Varios días sin escribir. Era necesario: había que dejar que se fuera
Madonna para entender mejor qué significa su visita y porqué todos queríamos verla. La vi las dos jornadas, pero los contextos fueron muy distintos: el primero, en
Andes, aperrando lejos con mis hermanas. Sobreexcitados, nerviosos, emocionados en la misma ubicación donde despedí a
Soda Stereo, debuté con
Guns n Roses y hace exactos 15 años canté junto a un
Beatle. Pasión.
El segundo día caí en
Cancha Vip, acreditación mediante. Fue el complemento perfecto para el día anterior. Esa noche pude fijarme en los detalles y, como ya sabía para donde mirar, desviaba mi vista al escenario o la pasarela para captar mejor la dinámica del show. Razón.
Tras las recientes visitas de
NIN y
R.E.M., -dos bandas que resuelven de modo brillante el apoyo audiovisual-, lo vivido en el Estadio Nacional se hizo menos ajeno. Fue la previa perfecta para un show que generaba expectativas desmedidas después de ver cualquier DVD en vivo de la
Reina del Pop. Sonaba casi imposible salir satisfecho con ese nivel de expectativas.
Sin embargo, debo ser sincero. Dado el compromiso emocional que explicité en el post anterior, no necesité de rayos láser para deslumbrarme ni de bailes exóticos para sonrojarme. Cuando las luces se apagaron el miércoles 10 de diciembre a las 21:32 horas tras ese irrelevante intro en video, el real impacto fue con lo que vi cuando partieron los beats de ‘
Candyshop’ y apareció un trono con el elemento más llamativo:
ELLA, la propia
Madonna. La bajita de ojos gélidos y muslos gruesos que siempre tuvo talento superlativo para rodearse de las personas correctas y anticiparse a las modas (eso último, cada vez menos. Ahora las sigue). Un barómetro de lo ‘
in’ y lo ‘
out’ del último cuarto de siglo.
Y como lo ‘
in’ hoy es el pop disfrazado de hip hop,
Kanye West,
Pharell y
Timbaland son ahora los escuderos de su sonido y visitarían a modo virtual nuestro Santiago. La partida es astuta porque no quema cartuchos: sabe que el mayor fuego de artificio es su propia presencia y no se gasta en una coreografía excesiva. Para eso están los seis bailarines de frac agitándose a su alrededor. A la izquierda, un guitarrista y un tecladista; a la derecha, batería, percusión y más sintetizadores marcando el pulso de la noche.
(‘
That’s What I’m Talkin’ About Santiago’) Es en ‘
The Beat Goes On’ cuando arremete con recursos extra musicales. El track es más un ejercicio de estilo que un hit, pero es funcional para hacer unas exhibicionistas sentadillas que dicen ‘
miren-como-estoy-a-los-50’. Tras los falsetes de
Pharell, no es antojadizo decir que lo mejor del tema es el fantástico fraseo de
Kanye West mientras la rubia se pasea en un
Rolls Royce blanco por el escenario. ¿Poco sutil? Puede ser. Pero bueno, no todos los días vemos esos recursos desplegados en escena.
(‘
¿Are You Sorry, Chile?’) ‘
Human Nature’ es un tema enorme y la versión es similar a la original.
Madonna se engolosina con la pasarela y se queda en su punta para empuñar la guitarra y jugar a que toca y ,-mucho más divertido-, a recorrerla con espíritu fálico. Mientras tanto, en las visuales la invitada es
Britney Spears, quien complementa el ‘
I’m not your bitch’ final de la canción diciendo ‘
It’s Britney, bitch’. Cultura Pop.
Suena la presencia percusiva de ‘
4 Minutes’; no obstante, como será la tónica de la noche,
Madonna disfraza sus clásicos con otras ropas y regala un freaky versión de ‘
Vogue’ con la base de su último éxito ante el sorprendido público. Es la ocasión ideal para acompañarse por cuatro bailarinas vestidas a la usanza
S&M.
