Hubo un tiempo en que dentro de la industría de la música, el manejo de las lucas se convirtió en cosa seria, y nadie quería lidiar con cosas serias. Cuando los artistas que escuchaba sólo el público joven se tornaron en fenómeno de masas, el dinero entró como una variable determinante en la ecuación: más discos, más shows, más contratos, más personal, y mucha, muchísima más plata. Fue entonces cuando se hizo necesario, para bien o para mal, la presencia de un ‘tiburón’:
Allen Klein.
En la cariacatura, el robusto
Klein representa o mejor dicho, inaugura (junto a
Don Arden) la figura del manager ‘piraña’, de actitudes gangsteriles, formas arrogantes e insistencia a toda prueba. Un zar de la letra chica que te deja claro que más vale que estés de su lado de la cancha. Es el mismo
Klein que logra sacar de quicio al siempre cool
Mick Jagger hasta que el bocón le dice: "
Where is my fucking money?", o que es visto como un factor de división en el agrio periodo terminal de los
Beatles.
Pero las cosas no son blancas o negras, y el arribo de
Klein al
fab four ocurrió en medio del caos tras la muerte de
Brian Epstein y el despilfarro histórico de
Apple.
Lennon captó su agresividad y quiso integrarlo a su banda, pero
Paul se opuso a perder control y siempre lo resistió, proponiendo a su suegro,
Lee Eastman.
En sus comienzos,
Klein trabajó para
Bobby Darin, y se convirtió en manager de
Sam Cooke, incidiendo incluso en sus decisiones artísticas. Fallecido el moreno,
Allen Klein se fijó en el incipiente mercado inglés e intentó hacer un trato con los
Beatles, sin lograr convencer a
Brian Epstein. De todos modos, tras un viaje al
Reino Unido obtuvo la chance de trabajar en las carreras de artistas como
The Animals, Donovan y
Dave Clark Five.
Sin embargo, su gran movida fue hacerse cargo de los negocios de los
Rolling Stones en 1965, justo en el periodo en que "(
I Can't Get No) Satisfaction" llevaba cuatro semanas al tope de los rankings. El estudiante de Economía
Mick Jagger vio en el arribo de
Klein la chance de convertirse en rivales serios de los
Beatles, y tomar una parte de la enorme tajada de los de
Liverpool. Ya como manager absoluto de los
Stones, a
Klein le tocó manejar crisis como las emboscadas de la policía a
Jagger y
Richards o la muerte de
Brian Jones. La relación terminaría muy mal: tras finalizar su contrato formal, y molestos con varias triquiñuelas de
Klein, los ingleses trataron de tener una salida limpia, pero no lo lograron.
Por décadas, el catálogo sesentero de los
Stones fue controlado a nivel financiero por
ABKCO, la compañía de
Klein. Entre otras cosas, ello implicó que los
Stones no pudieron usar esas canciones en discos en vivo hasta 1977; que
Klein lanzó todos los compilados que se le ocurrió con ese material sin consultar a nadie, e incluso que sacó un disco de descartes de ese periodo
Stone (‘
Metamorphosis’), al mismo tiempo que los británicos lanzaban un recopilatorio ‘oficial’ (‘
Made in the Shade’). Recién hace siete años las partes llegaron a un acuerdo y los Stones finalmente pudieron lanzar un
Greatest Hits como Dios manda (‘
Fourty Licks’).
Antes de que todo se pudriera,
Jagger incluso le había recomendado los servicios de
Klein a
John Lennon, quien había conocido al hombre de negocios durante el registro del especial de TV, “
Rolling Stones Rock'n'Roll Circus”. Tras la muerte de
Epstein,
Klein estaba absolutamente convencido de que sólo él podía manejar a los
Beatles. Además, sabía que
Apple era un desastre haciendo agua por todos lados. En enero del ’69,
Lennon firmó un acuerdo para que
Klein manejara sus dineros y lo mismo hicieron
Ringo y
George al mes siguiente. A pesar de ponerse para la foto,
Paul nunca firmó ningún papel lo cual generó un nuevo foco de tensión.
Apenas entró en escena,
Klein cortó toda entrega de efectivo a la boutique de
Apple, sacó de sus acomodados puestos a históricos colaboradores como
Neil Aspinall y
Mal Evans y, lo más destacado, renegoció el contrato con
EMI y
Capitol, asegurándoles el más alto porcentaje de regalías para un artista hasta entonces: 25% por ventas en
EE.UU. ¿La nota chilensis? Por sugerencia de
Lennon,
Klein adquirió los derechos de la película ‘
El Topo’ de
Alejandro Jodorowsky, y financió su siguiente obra, ‘
La Montaña Sagrada’.
Curiosamente, fue de las oficinas de
ABKCO de donde salió
May Pang, la amante de
Lennon durante su ‘
Lost Weekend’. La estadounidense de padres asiáticos trabajaba como secretaria en la compañía y se le encomendó la misión de ayudar a
John y
Yoko a trasladarse a
EE.UU., tal como ellos deseaban.
Al terminar su contrato con
Klein, en 1973,
John, Ringo y
George decidieron no renovarlo; es más, sus intrigantes ‘técnicas’ dieron origen a canciones como ‘
Beware of Darkness’ de
Harrison, y ‘
Steel and Glass’, de
Lennon. Los ’70 estarían plagados de demandas para
Klein: las autoridades gringas lo investigaron por dilatar la entrega de fondos a
Unicef que se habían conseguido tras los históricos conciertos de
Bangladesh. Además, fue condenado a dos años de cárcel por evasión de impuestos.
En las décadas que vinieron,
Klein dejó el ojo público pero no abandonó del todo su rudeza cuando una situación lo involucraba. Y si no, que lo diga
Richard Ashcroft de los
Verve, que fue despojado de todo derecho de su canción ‘
Bittersweet Symphony’, la cual incluía un pequeño sample del tema ‘
The Last Time’, de los
Rolling Stones.
Ashcroft no sólo perdió todo derecho sobre el tema, sino que
Klein usó la canción a su gusto en spots de marcas como
Nike. El que nace chicharra…
Klein no es una figura luminosa ni evoca recuerdos gratos del rock and roll. Su presencia representa el momento en que el mundo de la música se convierte al show business y las estrellas se tornan empresas. El 04 de Julio pasado y a los 77 años,
Allen Klein se unió al masivo círculo de personas ligadas a los
Beatles que han dejado este mundo. Esta vez no hubo forma de negociar con el
Alzheimer….