero la diferencia fue convocar a chicos más jóvenes, que no tuvieran look rebelde (que no le molestaran a nadie) y aprovechar los ritmos de moda. ¿Saber cantar? Nahhh, eso se puede arreglar…

Tras romper con Maurice Starr, los NKOTB sacaron el álbum de remixes ‘No More Games’, un intento por tomar control de su música, variando hacia un hip hop comercial. De más está decir que no resultó; incluso habría otro disco, ‘Face the Music’, de donde se desprendió el single ‘Dirty Dawg’. Pero los 15 minutos ya habían pasado. Para ese entonces, las niñitas ya habían crecido y yo ya era grunge y le decía a todo el mundo que jamás había escuchado NKOTB.

Según la revista People, su regreso está a la vuelta de la esquina. Ellos tienen casi 40 años, y sus fans ya son madres y esposas, pero un día tuvieron infancia. Y ahora está de vuelta, al menos por una noche. El pasado nunca termina con nosotros.