Llega el momento de cambiar de
mood; el interludio es un video con una versión más extreme de ‘
Die Another Day’ cuyo complemento son unos bailarines-boxeadores que se golpean al ritmo de la música en unas de esas coreografías superiores a la que ella nos acostumbró. Al aparecer en escena, llega con shorts rojos y rodilleras negras. Es su momento 80’s pero como ella es de los 80’s, en realidad es un momento de auto-cita, digamos.
Apropiándose de un caño móvil, la diva se manda con la gloriosa ‘
Into the Groove’, apoyada por sus chicos enfundados en buzos a puro ‘
Beat Street’ y unas visuales que recuerdan como
M.I.A. trajo el fluor de vuelta y cómo todas las modas inevitablemente retornan. Es en este track (que a ratos guiña a ‘
Jump’) cuando sorprende con su impecable estado físico jugando a saltar con dos cuerdas y ganando un aplauso cerrado por su despliegue. Es el mejor momento del show.
(‘
See my Booty Get Down’) Tras la insípida ‘
Heartbeat’, ‘
Borderline’ llega en clave rockera. Pero el real clímax de este cuadro es ‘
She’s Not Me’, prueba de que en este tour la esencia es la auto-cita.
Madonna, de anteojos blancos con forma de corazón, recibe la visita de cuatro chicas vestidas de distintas épocas suyas: la novia de ‘
Like a Virgin’, la Marilyn de ‘
Material Girl’, la
femme fatale de ‘
Dick Tracy’ y la
call-girl de ‘
True Blue’.
Madge baila con ellas, las toca, las ahorca, y hasta besa en la boca a una. Pero nos deja en claro que no son ella: son sólo vehículos para llegar adonde está ahora. Al final del tema, arroja los lentes al público. Para el cierre del cuadro, las pantallas apoyan un notable efecto: parece que desde el fondo llegara uno de esos desgastados metros de
Brooklyn o
Queens. Al abrirse las ‘puertas’, salen todos los bailarines hiphoperos ochenteros y ofrecen pura pirotecnia física. Gran cierre.
Para el intermedio, hay una versión muy new age de ‘
Rain’. Mientras tanto, dos bailarines vestidos de samurais complementan la escena. La acción se traslada a la punta de la pasarela, desde donde emerge un piano que está tapado por unas pantallas en forma de cilindro. Arriba del piano,
Madonna, -tapada con una capa negra-, ejecuta una muy sofisticada ‘
Devil Wouldn’t Recognize You’.
Lo que sigue es el momento ‘
world music’ del show. Creyendo que los latinos somos todos iguales, seguro que
Madonna jura que este es el fragmento favorito del concierto para los sudamericanos. Craso error. En ‘
Spanish Lesson’, el
stage se llena de chicas en plan de ‘
bailaoras’ de flamenco. Mmm, puedo soportarlo, pero el zapateo del bailarín solista resulta francamente intragable.
(‘
This song is dedicated to you, Santiago. It’s a love song. You have to sing with me’) La cosa parece arreglarse con ‘
Miles Away’, el mejor tema de ‘
Hard Candy’. En medio de las pantallas mostrando imágenes de Medio Oriente y collages de pasaportes y visas,
Madonna ocupa por primera vez la economía de recursos y se manda solita con la guitarra acústica esa canción sobre las distancias y lo imposible de cubrirlas. Con estos
midtempos nostálgicos es difícil superarla. Cuando quiere, puede.
Pero la sensación de ‘turismo social’ vuelve con la aparición de una troupe gitana para enarbolar ‘
La Isla Bonita’. Entre tipos ritalynizados, instrumentistas histéricos y hasta un violinista sacado del tejado, Madonna me hace dudar por unos minutos. De hecho, la duda se prolonga cuando se instala en el extremo de la pasarela y se manda la intimista ‘
You Must Love Me’, de la película ‘
Evita’. Es la instancia para que
Madonna nos diga
‘¿ven-que-tengo-voz?’. Cuando comenté lo aburrida que me pareció esta parte, me apuntaron que está puesta en el climax del filme y como no lo vi, se entiende mi distancia. Demos el privilegio de la duda.
Ultimo interludio. El incesante tic tac que es prácticamente el concepto de este tour (
Pablo Schanton lo explicó mejor que yo), acompaña ‘
Get Stupid’, un nuevo track que trae la clásica mezcla de imágenes de contaminación y pobreza con la de líderes negativos y positivos. Sólo un comentario: OK con la
Madre Teresa y
Martin Luther King. Hasta podemos pasar a
JFK…pero, ¿meter en el mismo saco a
Bono,
Bill Clinton, Bill Gates y
Oprah Winfrey? Folklórico.
No hay tiempo para esas reflexiones. Tic, tac. Tic, tac. La oscuridad del escenario se acaba con la solemnidad de las secuencias de Timbaland que se apersona en pantalla para dar paso a ‘
4 Minutes’.
Madonna se apodera de la escena, pero compartirá protagonismo con 4 pantallas rectangulares móviles donde igual cantidad de
Justin Timberlake harán una suerte de coreografía virtual. Aquí, más que en cualquier otro momento del show, se hace evidente como la diva posee las herramientas tecnológicas de última generación para ejecutar su artefacto pop.
Pero si hay que identificar un clímax masivo de este show, ese no es otro que ‘
Like a Prayer’. Durante el himno se vive un real karaoke masivo y hasta se divisan rostros emocionados. La Reina del Pop sabe cuáles son sus balas más mortíferas y cuándo dispararlas. Pegadita aparece ‘
Ray of Light’ en versión rockerísima, con una
Madonna empuñando la eléctrica y deconstruyendo capas discotequeras a guitarrazo limpio.
Llega el momento donde la estrella le cede a los fans la chance de escoger la próxima canción. El primer día funcionó la coordinación del Fan Club y la escogida fue ‘
Holiday’; sin embargo, en la siguiente jornada la diva escogió a un tipo que votó por ‘
Sorry’, llevándose la reprobación de todo el estadio. Como sea, al final la instancia no resulta: miles quedan insatisfechos porque no cantó su tema preferido y otros tantos se frustran porque la versión está a kilómetros de la original; además,
Madonna ni se molesta en recordar las letras y le regala todos los coros al público.
Al menos la cosa vuelve a la normalidad con ‘
Hung Up’, que consigue con facilidad convertir al
Nacional en una enorme bola disco. Para el cierre, ‘
Give it to Me’ emerge gloriosa con todos los bailarines de negro en escena y rayos láser verdes desplegados a lo ancho del escenario. La versión se extiende y
Madonna, de lentes, busca que el público no pare de corear. Es el final y es con un tema reciente: la
popstar quiere gritar su vigencia y explicita que no necesita de sus hits antiguos para poner de rodillas a un estadio. Tal vez sea cierto.
No es el mejor tour de su carrera. Está claro que el ‘
Blonde Ambition’, el ‘
Re-invention Tour’ y en especial, el ‘
Drowned World Tour’ tienen conceptos mejor desarrollados y momentos más espectaculares. Pero
Madonna, a estas alturas, no sólo es un artista: es un estándar del nivel de un espectáculo. Si lleva su nombre, uno sabe qué verá algo perfecto.
Madonna estuvo en Chile y yo estuve ahí. Es historia. Y fue perfecta.
Setlist: Candy Shop / The Beat Goes On / Human Nature / Vogue / Die Another Day (video) / Into the Groove / Heartbeat / Borderline / She’s Not Me / Music / Rain (video) / Devil Wouldn’t Recognize You / Spanish Lesson / Miles Away / La isla bonita / You Must Love Me / Get Stupid / 4 Minutes / Like a Prayer / Ray of Light / Holiday (miércoles 10) Sorry (jueves 11) / Hung Up /Give It 2 Me